En una coyuntura donde los costes laborales no dejan de aumentar, las empresas buscan vías novedosas para retener el talento. Con la inflación alcanzando cotas que no se recuerdan desde hace décadas, los dirigentes se ven obligados a recurrir a alternativas a las subidas salariales. La jornada laboral de cuatro días es una de estas vías […]
NacionalDirigentes Digital
| 31 oct 2022
En una coyuntura donde los costes laborales no dejan de aumentar, las empresas buscan vías novedosas para retener el talento. Con la inflación alcanzando cotas que no se recuerdan desde hace décadas, los dirigentes se ven obligados a recurrir a alternativas a las subidas salariales. La jornada laboral de cuatro días es una de estas vías para hacer a una empresa más atractiva para los empleados. Se trata de una modalidad que ha ido adquiriendo popularidad en los últimos años, pero que, en la actualidad, se limita a proyectos piloto en un selecto grupo de países, entre los que se encuentra España.
En España, hace más de un siglo –desde 1919– que el Gobierno aprobó la jornada de ocho horas diarias, sentando la base de la organización laboral y siendo uno de los primeros países que lo hacía por Ley. Eso sí, entonces lo más habitual era trabajar seis de los siete días de la semana (48 horas en total). En la actualidad, el artículo 34.1 del Estatuto de los Trabajadores fija la duración máxima de la jornada en “cuarenta horas semanales de trabajo efectivo de promedio en cómputo anual”.
En España, diferentes instituciones parecen interesadas en investigar el potencial de la jornada laboral de cuatro días. A nivel nacional, el ministerio de Industria, Comercio y Turismo busca financiar con 10 millones de euros la implantación de la jornada de cuatro días en 150 empresas. Además, la Comunidad Valenciana lanzó este verano una partida de ayudas a empresas privadas para probar este tipo de distribución del trabajo. En concreto, se ofrecen 5.492 euros de subvención por cada persona incorporada al Plan de reducción de jornada laboral durante el primer año. El plan cubre el primer trienio de implementación de esta modalidad, ofreciendo 2.746 y 1.373 euros durante el segundo y el tercer año, respectivamente. En ambos casos, se trata de proyectos incipientes de los que todavía no se han extraído conclusiones.
Entre los empleados, la idea de trabajar un día menos a la semana es más popular que entre los empresarios. Según un estudio del portal de búsqueda de empleo, Infojobs, el 62% de los españoles estaría dispuesto a probarla, manteniendo el sueldo y productividad y reduciendo las horas trabajadas. Si se les plantea la misma opción, pero sin la reducción proporcional del tiempo trabajado, menos participantes en la encuesta –55%– aseguran estar dispuestos a probarla. Es decir, la jornada laboral es popular entre los empleados, siempre que no suponga una pérdida de poder adquisitivo.
De hecho, si se plantea la hipótesis de perder la parte proporcional del salario que se deja de trabajar, el respaldo a la iniciativa cae hasta el 24% de los encuestados. Aun planteando la alternativa de una reducción salarial inferior al de número de horas trabajadas, el apoyo no llega a una cuarta parte de los trabajadores.
Otra conclusión llamativa del estudio es cómo decrece la popularidad de la propuesta según aumenta la edad de los participantes. El grupo comprendido entre los 35 y los 44 años es el que se muestra más optimista con la propuesta. En cambio, los que se encuentran más cercanos a la edad de jubilación ven problemas de productividad y motivación para implementar esta idea.
Por último, para el 83% de los encuestados, la implementación de esta modalidad en su empresa tendría un impacto positivo sobre la conciliación del trabajo con la vida personal. Además, el 75% considera que mejoraría su motivación laboral y el 62% cree que aumentaría la productividad laboral.