¿Una cuarta revolución industrial en Asia?

No se trata de responder afirmativa o negativamente a estas u otras cuestiones. Pocos dudan de que todos estos cambios acabarán siendo una realidad. Y pueden acelerarse, incluso, con la crisis del COVID-19.

La cuarta revolución industrial, parafraseando a Klaus Schwab, está aquí. El fundador del Foro Económico Mundial lleva, desde hace tiempo, advirtiendo sobre la disrupción tecnológica. Es decir: sobre la necesidad decreciente de horas dedicadas al trabajo, o trabajadores, para producir una misma unidad del PIB.

El incremento exponencial de nuestro bienestar material, con costes marginales cercanos a cero, es una realidad en cada vez más industrias. Por ejemplo, gracias a tecnologías como la impresión 3D, consistente en crear un objeto físico directamente desde modelos o dibujos digitales. China, hace seis años, consiguió implantar con éxito una vértebra humana impresa en 3D.

Dentro de este ámbito, el primer automóvil impreso con tecnología 3D saldrá a la venta en 2025, según estimaciones del FEM. El fondo DKV, con base en Hong Kong, ha dado voto a un algoritmo dentro de su junta directiva. De los cinco países con más robots industriales instalados en sus fábricas, tres son asiáticos (China, Japón o Corea del Sur). Singapur revolucionado el urbanismo fomentando sistemas de estacionamiento, limpieza e iluminación inteligentes. Y otros avances desarrollados desde China, como la edición del genoma humano, no tiene limitaciones técnicas sino éticas. En innovación tecnológica, conviene recordarlo, China ha alcanzado el 50% del nivel de la UE.

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