José Carlos Díez (Palencia, 1971) se define a sí mismo como ‘el economista observador’. Licenciado en Ciencias Económicas y profesor en la Universidad de Alcalá, es una de las voces del sector más mediáticas. Además de su experiencia en el ámbito académico, también ha desempeñado cargos como el de economista jefe en Intermoney y ha […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 17 jun 2020
José Carlos Díez (Palencia, 1971) se define a sí mismo como ‘el economista observador’. Licenciado en Ciencias Económicas y profesor en la Universidad de Alcalá, es una de las voces del sector más mediáticas. Además de su experiencia en el ámbito académico, también ha desempeñado cargos como el de economista jefe en Intermoney y ha participado como asesor en el panel de expertos del Banco Central Europeo (BCE) sobre economía europea, entre otros. Autor de Hay vida después de la crisis o La economía no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla, consigue sacar tiempo para hablar con DIRIGENTES. Más de tres décadas ligado a la economía, confiesa que, al igual que el filósofo Sócrates, solo sabe que no sabe nada.
Se ha barajado mucho sobre cómo será la recuperación económica: la forma de la letra v, v asimétrica, w o logo de la marca de zapatillas Nike. A su juicio, ¿cómo espera que será?
Muy rápida los primeros meses porque la caída ha sido brutal. En cuanto se levante el estado de alarma veremos una recuperación que se acentuará en julio. El problema es que no se van a alcanzar los niveles de actividad y empleo registrados en febrero hasta dentro de mucho tiempo. Tardaremos como mínimo un año y medio o dos años.
A raíz de la pandemia se ha incrementado el interés por la reindustrialización de España. ¿Está a favor?
La robotización ha favorecido la reducción de los costes laborales y eso ofrece una ventaja competitiva sobre Europa del Este o Asia, donde los salarios son más bajos. De manera paralela, en los últimos años la industria ha evolucionado hacia un sector más digital, innovador y tecnológico con la inteligencia artificial por bandera. En esta parte España va más retrasada y debería realizar un esfuerzo adicional.
Sin embargo, considera que uno de los sectores que más hay que apoyar es el comercio. ¿Por qué?
El consumo va a ser una de las variables más afectadas por esta situación, junto al turismo y la automoción. La clave está en trasladar mensajes de confianza y recuperación. Lo más importante es llevar a cabo una gestión eficiente de la pandemia y un control de los infectados con confinamiento selectivo para que las expectativas de las familias se recuperen y el consumo se normalice cuanto antes. Vamos a tardar bastante en recuperar las cifras de ventas minoristas de febrero.
La economía española ha tenido que enfrentar esta situación con una deuda pública que roza el 100%.
Mientras el BCE siga emitiendo deuda y podamos emitir bonos a diez años al 0,5%, como estamos haciendo ahora, no habrá ningún inconveniente porque tendremos capacidad de financiación. El problema radica en que un nivel de endeudamiento público tan elevado nos hace muy dependientes y vulnerables de los mercados financieros. Si se complica la situación y la prima de riesgo comienza a subir puede desembocar en una recesión en los próximos años.
El ingreso mínimo vital se ha puesto en marcha esta semana. ¿Llega en el momento adecuado?
Esta prestación se podría haber aprobado antes. España arrastra problemas de pobreza y desigualdad severa y estructural derivados de la anterior crisis económica, circunstancias que se van a incrementar a raíz de esta situación. Se trata de una medida necesaria, aunque creo que ha fallado en el diseño. Los potenciales receptores de esta ayuda no quieren un subsidio, sino un empleo.
El tejido empresarial de España está formado principalmente por pymes. ¿Se necesitan empresas más grandes y fuertes?
En un contexto marcado por la digitalización, el tamaño no es tan determinante como lo era en un entorno industrial. La precariedad y los salarios más bajos se concentran principalmente en las micropymes, es decir, aquellas con menos de diez empleados. En el lado opuesto se encuentran las que tienen una plantilla superior a los 50 trabajadores, que también sufren los problemas anteriormente citados, pero en menor proporción. Por tanto, necesitamos negocios más escalables.
Justo un año antes del comienzo de la recuperación económica (2014) publicó Hay vida después de la crisis. Precisamente, este titular cobra más relevancia que nunca en el momento actual. ¿Cuál es su receta para salir de este bache?
Lo primero, controlar bien la pandemia a través de la identificación de casos infectados, la trazabilidad y el confinamiento selectivo. Por otro lado, confiar en que el resto de países también lo tengan dominado y se recuperen rápido para engancharnos vía exportaciones y turismo. También es necesario aprovechar los cambios tecnológicos y las tendencias para invertir más en empresas innovadoras con marca España y, a su vez, estas se puedan desarrollar. De manera paralela, el Gobierno necesita presentar unos presupuestos para 2021 que sean razonables y manden una señal de confianza a los inversores internacionales.