La llaman la Revolución 4.0, por los cambios que se están produciendo en la manera de trabajar y, sobre todo en la manera de vivir. Y, como sucede en todas las revoluciones, las consecuencias que tendrá la actual se encuentra ante interrogantes sin resolver. El principal, si la población podrá adaptarse a un contexto en […]
NacionalDirigentes Digital
| 13 dic 2018
La llaman la Revolución 4.0, por los cambios que se están produciendo en la manera de trabajar y, sobre todo en la manera de vivir. Y, como sucede en todas las revoluciones, las consecuencias que tendrá la actual se encuentra ante interrogantes sin resolver. El principal, si la población podrá adaptarse a un contexto en el que la tecnología consiga desarrollar la gran mayoría de los puestos de trabajo mecánicos.
En opinión de Seth G. Benzell, asociado del Massachusetts Institute of Technology (MIT), esta no es la Cuarta Revolución Industrial, sino la Tercera. La transformación que se está viviendo ahora, la relacionada con lo digital, es comparable a la invención del motor del vapor o a la revolución neolítica, cuando el ser humano comenzó a tomar conciencia de las posibilidades de la agricultura.
Así lo ha explicado durante un encuentro organizado por Afi con la colaboración de Instituto Santalucía al que también ha asistido DIRIGENTES. Según ha comentado Benzell, existen tres aspectos principales que han cambiado debido al desembarco que ha realizado la tecnología en el ámbito laboral. En primer lugar, se ha reducido la cuota de trabajo, es decir, se necesita menos gente que trabaje porque las herramientas tecnológicas consiguen hacerlo de una manera más eficiente. En ese sentido, Benzell afirma que “no necesitamos que la gente trabaje 40 horas a la semana”.
La segunda arista que ha provocado y está provocando la digitalización es la polarización del empleo. En parte, se trata de un aspecto que está relacionado con la primera cuestión, dado que el trabajo produce más a día de hoy. No obstante, las personas que laboran con las máquinas tienen salarios más bajos, a pesar de que la productividad es mayor. Lo que ocurre es que existe la “mala noticia” para los trabajadores de que hay “pocas tareas que las máquinas no puedan aprender”, lo que llevará a un modelo de trabajo muy distinto del de hoy en día.
En tercer lugar, se ha originado un ecosistema de “superestrellas”, según cree Benzell. Eso significa que existen una serie de empresas y de trabajadores que han acumulado todas las ganancias que ha supuesto la introducción de nuevas herramientas tecnológicas. Por un lado, se han beneficiado las grandes empresas que han encontrado tecnologías innovadoras y, por otro, los trabajadores que han sabido liderar esos cambios.
No en vano empresas creadas recientemente compiten en ganancias con otras compañías con estructuras tradicionales. Por ejemplo, Uber precisa 7.000 empleados para mantener una compañía valorada en 60.000 millones de dólares, mientras que una entidad como BMW necesita 116 mil trabajadores, cuando su valor es de 55.000 millones de dólares.
No hay que desdeñar el potencial que tiene la inteligencia artificial a la hora de aportar crecimiento económico. El 1,7% del PIB de España puede estar impulsado por esta tecnología, mientras que el 12% de los empleos en España estarán totalmente automatizados en el medio plazo. Es por ello que Nuria Oliver, directora de Investigación de Vodafone, considera que los actuales modelos de pensiones, trabajo y educación se encuentran “obsoletos”.
Por ello, critica la inacción de las autoridades frente a una realidad que se impone cada día. “No creo que los gobiernos estén pensando en esto”, critica Oliver. Desde ese punto de vista, la jubilación puede plantearse de una forma distinta. Su idea es que en lo que ahora conocemos como jubilación, una persona pueda realizar un trabajo parcial, en la medida en la que conserve capacidades para hacerlo y no se trate de un trabajo físico.