Cambio en el orden global: el peso de los emergentes en los desarrollados

Durante la rueda de prensa posterior a la reunión de política monetaria, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, confirmó que la decisión de mantener los tipos en mínimos se basó en la baja inflación y la fortaleza del dólar. Pero sobre todo en los mayores riesgos y la preocupación sobre el efecto adverso de la decisión sobre la economía global, especialmente en los emergentes.

De hecho, es la primera vez en mucho tiempo que el organismo monetario se muestra más preocupado por aspectos de la economía internacional o la caída del precio de las materias primas. Un ejemplo más de cómo los mercados emergentes, con China a la cabeza, se han convertido en foco de preocupación de las potencias mundiales.

En una nota remitida a clientes, la firma CLSA (perteneciente a China Citic Securities), explicaba cómo la evolución en los mercados emergentes "es el indicador principal de la desaceleración que golpeará el mundo desarrollado". Un temor que conocen muy bien los inversores, conscientes de que estas regiones han representado, según la firma, el 75% del crecimiento del PIB nominal mundial en términos de dólar desde 2009.

Poner en peligro ese crecimiento supondría que, para mantener a flote la economía global, los desarrollados tendrían que tirar de la máquina mucho más deprisa de cómo lo están haciendo ahora. Y esas perspectivas parecen lejos de materializarse, a pesar de que las políticas acomodaticias del BCE o el Banco de Japón caminan en esa dirección.

El peligro de una desaceleración en los mercados emergentes debe englobarse también bajo una visión comercial. En su último informe mensual, el BCE actualiza las ponderaciones por el comercio exterior de la Zona Euro con el objetivo de calcular el tipo de cambio efectivo del euro. Un ejercicio que se realiza trimestralmente, siendo la referencia última el periodo comprendido entre 2010/2012.

"Las conclusiones son claras", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. A su juicio, los datos reflejan "la creciente importancia del comercio exterior con las economías emergentes frente al resto de las desarrolladas, especialmente en el caso de China". De hecho, el peso del comercio con China supone ya cerca del 18% del total, frente al 4% que representaba en la década de los noventa. "Las economías de la Europa en desarrollo suponen el 12%, doblándose desde 1995/97", indican desde Citi.

Mientras, el peso de EEUU se reduce ahora hasta un 12,7% (frente al 13,5% entre 2007/2009 y 16,8% en 1995/97) y el de Japón hasta un 5,3% (9,6% en los noventa). También el peso comercial de Reino Unido se reduce, hasta niveles ahora del 10,3% (18,4% en los noventa). "Al final, China se ha convertido en el principal socio comercial del área absorbiendo el 21% de nuestras compras y del 16% de nuestras ventas", indican los expertos.

De ahí, que la reacción del gigante asiático y otros emergentes a una subida de tipos de interés por parte de la Fed, también importe en Europa. Es la implicación internacional de la política monetaria de la primera potencia mundial, sobre todo a través de la fortaleza del billete verde, en un momento en el que todos los bancos centrales mantienen políticas monetarias muy acomodaticias. China ya advirtió a la Fed.

Tal y como recuerdan desde SYZ AM, con la devaluación del yuan el país le mandó el mensaje a EEUU de que la fortaleza del dólar (y la del yuan hasta ese momento) no ayuda a Pekín en su intento de reequilibrar su modelo económico. Y eso puede pasar una dura factura al resto de desarrollados. China lo sabe, y todo apunta a que será ella, y no la inflación o el paro estadounidense, quien marque las próximas decisiones de política monetaria.
 

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