Al cliente ya no le basta con comprar el producto elegido. Ni siquiera lo más importante es conocer de la materia prima que está hecho o cuánto es de perjudicial para la salud, como ocurrió con la campaña “anti aceite de palma”. El consumidor, además, quiere saber el verdadero impacto de su adquisición en el […]
NacionalDirigentes Digital
| 01 jun 2022
Al cliente ya no le basta con comprar el producto elegido. Ni siquiera lo más importante es conocer de la materia prima que está hecho o cuánto es de perjudicial para la salud, como ocurrió con la campaña “anti aceite de palma”. El consumidor, además, quiere saber el verdadero impacto de su adquisición en el planeta Tierra.
Dos nuevos conceptos han nacido en el mundo del marketing y, como era de esperar, han sabido elegir el momento exacto de su aparición. El greenwashing y socialwashing, saben cómo hacer para que el consumidor piense que está actuando a favor de la sostenibilidad, ecológica y social, a través del producto. Crear una necesidad del cliente hacia un producto o marca a la vez que se combate contra el impacto ambiental.
Apostar por un mercado sostenible es loable y hasta necesario. El problema comienza cuando, en nombre de lo respetuoso con el medio ambiente, las marcas se benefician y aumentan el número de etiquetas categorizadas como ecológicas y sostenibles, aunque no lo sean. Recientemente, el estudio El Consumo Sostenible en España 2022 corrobora que, existe un gran número de productos con información engañosa en su etiquetado.
Es en este punto donde aparece la figura de la Auditoría Social. Esta herramienta parte de la Economía Solidaria, cuyo objetivo es que las empresas aboguen por la transparencia en sus servicios de cara al público, también en lo que refiere a lo sostenible.
Paulatinamente, son más las empresas que recurren a terceras para valorar su impacto medioambiental y realizar una Auditoría Social que les inste la realidad de su actividad. A través de una serie de preguntas e indicadores comunes recogidos en una herramienta tecnológica, la empresa de auditoría expone los resultados con la pertinente valoración del impacto medioambiental de la empresa en estudio.
No obstante, no existe un sello oficial, por el momento, que otorgue cuán sostenible es una empresa o no. Ello no exime que las Auditorías Sociales se adapten a cada organización y realicen un exhaustivo examen basado en los principios de Economía Solidaria. El resultado es lo que garantiza la buena labor empresarial para con el medio ambiente.
La sobreinformación a la que está expuesta el consumidor en la actualidad, no siempre es real. Lo bueno de ello, es que lo sabe y cada vez existe un público más interesado por conocer el impacto las marcas que consumen en la sociedad y el medioambiente.
La aparición de la pandemia se puede tomar como punto de inflexión en ese momento en el que el consumidor se interesa especialmente por el impacto de lo que compra, también en cuanto a cómo afecta en su salud. Y es que, desde la Covid, las personas no están dispuestas a adquirir cualquier producto, mucho menos que puedan ser nocivos para su salud.
Otro de los datos que más interesan de los productos es la procedencia o el lugar de elaboración. El consumidor cada vez es más consciente de la importancia que tiene hacer apología del producto nacional, acrecentado además por conflictos sociales como la actual guerra de Ucrania.
Cada vez son más los españoles que afirman que este tipo de etiquetas o certificados ecológicos y sociales influyen positivamente en su elección de compra. No obstante, la inundación de información puede llegar a confundir al consumidor entre lo que es y no es realmente sostenible. En la actualidad, existen tantos sellos ecológicos que, lejos de ayudar al comprador, les aleja del significado real y su verdadero impacto socio-ecológico.