Creemos que el cambio climático no puede seguir siendo ignorado. Como inversores, debemos prepararnos para la transición a una economía con bajas emisiones de carbono incorporando el análisis de riesgos y oportunidades climáticas a nuestros procesos de gestión.
El cambio climático es un tema clave para la próxima década y las conclusiones de la COP 26 mostraron que aún queda mucho por hacer. Algunos países deben intensificar sus compromisos para combatir el calentamiento global. Se calcula que el calentamiento global será de 2,7°C en 2100, muy por encima del objetivo de 1,5°C.
En la actualidad, distinguimos dos tipos de riesgos climáticos:
- Riesgo de adaptación: el coste económico de los daños relacionados con la vulnerabilidad de los países a los fenómenos climáticos extremos, y la capacidad de adaptación para hacerles frente
- Riesgo de transición: el impacto financiero de las políticas climáticas de los gobiernos (impuesto sobre el carbono, pérdida de ingresos por combustibles fósiles, inversión en energías renovables)
Mientras que el riesgo físico es imprevisible y lo sufren los países, el riesgo de transición depende de la voluntad política de los Estados. Los costes asociados a estos diferentes riesgos serán cada vez más importantes debido a la aceleración de los fenómenos climáticos extremos y al aumento de su gravedad. Por lo tanto, es necesario poder evaluar estos riesgos.
Para construir carteras resistentes a los riesgos climáticos y de transición, hemos desarrollado un modelo de análisis propio, que muestra que no todos los países son iguales en lo que respecta a los riesgos climáticos. También realizamos pruebas de estrés climático basadas en los compromisos con el clima de los Estados. Permiten analizar el impacto financiero de los riesgos climáticos en función de diferentes escenarios de transición (actividad habitual, compatible con un escenario de aumento de la temperatura de 2 °C, compatible con un escenario de aumento de la temperatura de 1,5 °C). Convertimos las implicaciones económicas de los riesgos físicos y de transición sobre el PIB de los países en impactos sobre el crecimiento y los tipos de interés para cuantificar el impacto financiero y el riesgo de rebaja de rating de un país. Aunque se trata de ejercicios de simulación complejos e inciertos, existen algunas tendencias identificables. En nuestra opinión, Suecia, Francia, Croacia y Costa Rica se encuentran entre los países mejor posicionados para hacer frente a los costes del cambio climático.
En cuanto a la normativa, Europa sigue siendo líder en financiación verde. La Taxonomía, que debería entrar plenamente en vigor a principios de 2023, se convertirá en una referencia para supervisar y normalizar el etiquetado de las futuras emisiones de bonos «sostenibles», permitiendo así una mayor claridad y transparencia para los inversores.
Desde la perspectiva del mercado, las nuevas emisiones de bonos verdes soberanos y cuasi-soberanos han crecido de forma constante desde los acuerdos de París a finales de 2015, pasando de 12.000 millones de dólares en 2016 a casi 132.000 millones de dólares en noviembre de 2021. Reino Unido y Francia están a la cabeza, seguidos de Italia, Alemania y España. Para el año 2022, la atención política a la transición energética debería fomentar la emisión continuada de bonos «verdes» en la UE (entre un +20% y un +40%), lo que impulsará a otros países, como Austria, Grecia y Portugal, a sumarse a la tendencia.
2022-04-08 09:13:33