¿Repetirá Wall Street la década de los 80?

Trumponomics del futuro y Reaganomics del pasado. Así compara Capital Economics ambos periodos, recordando, en primer lugar, la importante diferencia que supone para Wall Street la situación económica de dichos momentos. Y es que, en los tres primeros años de la década de los 80 hubo dos recesiones en Estados Unidos.

La segunda de las cuales, entre julio de 1981 y noviembre de 1982, fue la más profunda  desde la Gran Depresión de los años 30. Se debieron, principalmente, a la presión de la Reserva Federal (Fed) sobre la oferta de dinero, que comenzó en serio a finales de 1979 y tenía como objetivo reducir la elevada inflación tras dos crisis del petróleo.

El contexto económico durante esos años fue, por tanto, claramente negativo para la renta variable. No es una coincidencia que el mercado alcista para Wall Street comenzará en agosto de 1982, cuando los precios habían caído sustancialmente”, detallan.

Así, consideran que la macro (al menos en términos de crecimiento del PIB), será “probablemente más favorable para las Bolsas en los próximos años que a principios de los 80”. Aunque reconocen que quizá en 2019, “después de que los tipos hayan subido bruscamente”, el entorno puede complicarse.

Con todo, afirman, “a pesar de que las perspectivas para la economía son mejores ahora que en el primer mandato de Reagan, la valoración de la renta variable es mucho menos atractiva”. Entonces, los bajos precios de las acciones ayudaron a compensar el efecto adverso de la delicada situación macro. Por el contrario, ahora, el coeficiente de precios/ganancias (CAPE) se sitúa en torno a 28 veces, “el doble de su promedio de largo plazo”.

Puede ser debido al “colapso de los ingresos durante la última recesión, pero incluso si la valoración de Wall Street no es tan alta como parece a primera vista, ciertamente no es tan reducida como a principios de los 80”. Así, creen que el comportamiento anual medio del S&P 500 sea “un poco peor, en términos nominales, que entonces”. Prevén que alcance los 2.300 puntos al cierre de 2017 y los 2.400 a finales de 2018, frente a los 2.260 actuales.

Entre los paralelismos establecidos para ambos periodos, cabe destacar asimismo el del matemático español, financiero y analista económico, Juan Ignacio Crespo. Destaca este experto que a una recesión de los beneficios suele seguirle una global. “Menos en 1985. Eso sí, en 1987 se produjo un crack bursátil”, alerta. De hecho, no es esta la única semejanza con aquel periodo, pues también la caída de las materias primas adelanta una crisis, “a excepción de 1986”.

Así, no descarta que asistamos a un crash en la renta variable: “Podríamos ver descensos del 10% al 15%”. Entonces, añade, “los bancos centrales entrarían a comprar Bolsa”. Con todo, si se cumple también el mismo patrón que entonces, estaríamos ante un desplome súbito, de una sesión o poco más, que luego, como aquella vez, “no dejara rastro”.

Mientras, Peter Garny, jefe de estrategia de renta variable de Saxo Bank, alerta que los máximos marcados por el S&P 500 deberían estar correlacionados con “un alto crecimiento, inflación y euforia, pero en esta ocasión no es así”. Cree este experto que la economía norteamericana apenas “está saliendo del paso, a los inversores no se les presentan tiempos de mejoría con una inflación a la vuelta de la esquina. Este mercado alcista sigue siendo uno de los ejemplos tipo más odiados y cuenta con los niveles de participación más bajos”.

Destaca las elevadas perspectivas para los beneficios, el impacto negativo de la fortaleza del dólar y de unos tipos al alza. “Seguimos siendo cautos sobre Wall Street y recomendamos ponderar la exposición o proteger el downside con opciones, ya que el más mínimo cambio en las perspectivas podría conllevar una bajada del S&P 500 de más de un 10%. Reiteramos que estamos a favor de la renta variable europea y japonesa en 2017”.

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