La vigilancia para asegurar la competencia en la Unión Europea se ha transformado en un arma de doble filo. Desde las instituciones comunitarias no se quiere que ninguna empresa llegue a tener un monopolio sobre ningún mercado y, de hecho, cada posibilidad de fusión se mira con lupa para que no se generen desequilibrios. En […]
NacionalDirigentes Digital
| 03 mar 2020
La vigilancia para asegurar la competencia en la Unión Europea se ha transformado en un arma de doble filo. Desde las instituciones comunitarias no se quiere que ninguna empresa llegue a tener un monopolio sobre ningún mercado y, de hecho, cada posibilidad de fusión se mira con lupa para que no se generen desequilibrios.
En este caso, un exceso de control asegura que la competencia se desarrolle en el sentido más estricto de la palabra, pero supone un obstáculo para las empresas que encuentran un nuevo maná. La comparación entre Europa y las dos principales potencias mundiales es sonrojante, ya que frente a las compañías chinas y estadounidenses nacidas en este siglo y con un alto componente tecnológico, el Viejo Continente cuenta con empresas tradicionales que apenas se han transformado en los últimos años.
Durante la Convención Azul, que se celebró en Madrid el pasado mes de febrero, varios especialistas analizaron por qué Europa continúa yendo por detrás de Estados Unidos en tecnología. Una de las conclusiones es que la regulación influye y que, por ese mismo motivo, debe mantener un equilibrio. Arminio Muñoz, director de Relaciones Institucionales en España y Portugal para Mastercard, advirtió de que, si bien la regulación debe ser estricta para proteger a los usuarios, también debe ser lo suficientemente flexible para dar pie a la innovación.
Por su parte, Robert Gerber, de la embajada estadounidense en Islandia, afirmó que se está produciendo una convergencia entre la regulación europea y la de su país. En ese sentido, aunque Estados Unidos no tenía normativa en materia de privacidad, California ha comenzado a preparar una legislación al respecto. No obstante, Gerber cree que la apertura y la confluencia normativa puede favorecer a ambas economías.
En referencia a la normativa, Pascual Fernández, vicepresidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España, abunda en que la protección de los datos debe ser una cuestión en la que los gobiernos tomen posiciones. Lo que sí fue objeto de crítica es la mutabilidad de la legislación por los cambios políticos.
Marta Cantero, de CUNEF, puso el foco en la “ambigüedad de las legislaciones nacionales”, que tienen gran dependencia de los distintos gobiernos. Por ello, cuando se habla de impuestos para gravar las actividades digitales, le parece importante definir qué actividades son esas y qué beneficios o perjuicios pueden tener las tasas digitales. Frente a esa disyuntiva, Cantero insta a los distintos gobiernos a unirse para dar una respuesta común.
Lo contrario, tal y como expresó James Wharton, antiguo subsecretario de Estado británico para el Desarrollo Internacional, lleva a impactos que repercuten “directamente al consumidor”. Para Wharton, es importante valorar “quién va a recibir el golpe”. Desde su punto de vista, “los impuestos no son buenos ni necesarios y las restricciones frenan el crecimiento”. En esencia, lo que provoca un exceso de regulación es que los ciudadanos “no puedan elegir” y se obstaculice la competencia, al contrario de lo que se pretende.
El economista Daniel Lacalle coincide con la perspectiva de Wharton, y cree que es urgente “preguntarse por qué Europa no genera gigantes tecnológicos”. Lacalle afirma que el recelo que existe contra grandes compañías como Amazon o Google tiene que ver con la destrucción de empleo, por ello “hay que demostrar que se destruyen y que también se crean”. No obstante, Lacalle dejó en el aire una reflexión acerca de por qué el sector público es el único segmento en el que no se destruye empleo. “Nos han hecho creer que las Bigtech son el enemigo y no es así, la tecnología es una oportunidad para dar mejores servicios de manera eficiente”, concluyó.