Yvonne Hepp se siente casi como una española. Desde hace 30 años vive con su madre en Mallorca: “Ella y su bar “Erna’s Vino y más” son una institución aquí en Pagueras, también entre la gente local”, cuenta la alemana nacida en Friburgo. Antes de la pandemia organizaban en su local, un sitio pequeño, varios […]
NacionalDirigentes Digital
| 24 may 2021
Yvonne Hepp se siente casi como una española. Desde hace 30 años vive con su madre en Mallorca: “Ella y su bar “Erna’s Vino y más” son una institución aquí en Pagueras, también entre la gente local”, cuenta la alemana nacida en Friburgo. Antes de la pandemia organizaban en su local, un sitio pequeño, varios conciertos a la semana con cien personas a la vez: “Con músicos de la isla, porque esto ha sido siempre mucho más que un bar, un sitio de encuentro entre todos. Aquí hacemos peña”. El futuro es oscuro, a pesar de las vacunas. La pandemia les ha sorprendido en un momento de mucho éxito pero sin grandes ahorros: “Es emocionante el enorme cariño que hemos experimentado por parte de nuestros clientes”. Muchos son residentes en la isla pero también alemanes que vienen regularmente a la playa de Pagueras y acuden al bar: “Nos han enviado dinero y paquetes. A veces hasta ropa, aunque les he dicho que no nos hace falta. Ha sido algo impresionante.” La organización empresarial de la isla Pimem cree que el 40% de los bares y restaurantes van a morir este año. Por ello su presidente Jordi Mora cree que hay que abrir la economía un poco más.
La pandemia no solamente afecta al sector hotelero sino también a los agricultores mallorquines. La alemana de 47 años Nicky Neumann les ha ayudado en la cosecha para que no pierdan toda la temporada y ha llevado patatas, judías y frutas a familias necesitadas: “Era mucho trabajo físico pero hay que pensar en que esta crisis nos afecta a todos.” Neumann vende casas para la empresa alemana Porta Mallorquina: “Ahora que vuelven mis clientes tengo que reducir mi ayuda y ganar dinero para mí otra vez”. Lo que vive Mallorca actualmente es una ola de solidaridad extraordinaria, algo muy positivo en un contexto triste para mucha gente. “Sin todo ello, mi familia y mis amigos, yo estaría ya en la bancarrota”, admite Hepp de 37 años que no tiene otra cosa que el trabajo en el bar: “Menos más que no tengo hijos”. Ella ha redirigido esta ayuda que le llega desde el principio del confinamiento a una iniciativa que se llama “Pagueras helps Pagueras”.
Hepp compra comida para todos los que están como ella esperando que lleguen las ayudas públicas: “Se retrasan mucho con los pagos de los ERTE”. Al principio le han dejado un local para distribuir los productos a las familias necesitadas. Sin embargo, Hepp se ha unido al “Foodbank de Santa Ponsa”, un comedor social, para llegar a más gente y para sumar fuerzas. Viendo todo esto el abogado alemán Tim Wirth, residente en Mallorca, se enfada con los muchos alemanes que se quejan sobre las actuales restricciones en su país, y al mismo tiempo no quieren que se vayan sus compatriotas a la isla. Hepp no entiende esto y tampoco la gestión de las ayudas en España: “Es un desastre cómo funciona la administración pública aquí.” Según ella el bar no volverá a cierta normalidad antes de septiembre: “Son muchos meses sin cobrar lo suficiente para pagar todas las facturas fijas que hay”.
Aunque algunos de los medios de comunicación en Alemania y España pintan las vacaciones en Mallorca como casi un delito en plena pandemia, por el momento los miles de turistas que han llegado a la isla experimentan una vida muy limitada que no tiene nada que ver con lo que eran las vacaciones en España antes y tampoco con el día a día en Madrid, donde casi se hace vida normal: muchos hoteles y restaurantes no están abiertos en las islas y a las 17h se cierra todo. Además, los turistas no pueden estar en el interior del bar, solamente en la terraza. “Por suerte tenemos una pequeña terraza”, dice Hepp pero las temperaturas tampoco son tan altas todavía para obtener rendimiento. Es un esfuerzo venir porque para entrar en Mallorca y volver a Alemania todos tienen que hacerse una prueba Covid-19. Solo los negativos pueden volar. Quien enferma durante la estancia se queda en un hotel de cuarenta especial y los gastos los tiene que pagar el turista.
Mallorca quiere evitar proyectar una imagen basada en fiestas ilegales organizadas por extranjeros por eso las televisiones no son muy bien recibidas en la isla. El sector pretende reforzar un turismo seguro pero esto significa también que para el sector estos alemanes que llegan en abril no les salvarán la vida. “La apertura ahora es como recordar que hemos sobrevivido pero nada más”, dice Tom Mardorf. Mallorca vivirá cambios sustanciales en el futuro. El alemán de 58 años tiene viviendas en la isla aunque vive normalmente en Miami. Junto con Hepp ha dirigido el Foodbank Santa Ponsa, al que inesperadamente han tenido que pedir comida personas de clase media: “Me ha dejado con el corazón roto. Hacía mucho tiempo que no venía a Mallorca y ahora ver esto, duele”.
Mientras, lugares como Benidorm esperan que continúe el turismo en 2022 igual que en 2019, en Mallorca han entendido el mensaje de la pandemia: “Estamos trabajando desde hace mucho tiempo en una transformación de la economía balear en algo más sostenible. En Mallorca no vamos a poder seguir como antes. Esta crisis ha hecho algo con nosotros. Las experiencias han sido traumáticas”, dice Javier Pasquet, concejal de turismo en Calvià, Mallorca. Las Baleares ya son un centro de excelencia en conocimiento hotelero pero faltan más historias de éxito como la de Sampol, que empezó en 1934 como taller de reparación de radios y es hoy un grupo que supera los 150 millones de euros en facturación, convirtiéndose en un referente en el mundo de la ingeniería aplicada, con delegaciones en distintos países.