Tras la espantada del pasado día 25, Banco Espirito Santo (BES) ha presentado unos resultados que no han hecho sino confirmar los peores pronósticos de los analistas. La entidad portuguesa perdió 3.577 millones de euros entre enero y julio, 3.488 de los cuales en las últimas semanas.
Hasta el desplome del banco, producto de su situación financiera y las irregularidades contables detectadas, las pérdidas apenas habrían ascendido hasta los 255,4 millones de euros, según ha comunicado, una cifra similar a la registrada en el primer semestre de 2013. Sin embargo, las provisiones de centenares de millones que se ha visto obligado a realizar para hacer frente a las deudas del holding finalmente han contribuido a generar las mayores pérdidas para un banco en la historia del país.
Según el comunicado remitido a la Comisión del Mercado de Valores Inmobiliarios, "factores de naturaleza excepcional ocurridos durante este ejercicio han determinado la contabilización de pérdidas, de deprecidaciones y de provisiones". No obstante, la entidad ha pedido al mercado que confía en ella, aunque sea por la ampliación por más de 1.000 millones que la llevó a cabo el pasado mes de junio.
A la vista de estos resultados, que han sido aún peores de lo esperado, el regulador ha prohibido las ventas en corto al descubierto a lo largo de todo el día, un mecanismo para evitar las apuestas a la baja de los inversores después del 10% que el banco ha perdido a lo largo del miércoles, hasta situarse en un precio de 0,347 euros por acción. En lo que va de año, el desplome alcanza ya el 60%.
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