China desconfía del dólar americano

Antes de estallar la crisis, en Estados Unidos el crecimiento exponencial de la economía financiera había causado un efecto riqueza que no se correspondía con la evolución de variables económicas reales como los salarios o el PIB. En 2008, la deuda acumulada de las familias estadounidenses se había multiplicado por 2,5 desde el año 2000 (llegó a sumar un 81% del PIB). Y, del total, un 73% era deuda hipotecaria, relacionada directamente con la compra de viviendas. Los salarios reales, sin embargo, tan solo crecieron un 28% durante el mismo periodo. Y el PIB, por otra parte, apenas aumentó un 18% entre los años 2000-08. La burbuja crediticia e inmobiliaria, junto con la destrucción masiva del empleo manufacturero, era objetivamente insostenible. La tasa de crecimiento de la deuda era significativamente superior al aumento de los recursos generados para devolverla, medidos estos últimos en términos de salarios o PIB. El incremento ilimitado de la deuda total resultaba inviable, sobre todo, cuando los fondos destinados a financiar el excesivo consumo estadounidense tenían su origen en fuentes externas como el ahorro exterior. En 2008, según Ginnie Mae, China llegó a tener un 18,9% de sus reservas internacionales invertidas en activos financieros derivados de hipotecas estadounidenses (o mortgage-backed securities, MBS). Y China, junto con Japón, también poseía el 44% del total de toda la deuda del tesoro estadounidense a finales de 2008. Al estallar la crisis, los mercados de crédito frenaron bruscamente su actividad, arrastrando también a un sistema financiero internacional con enormes volúmenes de deuda norteamericana de dudoso cobro en sus balances. La deuda financiera estadounidense, se demostraba una vez más, no podía acumularse indefinidamente sin un crecimiento acorde de otras variables reales como eran los salarios o el PIB.

Actualmente, China apenas tiene el 5% de sus reservas invertidas en activos derivados hipotecarios estadounidenses o MBS. Y mantiene estables sus tenencias en bonos del tesoro americano, siendo su máximo acreedor con 1,1 billones de dólares. Sin embargo, el porcentaje de los activos de deuda americana sobre las reservas chinas también ha disminuido desde 2008. “China, por un lado, debe dar salida a sus reservas de divisas. Pero, por otra parte, desconfía de las inversiones en activos de EE.UU.”, señala Yu Miaojie, del China Center for Economic Research, a DIRIGENTES. Wang Yong, director del instituto de política económica en la PKU, sostiene que la iniciativa comercial china conocida como “Belt and Road”, o B&R, servirá para diversificar las reservas chinas de divisas hacia otras inversiones seguras en activos reales. “Estas inversiones, dentro del ámbito B&R, benefician indirectamente a la economía de China (facilitando sus intercambios comerciales con esos países)”, traslada Wang a DIRIGENTES.

China tiene mucho dinero ahorrado como consecuencia directa de los continuos superávits exteriores encadenados durante décadas. Ese excedente, dicho con otras palabras, es ahorro chino reinvertido de vuelta en regiones como EE.UU. o la UE. Sin embargo, dada la insostenibilidad de las deudas en EE.UU. o la UE, China está buscando alternativas de inversión más rentables (tanto económica como políticamente). Y esas inversiones, según coinciden en señalar los analistas consultados por DIRIGENTES, se van a ir diversificando progresivamente hacia gran parte de los países en vías de desarrollo que forman parte de la iniciativa B&R.

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