Incertidumbre es la palabra que más hemos desgastado durante los últimos meses, desde que la COVID-19 irrumpió en las vidas de todo el planeta como un terremoto cuyas réplicas no dejan de sucederse. Los vaticinios sobre el fin de esta complicada etapa, acerca de la llegada de una vacuna o de la recuperación económica son […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 25 sep 2020
Incertidumbre es la palabra que más hemos desgastado durante los últimos meses, desde que la COVID-19 irrumpió en las vidas de todo el planeta como un terremoto cuyas réplicas no dejan de sucederse. Los vaticinios sobre el fin de esta complicada etapa, acerca de la llegada de una vacuna o de la recuperación económica son el alimento diario de los medios de comunicación. ¿Hay más de lo que vemos o nos muestran? ¿Quiénes son los que más “pescan” en este río revuelto? DIRIGENTES charla con la periodista Cristina Martín Jiménez, autora de “La verdad de la pandemia”, en busca de respuestas.
En su libro explica cómo, tras la aparición del coronavirus causante de la COVID-19 en Wuhan, se han ido sucediendo fases que responden a la utilización del miedo como forma de controlar a la población y con ello la economía global. ¿Qué despertó sus primeras sospechas sobre que podíamos estar ante un plan organizado?
Yo ya había analizado la utilización de las pandemias como instrumentos de guerra contra la población y las naciones soberanas. En mi libro publicado en 2010, Los amos del mundo están al acecho, que fue censurado durante siete años en España, analizo la Gripe A y quienes lo leen comprueban que el guión se repite ahora mejorado. A este instrumento del poder lo llamé «la táctica de la pandemia». Así que, cuando los medios de comunicación empezaron a alarmar con las imágenes del supuesto caos sanitario en China, comprendí que habían vuelto a activar a su sofisticada arma de guerra.
¿Quiénes son los grandes beneficiados por esta crisis?
Hay beneficiados económicos, como los grandes fondos y plataformas que están detrás de esta guerra. Por ejemplo, Amazon, Microsoft, Google, BlackRock, Berkshire Hathaway, Soros Fund Management, LLC, así como otros chinos y asiáticos participados por capital norteamericano, europeo y árabe. Estos fondos son, al mismo tiempo, propietarios de las farmacéuticas que fabrican las supuestas vacunas milagrosas y de los grandes conglomerados de comunicación que transmiten el mensaje del miedo.
Y después está el beneficio geopolítico que pretenden obtener. La plandemia ha desatado una guerra por la hegemonía global, es la tercera fase de la Tercera Guerra Mundial. Hay dos bloques perfectamente perfilados: el de Trump y el de Xi Jinping, cada uno con sus aliados, y la escalada de violencia en esta guerra de armas silenciosas va en aumento.
¿Y por qué considera que se ha escogido 2020 para desencadenar esta guerra?
Hay varios motivos, pero el principal, en el contexto hegemónico, es uno que les irrita hasta el punto de enervar su soberbia. Me refiero a la llegada de una nueva estructura de poder al Gobierno de EEUU, liderada por Donald Trump. El antiguo establishment de Bilderberg lo tenía todo preparado para su nueva títere, Hillary Clinton, pero fracasó. En breve habrá nuevas elecciones y no quieren volver a perder el todopoderoso trono presidencial. Desde allí, tenían grandes facilidades para la instauración de su nuevo orden mundial deshumanizado. Su barbarie ha llegado al extremo de financiar el Black Lives Matters, que está desembocando estallidos de guerra civil en EEUU. Ahora, se hacen las guerras y se derrocan gobiernos bajo la falsa careta de la defensa de los Derechos Humanos.
¿Cuál es el objetivo último de esta “plandemia”?
Implantar su utopía, un mundo sin esclavitud aparente, pero donde todos seamos vasallos y siervos de la clase megarrica. Lo están diciendo, es más, no han cesado de repetirlo. Como ejemplo, en la reciente Asamblea de la ONU, su secretario general, Antonio Guterres, ha reiterado la necesidad de un gobierno mundial dirigido por una reducida elite formada por los grandes fondos de inversión y las instituciones supranacionales, como lo es la OMS. O Bill Gates, que afirma que la pandemia tiene que solucionarse con un sistema de salud global. Sus métodos para conseguirlo son espurios. Ahora han creado una psicosis de guerra con una pandemia ficticia.
¿Qué opina del papel de las vacunas? ¿Son simplemente parte de otra lucrativa carrera por el beneficio económico o suponen una forma de dar y quitar esperanza a los ciudadanos a la medida de estos intereses creados?
El marketing de las vacunas consiste en presentarlas como la gran esperanza que solucionará el mal pandémico. Y su modo de jugar con ellas está creando mucha ansiedad a las personas que no conocen su juego. Recordemos que con la plandemia de gripe A los líderes argumentaban que para sobrevivir a ese drama tenía que vacunarse el 80% de la población. A los españoles nos costó 333 millones de euros de nuestro presupuesto en vacunas que nunca se usaron. Es la villanía de esta cleptocracia internacional, enriquecerse con el miedo de las personas en complicidad con una clase política corrupta y sin formación intelectual para conocer cómo funciona el mundo ni cuál es su papel como gobernante.
Los medios de comunicación se han convertido en la fuente directa que utilizan los ciudadanos para saber lo que está ocurriendo en esta crisis. ¿Cómo valora el papel que están desempeñando?
