De algún modo, la trayectoria profesional de Ignacio Mondragón (Venezuela, 36 años) estaba predestinada a la restauración. Bisnieto de españoles emigrantes, la inquietud culinaria de esta familia ha ido saltando de generación en generación. Un bagaje al que se han ido incorporando sabores procedentes de México, Filipinas, Japón o Venezuela. De hecho, en su Primera […]
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| 15 abr 2019
De algún modo, la trayectoria profesional de Ignacio Mondragón (Venezuela, 36 años) estaba predestinada a la restauración. Bisnieto de españoles emigrantes, la inquietud culinaria de esta familia ha ido saltando de generación en generación. Un bagaje al que se han ido incorporando sabores procedentes de México, Filipinas, Japón o Venezuela. De hecho, en su Primera Comunión se sirvieron platos muy diferentes como pollo Thai, crepes de pato y paella valenciana.
Aunque su primer contacto con el ecosistema emprendedor no estaba relacionado con el sector de la hostelería -vendía libros de pentagramas en Venezuela- algo dentro de él le decía que trabajar por cuenta ajena no era lo suyo. Tras cursar estudios de Ingeniería de Sistemas y graduarse en Administración de Empresas, este venezolano todoterreno decidió regresar a la tierra de sus antepasados. Así es como en octubre de 2012 aterriza en España para comenzar un MBA en el Instituto de Empresa de Madrid.
Tras un periplo como comercial puerta a puerta, su amigo y fundador de Goiko Grill Andoni Goicoechea le ofreció trabajo en una de sus hamburgueserías, hasta llegar a abrir su propia franquicia en 2014. Sin embargo, la oferta realizada por el fondo de capital riesgo de Louis Vuitton (LVMH) -L Catterton- dio un giro a los acontecimientos y Mondragón decidió salirse mucho antes de materializarse la adquisición sobre la cadena de hamburgueserías.
Un punto de inflexión que le sirvió para replantearse su trayectoria laboral. “Después de Goiko Grill no me hubiera gustado trabajar para un tercero a cuenta ajena”, confiesa a DIRIGENTES Mondragón. Y así es como se atreve a embarcarse en la aventura del emprendimiento.
Embalados es el nombre que recibe esta iniciativa y que, de alguna manera, simboliza todas las veces que sus ancestros tuvieron que empaquetar sus pertenencias e instalarse en un nuevo lugar. Este nuevo concepto de cocina fusión parte de la premisa de que todos los alimentos se encuentran recubiertos por envoltorios comestibles: tacos, baos, hojas de lechuga o wraps.
Inconformista por naturaleza, Mondragón ha querido dar un paso más allá en la forma de presentación de los platos, los cuales han sido sustituidos por cajas de zapatos e incluso maletas recubiertas con resina epoxi alimentaria.
Con un target marcadamente femenino (75% mujeres- 25% hombres), este local, ubicado en el distrito madrileño de Chueca, ofrece un menú con un precio aproximado de 18 euros por persona. Dentro de las muchas novedades que ofrece Embalados, el detalle distintivo es un manual de instrucciones diseñado por el propio Mondragón para la comida a domicilio. Al más puro estilo Ikea, el pedido separa la proteína, la verdura y la salsa. Además, la comida consigue llegar caliente al domicilio gracias al vulcanfoil, una piedra incandescente envuelta en papel de aluminio que mantiene la temperatura de los alimentos.
“Todos los errores han sido necesarios para emprender”, asevera Mondragón, quién asegura que todas las decisiones le han conducido hacia donde se encuentra ahora mismo. Eso sí, reconoce que nada más abrir el restaurante debería haber puesto en marcha una estrategia de marketing más agresiva.
Con motivo del Día Mundial de Emprendimiento, que se celebra este martes, Mondragón aconseja mucha paciencia y, sobre todo, que no cunda la desesperación. “En un proyecto, la recompensa tarda más en llegar de lo que uno se piensa”, sentencia.