Si no fuera por los 685 millones de euros que ha supuesto para CaixaBank el ajuste laboral de 2019, su presidente, Jordi Gual, tendría pocos motivos para argumentar que el año pasado fue “un año difícil”. No obstante, 2019 estuvo marcado por cuestiones como el brexit, la guerra comercial y un entorno de tipos de […]
NacionalDirigentes Digital
| 31 ene 2020
Si no fuera por los 685 millones de euros que ha supuesto para CaixaBank el ajuste laboral de 2019, su presidente, Jordi Gual, tendría pocos motivos para argumentar que el año pasado fue “un año difícil”. No obstante, 2019 estuvo marcado por cuestiones como el brexit, la guerra comercial y un entorno de tipos de interés en mínimo, lo que refuerza la idea de que el año pasado fue un buen año para CaixaBank, si se tiene en cuenta que, al margen de los costes por el acuerdo laboral, la entidad mejora sus resultados en un 20%. El propio consejero delegado, Gonzalo Gortázar, se ha referido al acuerdo laboral como “un gasto relevante”.
La explicación de Gual durante la presentación de resultados trata de defender la gestión de su banco que, según ha explicado “ha sabido dar respuesta al entorno, siendo fieles a nuestra manera de hacer banca”. En cualquier caso, el presidente de la entidad ha remarcado los diversos desafíos a los que se enfrenta el sector, como la digitalización, y ha hecho especial hincapié en la política del Banco Central Europeo en materia monetaria: “2020 será desafiante”.
Ha hecho alusión a que es una política cuyas consecuencias son inciertas, y prueba de ello son las tres modificaciones que llevó a cabo durante el año pasado la Reserva Federal. Gual afirma que “las bajadas de tipos y las inyecciones de liquidez sin duda han tenido efectos beneficiosos a nivel macroeconómico”. Por el contrario, le preocupa el mantenimiento de la misma política: “Es evidente que la capacidad de la política monetaria para estimular la economía es escasa y puede conllevar riesgos como ha dicho el propio BCE”. En esa línea, para Gual la clave está en que la política monetaria sea acompañada de políticas estructurales y fiscales de los gobiernos.
En todo caso, Gual ha explicado que su banco se mantendrá alerta ante esta situación: “La prudencia nos aconseja actuar como si estos tipos de interés se mantuvieran de forma indefinida aunque tarde o temprano volverán a subir (…). Trabajamos con las hipótesis que nos da el mercado, y eso significa que la situación no cambiará hasta mediados de 2021, pero no cabe duda de que la situación es excepcional y extraña”.
Por otra parte, ante la posibilidad de que los bancos españoles opten por fusionarse, Gual no ha dudado en rechazar cualquier opción: “Las distracciones de fusiones no nos interesan”. En cuanto a la posible competencia el presidente pide que se igualen las reglas para todos: “Pedimos un tratamiento equilibrado entre competidores que vienen de distintos sectores. Que ningún competidor disponga de ventaja”
En otro orden de cosas, Gual ha dado a conocer qué expectativas tiene de cómo va a actuar el Gobierno. En su opinión, el gobierno de coalición “da estabilidad al país y aporta la perspectiva de que habrá actividad legislativa”. A pesar de ese comentario, deja entrever que no termina de fiarse, al decir que “es bueno que la Comisión Europea mantengan cierta vigilancia en esa senda de consolidación fiscal que España no debe abandonar”.
En todo caso, Gual cree que las políticas económicas y sociales que plantea el nuevo gobierno pueden ser compatibles con el fortalecimiento de esa senda de consolidación fiscal. “Se trata de combinar eficiencia y equidad, y de que las políticas sean equilibradas”, ha razonado. Asimismo, ha rechazado un posible alza de impuestos para el sector bancario.