Las empresas están inmersas en profundos cambios y transformaciones de sus modelos de negocio para responder a las necesidades y expectativas de sus grupos de interés, así como a las crecientes exigencias regulatorias en materia de sostenibilidad. Exigencias que promueven avanzar hacia modelos de negocio más responsables y con visión de triple impacto: ambiental, social y de gobernanza (ASG). Pero, ¿qué están haciendo realmente para abordar estos nuevos desafíos?
Según los resultados de Approaching The Future 2023, informe que elaboramos desde CANVAS Estrategias Sostenibles junto a Corporate Excellence – Centre for Reputation Leadership, se observan dos grandes áreas de transformación para las empresas. Por un lado, los stakeholders se han vuelto más estrictos y exigentes, demandando de las compañías mayores compromisos, transparencia y responsabilidad. Por otro, administraciones, instituciones y ciudadanía reclaman la movilización de las empresas para construir modelos de negocio más sostenibles con el planeta y las personas.
Una transformación que ha obligado a las compañías a adoptar un enfoque estratégico de la sostenibilidad (que se guíe por principios internacionales como la Agenda 2030 o los Principios de Inversión Responsable, entre otros). Como consecuencia, este intangible está ganando peso e influencia entre el sector privado a pasos agigantados.
En línea con este crecimiento, observamos también una evolución del papel del propósito corporativo desde un pilar de éxito y sostenibilidad hacia un enfoque más transversal. Ahora, el propósito, ya no es un añadido, sino que abarca desde la relación de una compañía con sus públicos internos y externos hasta las decisiones estratégicas y de negocio. Pero, ¿en qué se traduce esta evolución? Sin duda, existe una apuesta clara de las compañías por la sostenibilidad y el liderazgo responsable. La gestión de estos valores, unida a la comunicación y a otros intangibles clave como la reputación, conforma un núcleo de generación de valor compartido.
En 2023, la sostenibilidad se posiciona, según el citado informe, como la tendencia de mayor relevancia para las organizaciones. Además, más de la mitad de las compañías (55,7%) ya trabaja para integrarla en sus modelos de negocio. En línea con esta tendencia, vemos que la gestión de la reputación se sigue posicionando como herramienta clave en el impulso de la legitimidad social y la eficiencia de las organizaciones. Así, el 46,4% ya gestiona de forma proactiva su reputación, principalmente, identificando y mitigando posibles riesgos reputacionales para las compañías.
Estos datos demuestran lo que algunos ya apuntamos desde hace años: que el tándem de estos intangibles, guiados siempre por el propósito y la razón de ser de una organización, cimenta la transformación de las empresas hacia modelos más sostenibles y respetuosos. Modelos que generen un impacto positivo en el planeta y beneficien a las personas y a las comunidades.
Pero además de evolucionar hacia negocios más sostenibles, las empresas también se ven obligadas a modificar su gestión para acercarse a las necesidades crecientes de los públicos o grupos de interés internos y externos. Las expectativas de toda la cadena de valor, y la responsabilidad que las empresas tienen sobre ellas, se han visto multiplicadas en los últimos años.
En primer lugar, en términos de comunicación. Como empleados, consumidores o clientes ya no nos conformamos con recibir mensajes, sino que buscamos una participación activa en el diálogo con las organizaciones. Con ello, se requiere de una respuesta proactiva por parte del sector privado. Este cambio de paradigma ha obligado a las compañías a innovar en contenidos de comunicación externa e interna (dos de los ámbitos más trabajados en comunicación, según el informe), así como a construir una narrativa centrada en el propósito.
Sin embargo, sin visión a largo plazo y una dirección definida, no hay comunicación efectiva. Por eso, las personas que lideran las organizaciones deben aportar nuevos enfoques y estrategias capaces de afrontar la incertidumbre y el cambio constante que condicionan la actividad empresarial. En este sentido, la escucha activa, dentro y fuera de la organización, es una herramienta clave para asegurar que cumplimos con las necesidades y expectativas de nuestros públicos. Eso sí, manteniendo siempre el propósito en el centro del negocio.
En definitiva, la realidad del siglo XXI está plagada de desafíos, incertidumbre y complejidad, y esto ha erosionado los cimientos del sistema económico. Pero, al mismo tiempo, también ha dado lugar a nuevas oportunidades en forma de nuevos modelos de negocio que, guiados por el propósito y con la sostenibilidad como hoja de ruta, restauren las grietas sociales causadas por el capitalismo más voraz.
Opinión