El publicitario Karl Jacobi tiene mucho valor. Se queja abiertamente de lo que él llama “nacionalismo catalán”. El empresario vive desde hace tres décadas en Barcelona, donde ahora quiere presentarse como alcalde el año que viene, aunque es consciente: “Quién se rebela contra el actual gobierno autónomo está en peligro. Yo sufro ya acoso”, reconoce […]
NacionalDirigentes Digital
| 18 dic 2018
El publicitario Karl Jacobi tiene mucho valor. Se queja abiertamente de lo que él llama “nacionalismo catalán”. El empresario vive desde hace tres décadas en Barcelona, donde ahora quiere presentarse como alcalde el año que viene, aunque es consciente: “Quién se rebela contra el actual gobierno autónomo está en peligro. Yo sufro ya acoso”, reconoce Jacobi. Aunque subraya su independencia política, se presenta con el partido ‘Nosotros’, una nueva formación nacional de poco prestigio por el momento, creado por el exconcejal del PPC. Óscar Bermán fue expulsado de las filas populares tras afirmar que la actual alcadesa Ada Colau “debería estar fregando suelos y no haciendo de alcaldesa”.
Si ocurre lo poco probable y Jacobi gana la alcaldía de Barcelona, será más bien por su aliada, Victoria Álvarez. La ex novia del hijo de Jordi Pujol fue una testigo clave para destapar el caso de corrupción que sigue sin revelarse por completo. Ella ejerció de presentadora en la primera gran rueda de prensa de Jacobi. El alemán anuncia en un español con mucho acento alemán que quiere poner “orden y disciplina” en la ciudad condal que cada vez es “más sucia y peligrosa”, según Jacobi. Dice que ya se registran en Barcelona 600 delitos al día. Por todo ello, para muchos empresarios alemanes en Cataluña confiesan “sentir cierta vergüenza” sobre lo que está pasandoy temor, aunque también enfado con los políticos españoles. Un directivo de una empresa grande alemana dice: “Si todo sigue así vamos a vender la producción”. Este viernes en el consejo de ministros algunos predicen por los avisos de los CDRs ya el primer muerto en las calles: “Si pasamos esta barrera, comenzará un escenario muy feo”, dice un empresario alemán que vive en Barcelona.
LAS EMPRESAS ALEMANAS Y EL CAPITAL CATALÁN SIGUEN FUGÁNDOSE
La mayoría de los ejecutivos alemanes no se pronuncia abiertamente contra el separatismo, a pesar de que los activos de la industria alemana en Cataluña son importantes. Solamente en secreto reconocen que están muy preocupados por el hecho de que un año después de las elecciones no se haya solucionado todavía el conflicto con el gobierno español. Pero nadie quiere que salga su nombre. De todos modos, aplicar el artículo 155 de la constitución no les parece una buena solución: “Ya ha fracasado una vez”, dice uno. El Bundesbank calcula que hay 1.300 empresas en la región autónoma. Más de la mitad ya tenían un protocolo de salida después del referéndum el 1 de octubre de 2017. “Ahora son más, Seat incluido, pero no lo hacen público por las represalias”, confirma Jacobi. El hombre calvo está ya medio jubilado y con sus 70 años no tiene miedo de los separatistas cada vez más violentos. Ya en una reunión con empresarios alemanes y el gobierno separatista, al principio de este año, mandaba al ponente Roger Torrent y Co. “todos a la cárcel“. Desde entonces, es casi una estrella de la televisión española, por lo menos él se ve así.
Un empresario alemán está muy irritado con ambos lados políticos, –Madrid y Barcelona- que polemizan el asunto y critican que no haya un pacto por parte de los grandes partidos para acabar con el conflicto: “Pedir el artículo 155 en esta situación es muy fácil, pero no es la solución”. Cuenta que muchos de sus amigos ricos catalanes ya han trasladado su dinero al extranjero. Él mismo ha creado una empresa B en Madrid para que en caso de independencia o caos ésta se haga cargo de los ingresos y activos de la producción en Cataluña. A él y a todos aquellos que quieran formar parte de España, Jacobi quiere ayudar. ¿Está loco el alemán de derechas?: “Después de la intervención con Torrent, he recibido 10.000 emails que me sugirieron que entre en la política y persiga estos objetivos de ordenar y tranquilizar Barcelona otra vez. Me sentía casi obligado”.