La facilidad de acceso a la información que han propiciado internet y las nuevas tecnologías incitan a la creación de nuevo contenido. Esto genera una cantidad ingente de datos cada día que pueden servir como fuente para que esa digitalización se acelere. En concreto, se trata de un proceso que tiene que ver con la […]
Dirigentes Digital
| 29 nov 2019
La facilidad de acceso a la información que han propiciado internet y las nuevas tecnologías incitan a la creación de nuevo contenido. Esto genera una cantidad ingente de datos cada día que pueden servir como fuente para que esa digitalización se acelere.
En concreto, se trata de un proceso que tiene que ver con la Inteligencia Artificial (IA), que depende de esos datos existentes. No obstante, se necesita un aprendizaje para que la IA acabe siendo una herramienta útil y se extienda a un mayor número de actividades cotidianas y empresariales.
Álvaro Barbero, Chief Data Scientist en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento (IIC), explica a DIRIGENTES que esta normalización de la IA acabará contribuyendo a “mejorar la calidad de vida en general” en el largo plazo. No en vano considera lógico ser optimistas con la IA, dado que tomar las decisiones en base a los datos es la principal regla del método científico.
En esencia, eso es lo que pretende la Inteligencia Artificial, si bien, Barbero plantea que hay que preguntarse cuál es la fuente de los datos y cómo de fidedignos son. “El riesgo está en otorgar fe ciega a los datos”, que pueden desembocar en decisiones incorrectas.
En todo caso, el camino de aprendizaje de esta herramienta invita a pensar que se extenderá cada vez más, una vez que consiga distinguir con claridad lo fundamental de esos datos. Este aspecto puede trasladarse a las búsquedas que realizamos día a día en los buscadores. “Los nuevos algoritmos de análisis del texto, llamados modelos de lenguaje, se centran especialmente en aprender cómo funcionan estas interacciones en el idioma en el que estamos trabajando”, ilustra Barbero.
Su explicación incide en que el análisis de bases de datos como es Wikipedia ayuda a mejorar los algoritmos y, en definitiva, a “entender mejor las diferencias de significados entre unas estructuras lingüísticas y otras”. El resultado son búsquedas más certeras. En ese sentido, Barbero recalca que no solo el campo de las búsquedas puede beneficiarse de estos algoritmos, también señala los asistentes virtuales por voz, chatbots o teclados predictivos.
La utilización de esta herramienta puede ser útil en tareas como atención al cliente. El experto del IIC comenta que, de hecho, ya se usan algoritmos en este sector. “Al llamar para poner una incidencia sobre un servicio, nos han hecho pasar por una conversación rígida y tediosa de preguntas-respuestas en la que la sensación general es que la persona que nos atiende no nos entiende realmente, sino que anota nuestras respuestas y aplica una solución siguiendo un manual”, ejemplifica. En esencia, esto es lo que hace la Inteligencia Artificial, pero con un mayor volumen de datos y con una capacidad de acierto más alta.
Ello no implica que el factor humano deje de ser importante en la comunicación o en otros segmentos con un alto componente humano, social o creativo que, en opinión de Barbero, harán que dichas capacidades se vuelvan más valoradas.
En cualquier caso, reconoce que esta herramienta “va a cambiar el mercado laboral como lo hizo la mecanización”. En esa línea, cree que la prioridad en el corto-medio plazo es que la automatización sea gradual para “mitigar un posible crecimiento significativo del desempleo”.