La política monetaria china debe entenderse como un instrumento de estabilización permanente. El Ratio de las Reservas Bancarias, un porcentaje que cada banco debe apartar sobre sus propios depósitos, suele servir para regular la liquidez del sistema. Tras cada superávit exterior, el Banco Central de China, conocido como People’s Bank of China o PBOC, acumula divisas extranjeras que, dentro del balance, incrementan la oferta monetaria total. Para evitar tensiones inflacionistas, por tanto, las autoridades monetarias chinas lo que han venido haciendo ha sido incrementar el Ratio sobre Reservas Bancarias para ‘esterilizar’ ese exceso de liquidez. En tiempos recientes, sin embargo, dichas divisas extranjeras no han estado entrando, sino saliendo. Y los elevados costes de financiación interna, con unos tipos al alza, también han afectado negativamente a la inversión.
La inversión en activos fijos del pasado mes, por ejemplo, ha alcanzado niveles mínimos nunca vistos desde 1999. Los controles sobre el conocido como shadow banking, o préstamos concedidos desde fuera del sistema financiero regulado, han reducido notablemente la cantidad de crédito disponible. El crecimiento del consumo, medido mediante las ventas minoristas, lleva tiempo alejado de los dobles dígitos. Y la inflación, de acuerdo con este escenario, se mantiene en un rango bajo del 1,8%.
Todas estas variables, por tanto, indican un ciclo moderadamente expansivo de la política monetaria china. Aproximadamente un tercio del dinero adicional disponible, tras este recorte sobre el Ratio de Reservas Bancarias (50 puntos básicos), se destinará a crédito para PYMES. El resto, según estimaciones del propio PBOC, servirá para relanzar los swaps de deuda por capital (mediante este programa, los bancos canjean sus créditos de dudoso cobro, en empresas chinas, por acciones). Y la depreciación del Yuan, colateralmente, también debería servir para estimular las exportaciones, siempre con permiso de Estados Unidos, que está incrementando los aranceles a China.
Con todo, la economía china necesita un impulso, o sea, una política monetaria más laxa dentro del corto plazo. La bolsa de Shanghai lo está pidiendo a gritos, según parece, toda vez que este ejercicio se ha dejado un nada desdeñable 22%.
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