Bayer: un gigante en caída libre

Hay amores imposibles que terminan en un simple desastre, y eso también ocurre en el mundo económico. La historia entre los gigantes químicos Bayer y Monsanto es un poco así. Aunque Bayer facturó 39.600 millones de euros en 2018, el año en el que cerró la compra de la estadounidense, su resultado neto del último año fiscal está sufriendo y el futuro de la alemana parece incierto por las muchas querellas contra «su novia» y una sentencia en EEUU que le obliga a pagar 81 millones de dólares por los efectos de su herbicida Roundup. Las acciones de Bayer han perdido un 36% en un año. Ya se teme que su debilidad en bolsa pueda atraer a especuladores financieros.

Bayer está presente a diario en la prensa alemana, porque los nuevos tiempos han puesto a la agricultura y su uso abusivo de algunos productos químicos en el ojo del huracán de la lucha contra el cambio climático. Así, el CEO de Bayer, Werner Baumann, y el presidente del Consejo de Supervisión, Werner Wenning, convencen cada vez menos a los inversores con su estrategia. Su equipo puede tener los días contados. Bayer ya tenía en el pasado la mala imagen de ser un gran contaminante. Sus juntas de accionistas han sido tradicionalmente también una plataforma para las críticas de los ecologistas. Su fábrica junto al río Rin en Leverkusen, cerca de Colonia, parece una ciudad de humo y tubos, pero también es un activo económico muy importante para Alemania.

Junta turbulenta a la vista

Ya no parece imposible que el grupo se vea forzado a vender activos, según la prensa alemana, y esto podría ser apetecible para los inversores. Para la economía alemana, será el fin de una era dominada por las grandes empresas y potentes marcas industriales. Grupos como Bayer pierden importancia en un mundo globalizado y digitalizado cuyos habitantes cada vez prestan más atención a su salud y la de sus animales. Desde hace algunas semanas, ya ni se ve el logo de neón de más de 50 metros de alto por razones medioambientales. Pero este problema parece banal comparado con la junta de accionistas que va a celebrar este viernes, en la que se espera que el Consejo de Administración no reciba el visto bueno de los inversores. «Demasiado capital destrozado en los últimos meses», dice uno de ellos al diario alemán Handelsblatt.

El valor bursátil de Bayer se ha quedado actualmente en unos 57.000 millones de euros, mientras la compra de Monsanto ha costado ya 63.500 millones de dólares. Y a eso se añade las potenciales consecuencias financieras de las acciones legales contra Monsanto. Accionistas de Bayer como Blackrock, DWS (de Deutsche Bank) o Union Investment quieren posponer la decisión sobre la gestión del grupo en otro momento. Por la mala situación actual, Bayer ya había anunciado un recorte de 12.000 puestos de trabajo hasta 2021, lo que va a suponer otro mal trago para la economía alemana, que sigue de capa caída.

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