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Las fintech españolas, ante un otoño de retos y oportunidades

La llegada de septiembre marca el inicio del nuevo curso para miles de empresas en nuestro país, que contemplan la vuelta de las vacaciones como un escenario propicio para impulsar proyectos postergados o redoblar apuestas estratégicas destinadas al crecimiento. Las Fintech, en pleno auge y plagadas de potencialidades, afrontan la última etapa del año con […]

Dirigentes Digital

22 sep 2023

La llegada de septiembre marca el inicio del nuevo curso para miles de empresas en nuestro país, que contemplan la vuelta de las vacaciones como un escenario propicio para impulsar proyectos postergados o redoblar apuestas estratégicas destinadas al crecimiento. Las Fintech, en pleno auge y plagadas de potencialidades, afrontan la última etapa del año con retos importantes encima de la mesa que resultan ineludibles en aras de alimentar esa búsqueda continua del desarrollo sectorial, que ha posicionado a España como referencia internacional.

No es aventurado afirmar que nos sobran razones para sacar pecho por nuestro ecosistema Fintech. España cuenta en la actualidad con un millar de empresas de este rubro que representan el mayor censo de Europa tras Reino Unido y Alemania -éste último nos supera por muy poco-. En el ámbito extracomunitario, únicamente Estado Unidos, India y Canadá cuentan con más firmas dedicadas a la creación de productos financieros de naturaleza digital.

Más allá de cuestiones cuantitativas, el talento nacional se ha revelado como un activo de valor incalculable para un sector que destaca por el alto nivel de sus emprendimientos y por su contribución a la transformación digital de empresas y sectores tradicionalmente ajenos al mundo tecnológico. Así lo evidencia un informe elaborado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, órgano consultivo de carácter estatal, que revela que una de cada tres empresas españolas con más de 10 empleados trabaja ya con sistemas Cloud, se apoya en análisis Big data o ha implementado inteligencia artificial en sus procesos.

No cabe duda de que nuestro tejido empresarial avanza por buen camino gracias, en gran medida, al empuje de las Fintech. Sin embargo, no todo lo que se vislumbra en el horizonte guarda una apariencia positiva. Recientemente conocíamos los preocupantes datos de CB Insights -plataforma de análisis estadounidense de referencia para el sector- que alertaban de que la inversión mundial en Fintech ha caído un 13% en el segundo trimestre del año, descendiendo a niveles mínimos que no se veían desde 2017.

La coyuntura internacional emerge como potencial amenaza de un mercado que en España orbita sobre esa delgada línea que separa la puerta grande de la enfermería. Porque pese a que el sector goza de buena salud dentro de nuestras fronteras, los factores que juegan en contra de las Fintech parecen aumentar cada día. El principal lo representa la dificultad de nuestras empresas para atraer financiación extranjera, debido a marcos regulatorios y fiscales estrictos que nos sitúan en clara desventaja frente a otros países próximos, que han sabido ver en las reglas del juego una oportunidad.

Irlanda, Luxemburgo, Bélgica, Malta o Países Bajos no sólo cuentan con reglas tributarias más amables para pymes, también facilitan el acceso de sus empresas al capital externo simplificando los procesos para tramitarlo. Sin la necesidad de tener que pasar por esa vorágine de documentación y requerimientos legales exigidos en España de cara a que una Junta de Inversiones Exteriores avale a través de informes la viabilidad de una operación.

La dificultad se ve agravada por la situación geopolítica y la subida de los tipos de interés, algo que complica la senda del acceso al crédito, a menudo imprescindible para empresas que quieren apostar por la innovación, desarrollar productos nuevos o equilibrar sus niveles de solvencia tras un balance no tan bueno.

El sector lleva tiempo reclamando un clima burocrático más laxo que permita agilizar las inversiones y los plazos para materializarlas. Sin embargo, no parece que la hoja de ruta institucional contemple por el momento medidas realmente eficaces para avanzar en esa dirección. El contexto hace más necesario que nunca que nuestros legisladores escuchen a los agentes empresariales para adoptar políticas que impulsen el ecosistema Fintech.

Mientras tanto, las startups españolas tendrán que agudizar el ingenio para aprovechar las oportunidades que traerá el otoño. Frente a los desafíos que el escenario plantea, resultará más necesario que nunca cerrar filas y apostar por los valores que han hecho a nuestras empresas fuertes y competitivas incluso en los entornos más complejos.

Es tiempo de poner el foco en el enorme talento humano que nuestras Fintech atesoran, su principal patrimonio. También en su capacidad técnica para crear modelos de negocio disruptivos, atractivos y exportables. Tocará sortear obstáculos y buscar vías alternativas de financiación, como la flexible, cada vez con mayor encaje en el sector. Pero sobre todo, confiar en la solidez de un know how privilegiado que, combinado con pequeñas dosis de paciencia, siempre suele terminar imponiéndose en la carrera hacia la rentabilidad.

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