Entramos en una década que, de seguro, estará marcada por la crisis climática. Tanto sus defensores como sus detractores pondrán el foco en esta cuestión. Para analizar el punto de partida de los diferentes países, es importante conocer su comportamiento en los años predecesores. Y la Agencia Internacional de Energía ilustra una tendencia: mientras que […]
NacionalDirigentes Digital
| 03 ene 2020
Entramos en una década que, de seguro, estará marcada por la crisis climática. Tanto sus defensores como sus detractores pondrán el foco en esta cuestión. Para analizar el punto de partida de los diferentes países, es importante conocer su comportamiento en los años predecesores. Y la Agencia Internacional de Energía ilustra una tendencia: mientras que Estados Unidos, Australia, Alemania y Polonia registraron disminuciones, los países no pertenecientes a la OCDE aumentaron la producción.
Esta información se puede contrastar fácilmente: en 2018, el consumo global total de carbón en términos de energía aumentó en un 1,2% a nivel mundial, ya que mientras que en los países miembros de la OCDE disminuyó en un 3,2%, el resto lo aumentó en un 2,5%. De hecho, el consumo de carbón de la OCDE alcanzó su nivel más bajo desde 1976, un 27,4% más bajo con respecto al máximo de carbón alcanzado por la OCDE en 2007.
En todo este escenario aparece una figura clave: el desarrollo asiático. La ONU explica que “se espera que la región se convierta en un impulsora clave de las tendencias energéticas mundiales en los próximos 20 años”. Y es que millones de personas en el sudeste asiático han obtenido acceso a la electricidad desde el año 2000, y la zona podrá contar con el acceso universal para 2030.
Concretamente, Indonesia, Vietnam y Filipinas tienen la mayor cartera de plantas de carbón de la región. Pero no están solos en el uso masivo de esta fuente de energía en el continente.
Los países asiáticos más ricos también están financiando el carbón más allá de sus fronteras: las agencias financieras estatales en China, Japón y corea del Sur son ahora, respectivamente, las mayores fuentes de financiamiento para plantas de carbón en otros países: la investigación muestra que China fue la fuente internacional más grande de financiamiento para el carbón, comprometiendo más de 1.700 millones de dólares entre 2015 y 2016.
Esto demuestra que todavía queda mucho por hacer pero, de cara a la nueva década, se dibuja un horizonte positivo: el número de plantas actualmente planificadas están disminuyendo.