Comencé mi carrera como especialista técnico a finales del siglo pasado y, a lo largo de estos años, he sido testigo de diferentes desarrollos a nivel de plataforma que han revolucionado la forma en la que utilizamos nuestros dispositivos, desde los servidores hasta nuestros smartphones, siendo muchos de ellos cambios de gran alcance y positivamente […]
Dirigentes Digital
| 17 ene 2021
Comencé mi carrera como especialista técnico a finales del siglo pasado y, a lo largo de estos años, he sido testigo de diferentes desarrollos a nivel de plataforma que han revolucionado la forma en la que utilizamos nuestros dispositivos, desde los servidores hasta nuestros smartphones, siendo muchos de ellos cambios de gran alcance y positivamente disruptivos.
Actualmente formo parte de un equipo directivo que tiene la responsabilidad de abordar algunos de los principales desafíos tecnológicos a los que precisamente se enfrentan hoy los profesionales de TI. Y la verdad es que, tras lo vivido estos últimos meses, lo que tenemos por delante es todo un reto. En términos alpinísticos podríamos hablar de que nos enfrentamos al ascenso a una dura cima, con la pendiente y los vientos más duros que jamás hayamos visto. Por tanto, ¿qué podemos esperar realmente de nuestro futuro más inmediato?
A medida que nos vayamos adaptando a la nueva normalidad tras la pandemia, los departamentos de tecnología buscarán infraestructuras más flexibles y con mayor capacidad de adaptación. Esto puede provocar el despegue definitivo de la adopción de herramientas nativas cloud a todos los niveles, ya que los profesionales optarán por tecnologías que permitan “sacar” las aplicaciones de las ubicaciones físicas y utilizar servicios de datos y apps nativas cloud en un mundo donde predominará la nube híbrida.
Los efectos se sentirán tanto en las aplicaciones “tradicionales” como en las que nacen en la propia nube. Se requerirá algo de esfuerzo para hacer toda la migración, pero merecerá la pena a corto, medio y largo plazo.
En este sentido, los equipos informáticos seguirán necesitando –además- proporcionar seguridad y opciones de continuidad de negocio y recuperación ante desastres de todas las aplicaciones, incluyendo las nativas de la nube. Por ello, buscarán proveedores que sean capaces de unificar ambos mundos y ambos tipos de aplicaciones.
La tendencia de trasladar aplicaciones a proveedores de servicios de nube pública continuará. Cada vez habrá más empresas que empiecen a analizar sus datos y aplicaciones de forma más estratégica, tratando de definir qué aspectos de sus cargas de trabajo pueden beneficiarse de una mayor flexibilidad y de los servicios que ofrece la nube pública.
Pero al mismo tiempo, tendremos que ser conscientes de que los servicios de nube pública no son la panacea y aparecerán nuevos retos. Así, algunas organizaciones se encontrarán inevitablemente con situaciones complejas, en las que algunas de sus aplicaciones tradicionales, no nativas para la nube, requerirán un enorme esfuerzo de refactorización y reescritura para su migración, lo que generará en muchos casos costes prohibitivos. Por ello es muy probable que se revaloricen las tecnologías que permitan una refactorización más escalonada.
Si hubiera que elegir un nuevo “favorito” entre los desarrollos tecnológicos que han irrumpido en los últimos 18 meses para reforzar plataformas y herramientas, los ganadores serían la Inteligencia Artificial (IA) y el Aprendizaje Automático (Machine Learning). Cuando incorporemos este tipo de soluciones a la realización de tareas repetitivas, seremos capaces de mejorar los flujos de trabajo de los profesionales haciendo que se centren en actividades de mayor valor añadido.
Es evidente que la inteligencia artificial ayudará a mejorar todo tipo de procesos gracias a su capacidad para realizar análisis predictivos. Sin embargo, seguirá siendo una herramienta que ayude durante la toma de decisiones y no la solución que convierta a nuestro mundo en algo completamente autónomo. Los robots se están volviendo cada vez más inteligentes, pero la humanidad seguirá teniendo el control en el futuro cercano.
Volviendo a la analogía alpinística que comentaba anteriormente, lo importante en 2021 no será decidir si afrontar primero la ruta de escalada más compleja (con mayores desafíos tecnológicos) u optar por una vía más amable, aunque quizás más larga, sino ser conscientes de que, en cualquier caso, llegar a la cima merecerá la pena.