No están haciendo periodismo sino propaganda, ya que no informan sino transmiten la versión de la OMS, del Gobierno, de Bruselas… Los medios de comunicación tradicionales son los grandes perdedores de esta farsa. Están perdiendo su credibilidad a pasos agigantados y esta fractura se verá a largo plazo, ya que los jóvenes están abandonando la televisión. En 2016, se hicieron varios estudios que concluyeron que el 60% de los españoles y el 44% de los norteamericanos se informa en las llamadas redes sociales. En esta nueva crisis, intuyo que el número ha crecido.
Si algunos medios de comunicación pueden llegar a ofrecer una imagen sesgada o interesada de la realidad, ¿dónde recurrir para buscar la verdad?
El conocimiento es un proceso que se adquiere en constante búsqueda. El cerebro es un músculo, que hay que ejercitarlo. Yo recomendaría la lectura de historiadores honestos, incluso recomiendo la lectura del Antiguo Testamento, como un libro de historia. Los mitos griegos son fantásticos para aprender, porque lo que vivimos ya ha ocurrido antes. La condición humana no ha cambiado. En estos libros, que hablan de tiranos y de héroes está toda la cultura humana. Una vez que conoces la naturaleza de la mujer y la del hombre —muy diferentes entre sí pero complementarias—, cuando observas las trampas que nos hacemos y el poder que tenemos para sobrevivir a cualquier trance, adquieres una base sólida para diferenciar la verdad de la mentira.
En este sentido, ¿es posible distinguir un bulo de una pista sobre lo que en realidad está ocurriendo?
Hacen falta talleres y cursos de Alfabetización mediática. La comunicación es el epicentro de las relaciones sociales, con lo cual, los medios tradicionales, la música, el cine, el arte… son instrumentos de poder para quienes conocen sus mecanismos. Lo que llamamos «noticia» es una construcción humana compuesta por distintos elementos: las fuentes, los hechos, los intereses creados y la Lingüística. Un mensaje cambia la mente y el comportamiento de las personas. Es una especie de arte mágico que puede usarse tanto para hechizar a toda una sociedad como para liberarla de la mentira. Por lo tanto, en la Era de la Comunicación es esencial que todos, desde niños, conozcamos cómo funciona el poder innato de la palabra, de la imagen, de la voz.
Se han creado medios de comunicación dedicados completamente al desmentido de supuestos bulos. ¿Considera que son útiles o una nueva forma de manipular a la población para que no salga del redil de lo que le muestran las fuentes oficiales?
Los llamados verificadores son los nuevos censores del globalismo. Son medios financiados por el poder para perseguir a los que plantean unos hechos veraces y un pensamiento crítico. Son los guardianes de ese nuevo orden mundial bárbaro. Demuestran un amor ciego a lo dictatorial, a la ley del que se cree más fuerte aunque no lo sea. Atacan con ferocidad a los que cuestionan la «verdad oficial», a la mentira que nos sirven en bandeja de plata. ¿Por qué? Porque pone en peligro los planes del poder. La censura mediática solo se da en regímenes dictatoriales y totalitarios, no es propia de la teoría democrática. La función del Periodismo es servir a la verdad, a la democracia, donde es necesario crear debates para enriquecer la vida social. Pero estos censores queman en la hoguera el debate. Y usando etiquetas falsas pretenden hacernos creer que hay dos bandos perfectamente diferenciados. Esto no es verdad. Si en democracia los gobernantes representan la voz de los ciudadanos, ¿cómo es posible que estos gobernantes persigan y estigmaticen la voz de los gobernados? ¿A quién sirven entonces? A sus propios intereses y a los de los mecenas que han financiado sus carreras políticas. De facto están representando a poderes situados más allá del Parlamento, poderes que aborrecen la libertad y los derechos del individuo recogidos en la Constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Que RTVE tenga un verificador me resulta un atentado contra el propio Periodismo. ¿A qué se dedican los periodistas entonces? Su trabajo es verificar, contrastar y entrevistar a distintas fuentes para llegar a la raíz de los hechos.
Después de que se haya sentado precedente con una “plandemia” que está funcionando, ¿podremos romper esta forma de manipulación o nuestro futuro está marcado?
Pretenden marcárnoslo, pero a los planificadores no acaban de salirle las cosas como quieren. Matan, engañan, coaccionan, sobornan porque nuestra vida no tiene valor para ellos. Pero somos millones los que estamos denunciando este crimen.
Esta plandemia diseñada en los laboratorios sociales de la elite, como demuestro en el libro, ha dejado en evidencia que no tenemos gobernantes sino dominadores criminales. No les importamos porque se consideran miembros de una clase superior. Las vacunas de la OMS están esterilizando a las mujeres en África, Asia e Hispanoamérica sin que ellas lo hayan decidido libremente. Y a eso lo llaman “empoderamiento”. Las mujeres nacimos con poder. Estos megarricos y sus ONGs no tienen que darnos nada porque yo lo tenemos. Estos bárbaros desprecian la vida, hasta la suya propia, que la han entregado a la persecución de algo que jamás podrán alcanzar. Están perdidos. La plandemia es el chantaje de las elites financieras, reconvertidas en filántropos y estamos rebelando para que nuestros descendientes no sean esclavos.