La economía alemana pisó el acelerador a final de año con un avance del PIB del 0,7%. Los buenos síntomas han provocado una mejora en la percepción del país y sus perspectivas. El Gobierno de Merkel elevó sus pronósticos para final del ejercicio de un crecimiento del PIB al 1,8%.
La Oficina de Estadísticas ha informado que el consumo público y privado, además de la inversión en construcción y equipamiento, había contribuido positivamente al crecimiento. En la balanza comercial las importaciones crecieron más que las exportaciones.
El PIB había cogido impulso, como todas las economías europeas, gracias al desplome del crudo y la depreciación del euro. Las nuevas proyecciones del Ejecutivo germano están por encima de las previsiones de organismo internacionales, como el FMI o la Comisión Europea, que pronosticaban un avance anual del 1,6% y del 1,5%, respectivamente.
Algunos expertos económicos del país, como el Instituto IFO o el DIW estiman que el Gobierno se ha mostrado prudente a pesar de la mejora. Opinan que la economía alemana crecerá por encima del 2%, colocándose a la cabeza de Europa.
El Gobierno alemán ha elevado desde el 1,5 al 1,8 % su previsión de crecimiento económico para este año gracias a la caída del precio del crudo y a la fortaleza del consumo privado.
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