Expertos en movilidad y gurús tecnológicos coinciden en que la llegada de la tecnología 5G a nuestras vidas será comparable al uso del carbón en la Revolución Industrial. Con ello nuestra vida estará cada vez más influida por la inteligencia artificial (IA). Sin embargo, cuando pensamos en robótica en Europa, lo hacemos sobre todo en […]
Dirigentes Digital
| 22 dic 2020
Expertos en movilidad y gurús tecnológicos coinciden en que la llegada de la tecnología 5G a nuestras vidas será comparable al uso del carbón en la Revolución Industrial. Con ello nuestra vida estará cada vez más influida por la inteligencia artificial (IA). Sin embargo, cuando pensamos en robótica en Europa, lo hacemos sobre todo en almacenes, fábricas y chatbox pero la robótica domestica o social será mucho más impactante a largo plazo para nosotros a nivel psicológico y emocional. También lo será a nivel de progreso como raza humana y se usarán para prolongar la vida. María López, CEO de BitBrain, una de las pocas empresas españolas importantes que han surgido en este ámbito, alerta de que cada vez habrá más intentos de humanizar las máquinas, “existe la esperanza de que las máquinas puedan corregir fallos humanos.” BitBrain investiga especialmente la evolución de los cerebros humanos robóticos en el futuro: “Podemos avanzar como sociedad siempre que usemos esta tecnología con nuestra ética humana y según estándares morales fijados a nivel global”, dice López.
El uso de robots sociales en nuestra vida diaria está solamente empezando. Muy poco a poco, animales robóticos se integran ya, no solo en parques zoológicos para no explotar a especies salvajes y someterlas a una vida ridícula como por ejemplo en el caso de los espectáculos con los delfines, también se usan para animar a pacientes con problemas neurológicos y afectivos en residencias o centros de rehabilitación. “Esto se ve mucho más en culturas no latinas. En España el contacto físico es esencial y también lo es en esta crisis con el debido distanciamiento, pero con mucha cercanía real. Así en España no hay tanta necesidad de ser abrazado por un robot”, dice Ignacio Fernández-Cid, presidente de la Federación empresarial de la dependencia. Aunque tiene que admitir que la pandemia ha cambiado los hábitos, sobre todo en las residencias.
Mientras en España los robots se ven como algo raro, en Japón forman parte de la vida al igual que las muñecas humanas de todo tipo que viven a veces con solteros como si fueran una pareja. Mientras tanto, en las sociedades occidentales la aproximación a los robots sociales se ha llevado a cabo, en su mayor parte, “desde el miedo”, ya sea por la imagen del robot destructor de la ciencia ficción o la idea de que reemplazarán a los humanos a largo plazo. No obstante, en Japón son vistos como compañeros útiles. Otro país muy abierto a cualquier forma de inteligencia artificial en la vida diaria es Finlandia. En el país nórdico, donde la interacción social es mucho menor que en España, la afinidad por la tecnología también forma parte de su ADN. Desde 2017 hay una estrategia gubernamental que consiste en integrar la IA en su vida cotidiana y en explicar a las personas el contacto con robots. Universidades e Institutos de investigación han iniciado muchos proyectos piloto muy interesantes para emplear los robots como distribuidores de paquetes, por ejemplo.
Un artículo publicado por la investigadora española Laura Aymerich-Franch en junio de 2020 en la revista “Nature” (“Why it is time to stop ostracizing social robots?”) destaca que el uso del robot social es todavía “muy marginal”, pero que tiene un gran futuro para superar la cada vez más creciente soledad en todas las sociedades, también en la española. Ella invita a no temer esta evolución que ahora en la pandemia puede ayudarnos a superar momentos de confusión y aislamiento. Por ahora la mayoría de los pocos robots sociales en funciones desarrollan sus labores en hospitales y residencias de ancianos aunque también en aeropuertos, hoteles, centros comerciales o en las calles. Mientras tanto en algunos supermercados en Alemania, el androide “Pepper” dice a los clientes que deben guardar una distancia de seguridad y usar la mascarilla. Muy conocido como robot social es “Nuka”, una foca que mide aproximadamente medio metro de largo y pesa casi tres kilogramos. Es un robot terapéutico diseñado por el japonés Takanori Shibata del “National Institute of Advanced Industrial Science and Technology” en Japón. Dice que es una alternativa para mejorar el estado de ánimo de los pacientes sin medicamentos.
El impacto de los robots financieros sin embargo es menos positivo por el momento. Capgemini ha publicado el informe global “Smart Money: How to drive AI at scale to transform the financial services customer experience” y resulta que para el cliente sigue siendo un tanto frustrante por la limitación actual en la tecnología que no puede por el momento sustituir un call center humano por la agilidad de una conversación entre personas a este nivel. Según la encuesta de Gapgemini un 49% en todo el mundo señala que no obtiene valor de estas interacciones o que es inferior al esperado. Este porcentaje aumenta al 62% en el caso de España, el país en el que menos beneficios encuentran los usuarios, junto con Francia, y a mucha distancia de otros como Reino Unido (50%), Italia (48%) y Alemania (46%).
Mientras China es uno de los países con mayor nivel de crecimiento en automatización industrial viendo su densidad de robots industriales duplicarse en apenas dos años, Corea del Sur contaba con 855 robots industriales por cada 10.000 empleados en 2019. En Europa, la media por cada 10.000 trabajadores era de 114. El país europeo más automatizado es Alemania, con 346 robots por cada 10.000 empleados, mientras que España contaba con 191. Esto es debido a la gran dependencia de Alemania de la industria del automóvil, donde robots industriales, muchos de ellos fabricado por su empresa líder Kuka, se usan desde hace mucho tiempo.
Alemania también experimenta con robots interactivos como “Jeeves” que es el robot de servicio en el NYX Hotel en Munich. Se controla a través de la aplicación o el teléfono de la habitación. Es tan popular que algunos comensales incluso lo llaman solamente para tomarse un selfie con él. Para evitar accidentes, que en algunos casos pueden resultar peligrosos para los seres humanos y rompen las valiosas máquinas, hay que tener mucha paciencia a la hora de usar un robot de servicio. Para que “Jeeves” pudiera rodar sin problemas, todos los pasillos debían ser medidos y, como desafío, quedan los ascensores y las puertas cortafuegos. “Para España todavía no lo veo. No creo que una sociedad tan acostumbrada a la ternura humana puede acostumbrarse a robots”, cree Fernández-Cid. Los resultados de pruebas con robots sociales que existen en España convencen de que tienen también futuro en el sur de Europa.