La actual bonanza de la economía estadounidense, de la que depende una gran parte del resto del mundo, se remonta a mediados de 2009, por lo que dura ya unos cien meses transmitiendo su situación de no normalidad. Según apunta Hans-Jörg Naumer, Global Head of Capital Markets & Thematic Research de Allianz Global Investors, la duración media de todos los ciclos alcistas desde 1954 ha sido de unos 64 meses, y un hecho que llama la atención es que tanto «el crecimiento real del producto interior bruto (PIB) como las tasas de inflación han sido inferiores a la evolución media. Esto obedece en parte al bajo crecimiento de la productividad». Al mismo tiempo, durante todo ese periodo el mercado de acciones ha registrado avances por encima de la media (según el índice Standard & Poor’s 500), lo que ha tenido además el importante efecto de que la riqueza neta de los hogares aumentase en torno a un 9 % anual, comenta el experto. Es cierto que en la actualidad la economía mundial está perdiendo fuelle, pero «mantiene un ritmo de crecimiento firme, aunque algo menor». Este es otro de los motivos para que vaya produciéndose una progresiva normalización de la política monetaria y las tasas de inflación. La presión de los precios de los productores, relacionada con los factores de producción, se ha vuelto a acentuar recientemente, tras un periodo de calma de varios meses. Esto es válido no solo para los países en desarrollo, «sino también para los industrializados». El «escenario de reflación» al que llevamos tanto tiempo refiriéndonos coarta a los bancos centrales de los países del G4 en cuanto a capacidad argumental para mantener invariable su política monetaria expansiva, y cada vez es más probable que en 2018 los bancos centrales alcancen su pico de liquidez. En este contexto, «una normalización de la política monetaria sería una buena señal de que la superación de la crisis está a nuestro alcance». También parece observarse una «vuelta a la normalidad» por lo que respecta a las incertidumbres geopolíticas, al menos por lo que se desprende del indicador que mide la frecuencia con que aparecen en la prensa diaria conceptos alusivos a la «incertidumbre». Este indicador «ha dejado de estar en niveles récord y se mueve hacia la normalidad. Es interesante constatar una y otra vez que los mercados de capital han mirado más allá de estas incertidumbres políticas y, en su lugar, se han centrado en los datos económicos». En este contexto, sigue siendo aconsejable, según Naumer, «sobreponderar las acciones, pero sin dejar de tener en cuenta la volatilidad (las palabras clave son «pico de liquidez»)».
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