Para 2019, Mapfre prevé en su Panorama Económico y Sectorial una desaceleración económica global con tres características: crecientemente asincrónica y frágil; menos intensa en actividad e inflación, y con condiciones financieras menos favorables y divergentes. El cambio de ciclo sería esencialmente ordenado, y no una crisis recesiva global por el momento. La economía global parece […]
NacionalDirigentes Digital
| 14 feb 2019
Para 2019, Mapfre prevé en su Panorama Económico y Sectorial una desaceleración económica global con tres características: crecientemente asincrónica y frágil; menos intensa en actividad e inflación, y con condiciones financieras menos favorables y divergentes. El cambio de ciclo sería esencialmente ordenado, y no una crisis recesiva global por el momento.
La economía global parece estar agotando su ciclo desacelerándose hasta alcanzar una tasa de crecimiento cercana al 3,6% en 2018. En este proceso, es destacable el papel protagonista de la economía de Estados Unidos a través de su posición en la tensión arancelaria con China, el inminente cese de los efectos de las ventajas fiscales activadas por la administración Trump y el efecto de la normalización monetaria por parte de la Reserva Federal.
En lo relativo a los niveles de actividad económica, Mapfre estima en su Panorama Económico y Sectorial un crecimiento global en 2019 cercano al 3,3%, situándose la brecha de producto en torno al 0,3%. Los mercados desarrollados crecerán levemente por debajo del 2%, apoyados en la demanda doméstica que en parte sustituirá al sector exterior gracias al desarrollo de la renta real, al estrecho mercado laboral, las aún laxas condiciones financieras, y un amplio efecto riqueza real y financiera que apoye el consumo. Todo ello en un contexto de poco apalancamiento privado, en general, en los países desarrollados.
ESTADOS UNIDOS Y CHINA, PROTAGONISTAS
Los mercados emergentes, por su parte, crecerán en el entorno del 5%, apoyados en condiciones financieras globales que podrían ser menos desfavorables cuando se relaje el efecto de la depreciación de sus monedas y terminen el acompañamiento alcista de tipos de interés en respuesta a la normalización monetaria de la Reserva Federal.
Especial mención merece el carácter heterogéneo del momento cíclico global presente tanto en los mercados desarrollados como en los emergentes, con la particularidad de que ambas zonas han llegado hasta la situación actual de la mano de políticas pro-cíclicas que, de no ser administradas correctamente, pueden llegar a originar un evento recesivo global, aunque este no es el escenario base de este informe.
La inflación global también presenta un fuerte carácter heterogéneo. Mientras que Estados Unidos ha alcanzado virtualmente su objetivo implícito de inflación, la inflación subyacente de la Eurozona y Japón permanece muy débil, alertando posibles indicios de una nueva fase de atonía en la actividad económica. La inflación general, además, viene determinada en gran parte por la corrección de los precios del crudo, que lejos de ser una buena noticia el reflejo en parte de la desaceleración global.
DISCRECIÓN EN LA FED Y EL BCE
Por otra parte, la política monetaria global viene delineada por la neutralidad de la Reserva Federal, la laxitud del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de Japón, y por el reciente endurecimiento de la postura monetaria de los países emergentes, alineados de facto con el sistema financiero de los Estados Unidos. De cara a 2019, dado el momento cíclico y el anclaje de las expectativas de inflación, se espera que en Estados Unidos los tipos de interés no superen la tasa natural/ neutral, que estimamos en el 3%. El BCE, por su parte, mantendrá un sesgo todavía laxo debido al deterioro de la actividad y la inflación subyacente.
En diciembre pasado, el BCE anunció el fin de la compra de activos manteniendo por el momento la reinversión del principal, pero mantuvo el tipo de referencia al 0%, a la par que intentó anticipar la percepción que podría tener el retrasar la subida del tipo de interés referencia. Las divergencias en la política monetaria de los Estados Unidos y el resto de mercados desarrollados, se traducirán en el mantenimiento de un dólar relativamente apreciado, especialmente frente al Euro y al Yen. Por su parte, el banco central de China ha relajado momentáneamente su política monetaria en 2018, pero es previsible que restaure la normalidad a lo largo de 2019.
La situación económica actual puede suponer una oportunidad para revertir la pro-ciclicidad que se ha venido dando en los últimos años. La economía estadounidense ha crecido impulsada por una reducción de su balance estructural en un contexto de laxitud monetaria, lo que ha desembocado en una serie de desequilibrios domésticos que han permeado tanto en Estados Unidos como en terceros países, especialmente en los mercados emergentes a través del canal de flujos de cartera. La reversión abrupta de esta pro-ciclicidad de la política económica podría traducir nuestro escenario central en uno de riesgo, pero debe considerarse una situación de baja probabilidad puesto que los indicadores que anuncian el cambio de ciclo no apuntan a una recesión global.
DESACELERACIÓN GRADUAL Y CÍCLICA
Tras alcanzar su máximo cíclico en el segundo trimestre de 2018, la economía global se ha ido desacelerando gradualmente hasta alcanzar una tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) cercana al 3,6% en la totalidad del año 2018, en línea con el tendencial global de la actividad económica. En este contexto, las economías emergentes crecieron en este año cerca del 4,7%, mientras que los mercados desarrollados lo hicieron en el entorno al 2,2%. El dato de crecimiento económico del 2018 marca claramente el inicio de la senda de desaceleración gradual y ordenada que se venía anticipando desde finales del año 2017. De hecho, el crecimiento global actual se ubica 0,2% puntos por debajo del máximo alcanzado durante el último quinquenio, por lo que puede decirse que la economía global se adentra en un nuevo ciclo.