Inscribirse en el sorteo de un iPhone, realizar un test de personalidad en Facebook o subir incansablemente contenido a Instagram de las tan ansiadas vacaciones. Tres acciones realizadas por un ciudadano medio del siglo XXI -quien esté libre de pecado que levante la primera piedra- con mayor repercusión económica de la que imagina. Detrás de […]
Dirigentes Digital
| 26 jul 2021
Inscribirse en el sorteo de un iPhone, realizar un test de personalidad en Facebook o subir incansablemente contenido a Instagram de las tan ansiadas vacaciones. Tres acciones realizadas por un ciudadano medio del siglo XXI -quien esté libre de pecado que levante la primera piedra- con mayor repercusión económica de la que imagina. Detrás de la manida frase ‘cuando el producto es gratis, es porque el producto eres tú’, hay un negocio que mueve alrededor de 730.000 millones de euros. Una cifra nada desdeñable si se tiene en cuenta que la economía del dato todavía se encuentra en fase incipiente. En estas circunstancias, y con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) como Biblia, hay quienes han sabido ver un nicho de mercado, en el que también saquen provecho los consumidores. DIRIGENTES habla con la CEO y cofundadora de MyDataMood, María Adelina Lucas-Torres, para conocer más acerca de este proyecto, en el que se paga con datos y no con dinero.
¿Cómo surge MyDataMood?
Impulsamos esta iniciativa hace año y medio. Nos juntamos cinco personas que trabajábamos en el sector de los datos, pero en diferentes áreas. Nos dimos cuenta de que había una oportunidad con el RGPD, más que un freno. Somos un equipo muy sensibilizado con la necesidad de que el usuario tiene que ser dueño de sus datos y que al igual que las compañías se están beneficiando de la compraventa de esta información, el ciudadano también debería recibir una recompensa monetaria por ello. En este sentido, Europa está apostando por la economía digital y por hacer las cosas de otra manera.
Por tanto, MyDataMood nació como una plataforma para ofrecer a los usuarios la posibilidad de ejercer sus derechos en materia de privacidad y decidir qué datos quieren compartir y cuáles no. Estos consentimientos tienen que estar siempre activos y la persona debe tener la posibilidad de modificarlo cuando quiera.
¿Cómo rentabiliza MyDataMood esa información?
Damos el poder al usuario de decidir qué datos quieren compartir y con quién. Cuando una compañía paga por ello, le retribuimos parte de ese beneficio, otra parte nos la llevamos nosotros como plataforma de gestión y comercialización. Se trata de un proceso totalmente transparente para todos.
Contamos con unos 8.000 usuarios registrados que nos facilitan información acerca de sus necesidades a corto, medio y largo plazo sobre diferentes sectores: telecomunicaciones, automoción, aseguradoras, etc. Esto nos permite gestionar la cesión de una manera más inteligente a las empresas interesadas.
¿Los usuarios son conscientes de lo que están haciendo cuando pulsan el botón de ‘aceptar términos y condiciones’?
Estamos haciendo mucho trabajo de sensibilización y concienciación. Los usuarios saben que existen cookies y codificadores de privacidad, pero no conocen los riesgos que conlleva. Se descargan una aplicación que tiene acceso al micrófono, pero no lo saben porque no se han leído los permisos y luego se dan cuenta de que el teléfono móvil escucha todo lo que dicen. Las personas no conocen las consecuencias de sus acciones en Internet y el contenido que cuelgan puede volverse en su contra.
Las redes sociales viven de la venta de datos a empresas. Esto es así porque el usuario ha aceptado una política de consentimiento de venta a terceros. Dos de los grandes sectores que más demandan este servicio son la banca y los seguros porque, de este modo, el algoritmo les permite personalizar los productos que ofrecen. Con anterioridad, los parámetros que empleaban para medir el riesgo eran la edad o el color del coche. Ahora el análisis se realiza en base a las publicaciones o comentarios, ya que sirven para determinar si eres más propenso a sufrir un accidente de coche.
¿Dónde están los límites éticos?
En este terreno entran en juego varios factores. Por un lado, la ética en el uso de los datos es muy importante, pero también lo es la transparencia. El usuario debe saber en todo momento qué se está haciendo con sus datos y que sea él quien decida a dónde van a parar. A modo de ejemplo, si un algoritmo predice que soy propensa a una conducción rápida o agresiva, deberían detallarme los parámetros establecidos para llegar a esa conclusión. Es decir, que hagan uso de la inteligencia artificial explicable. Los algoritmos no son buenos o malos, trabajan con datos y somos las personas las que tenemos que supervisar y eliminar los sesgos existentes en la sociedad, porque la tecnología representa la realidad. Por eso es tan importante trabajar con ellos para que tengan muy presente los principios morales.
“Las personas no conocen las consecuencias de sus acciones en Internet y el contenido que cuelgan puede volverse en su contra”
¿Qué vacíos legales presenta el RGPD?
Las empresas tendrían que dar mucha más información con respecto a variables como qué datos tienen, cómo los han conseguido, si el servicio que están empleando está generando datos, durante cuánto tiempo los van a almacenar, si se están compartiendo con terceros o si se emplean para tomar decisiones automatizadas a través de algoritmos y por qué lo deciden así. A modo de ejemplo, si una entidad bancaria hace uso de los datos personales para calcular el riesgo de conceder un crédito hipotecario, debería explicarle al individuo por qué no se lo otorga, es decir, las variables y los parámetros de esa decisión.
¿Qué es la identidad digital?
La imagen que nosotros como usuarios dejamos en Internet. Visualizamos a un individuo por sus rasgos físicos, el tipo de ropa que usa o su personalidad. En la red son los algoritmos los que definen cómo somos nosotros a raíz de la información que dejamos. Esa es la identidad digital. La manera de consumir un periódico dice mucho de nuestra forma de ser. Si lees por la mañana o por la noche, el tipo de noticias o el tiempo de lectura dibuja el perfil que plasmas en Internet.
¿Existe alguna forma de evitar ‘dejar huella’ más allá de la ventana de incógnito?
En el momento actual no. La ventana de incógnito es la única que no trabaja con las cookies. Aunque compañías tecnológicas como Safari o Google han mostrado su disposición a acabar con ellas, parece que el mercado no está preparado, porque la única manera de recibir el impacto publicitario cuando navegas es a través de ellas.
En MyDataMood no trabajamos con publicidad masiva. Nuestro modelo de negocio trabaja solo con datos de contacto y busca evitar aquellos que se cogen de manera opaca a través de concursos, en los que los usuarios no tienen ninguna visibilidad. Queremos que sea el propio usuario quien decida cederlos con las empresas. Es lo que llamamos datos legítimos. Es decir, los traspasamos por una duración de tres meses. Pasado ese periodo, la compañía revoca el derecho de uso, salvo que haya contratado un servicio o producto y le proporcione más datos e información. Pero si no existe ninguna relación contraactual, pasado ese tiempo no puede acceder a esa información. Es una manera de que no los guarden de manera permanente.
¿Qué consejo le darías a un usuario medio en el manejo de las redes sociales?
Que tomen conciencia del contenido que está compartiendo y con quién, porque todo tiene impacto, pero sobre todo, que lea muy bien las políticas de privacidad y los cambios que se produzcan. Esa es mi recomendación. Es una cuestión de masa social. Necesitamos que las personas tengan conocimiento de las consecuencias y se produzca un movimiento a nivel de toda la sociedad sobre este asunto, incluida la presión por parte de las grandes empresas.