Tras la reunión de la semana pasada del Banco Central Europeo y la de ayer de la Reserva Federal, ha llegado el turno del Banco de Inglaterra, que ha apostado por el inmovilismo. La entidad ha dejado los tipos en el nivel que estaban del 0,1% y ha mantenido el paquete de compra de activos en 745.000 millones de libras. De esta manera, el Banco de Inglaterra seguirá comprando bonos del Reino Unido y bonos corporativos Investment Grade.

Aunque, la institución reconoce que ha llegado a valorar en qué medida se podrían implementar la introducción de tipos negativos de interés, así como sus efectos, si fueran necesarios. Este comentario ha tenido una fuerte repercusión en la cotización de la libra. La divisa británica, después del Banco de Inglaterra, baja en sus mínimos intradía hasta los 1,28 dólares. Unas horas antes había subido hasta los 1,298 dólares.

Con el Brexit sin compromiso que se perfila una vez más como un riesgo económico, y las tasas de interés de equilibrio mundial en un descenso aparentemente inexorable, las tasas negativas se consideran cada vez más como un resultado plausible para el Reino Unido.

"Tal vez en contra de la intuición, el hecho de que la economía del Reino Unido se esté recuperando más rápido de lo esperado no es incompatible con el hecho de que el Comité de Política Monetaria (CPM) esté observando tasas negativas. Tal y como dejó claro el Informe de Política Monetaria de agosto, el MPC cree que las tasas negativas se utilizan mejor en momentos en los que los bancos están menos preocupados por los riesgos de los balances, como por ejemplo durante una recuperación", asegura Ranko Berich, director de análisis de Monex Europe.