Con la que está cayendo en el sector financiero, se antoja una temeridad que haya empresas que pretendan hacerse un hueco en un contexto en que los márgenes son tan reducidos para la banca tradicional. No obstante, ese es precisamente el enfoque de las compañías que tratan de colarse, hacer las cosas de una forma […]
NacionalDirigentes Digital
| 25 nov 2019
Con la que está cayendo en el sector financiero, se antoja una temeridad que haya empresas que pretendan hacerse un hueco en un contexto en que los márgenes son tan reducidos para la banca tradicional. No obstante, ese es precisamente el enfoque de las compañías que tratan de colarse, hacer las cosas de una forma distinta a la de los bancos de toda la vida.
Eso es lo que demuestra la reciente aparición de Orange Bank en España, dos años después de iniciar su andadura en Francia. Narciso Perales, director general de Orange Bank España, identificó durante la presentación que “hay una oportunidad en los servicios financieros”, si bien criticó que los bancos afrontan sus problemas actuales con soluciones y tecnología del siglo XX.
Lo que tienen estas compañías de telecomunicaciones y no tienen las emergentes fintech es una relación con el cliente estable. Su marca y su experiencia les avalan, como sucede en el caso de Orange. En ese sentido, el problema de confianza con el que cuentan estos neobancos no existe en el caso de compañías como Orange. Además, aunque las fintech dispongan de plataformas tecnológicas útiles, no suelen dirigirse a proporcionar soluciones globales, sino que se enfocan a nichos concretos del negocio bancario.
Con respecto a la banca tradicional, las compañías de telecomunicaciones tienen una flexibilidad que les viene dada por su naturaleza tecnológica. En ese sentido, las plataformas digitales pueden actualizarse con una mayor facilidad y agilidad, algo que no pueden hacer los grandes bancos. “No son flexibles, les cuesta muchísimo”, explicaba Perales.
Hay que tener en cuenta que las dificultades de los bancos para afrontar este problema tiene que ver con sus estructuras. Afrontan la transformación digital con “una estructura de costes altísima” que les impide estar preparadas para dar una respuesta ágil a las necesidades del mercado. En el caso de Orange Bank, pretende dar un servicio de calidad con una plantilla de apenas 100 empleados, cifras incomparables a las que maneja la banca tradicional.
Así, tanto su marca como su reducida estructura de costes suponen dos importantes bazas para las compañías de telecomunicaciones para ofrecer alternativas en el negocio bancario. Por un lado, cuentan con una relación con el cliente ya estabilizada, por lo que no se enfrentan al coste de crear una marca y lanzarse a la conquista del cliente; por otro, disponen de plataformas tecnológicas que les permiten operar sin necesidad de afrontar grandes costes, lo que resulta en productos más atractivos para los usuarios.