Colombia se alza tras una guerra de medio siglo

Un colombiano que estuvo en Brasil en las Olimpiadas comentaba recientemente en una red social que varias personas fueron a felicitarle por el acuerdo de paz de su país. Tras explicar que aún era preciso un plebiscito para corroborarlo, invariablemente le preguntaban: «¿Por qué? ¿Acaso no todos quieren la paz?». La guerra en Colombia es una suerte de orden natural. Su capítulo más reciente se remonta a 1964, cuando un grupo de campesinos armados dio origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc), la guerrilla más antigua de la región. En ese medio siglo se sumaron paramilitares y fuerzas del narcotráfico. A tal punto llegó a ser cotidiano el conflicto que el Gobierno tiene un contador online -el Registro Único de Víctimas (RUV)- que actualiza periódicamente sus estadísti- cas desde 1985. El pasado agosto, contabilizaba 8,2 millones de víctimas, de las cuales 1,2 millones fueron por homicidio, desaparición y atentados. Las FARC y el Gobierno acordaron en agosto un cese al fuego bilateral y definitivo para firmar (el 26 de septiembre) el «Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera». No es el primer intento y tampoco fue unánime, de allí las reservas por el plebiscito. Efecto económico En cualquier caso, el impacto del acuerdo en la economía tiende a convencer aún a los escépticos. Los pronósticos más conservadores estiman un aumento del PIB del 0,28% (Bank of America) mientras los más optimistas -como la Dirección de Planeación Nacional (DPN, gubernamental)- hablan de hasta un 6%. Para llegar a sus números, la DPN utilizó un estudio comparativo de 18 países que vivieron procesos de paz similares. De acuerdo con su proyección, la economía en el posconflicto podrá expandirse entre 1,1 y 1,9 puntos porcentuales por encima de su crecimiento potencial, estimado hoy en el 3,7%. «Habrá una mayor confianza y aumentará la inversión interna y externa», explica el titular de ese organismo, Simón Gaviria, estimando que en el nuevo escenario la inversión podría llegar al 35% del PIB. Con ello, el PIB per cápita (hoy de 6.800 dólares) se duplicaría en menos de diez años. Del otro lado, los más cautos consideran el fin del ciclo de las materias primas como un factor de peso para el cuadro financiero posterior al acuerdo. Cuando comenzaron las negociaciones, allá por 2010, Colombia vivía el auge de la renta petrolera. Tan sólo en 2013, la misma representó 3,3 puntos del PIB. Ahora la realidad es otra: en 2017 esos recursos se reducirán a cero, según calcula el Ministerio de Hacienda. Puede leer el reportaje completo en la revista DIRIGENTES del mes de octubre

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