Por Óscar García Velasco, socio director de Amrop España
Gestión y LiderazgoÓscar García Velasco
| 02 dic 2024
La cultura corporativa, entendida como el conjunto de prácticas, valores y creencias que comparte una empresa, se ha convertido en una pieza estratégica dentro de las organizaciones, ya que promueve que sus miembros desarrollen un sentido de identidad comunitario que guía todas sus actividades hacia una misma meta, impactando en el desempeño de dicha organización e incrementando así sus ventajas competitivas.
Quizá por eso son muchos los que hablan del “ADN de la compañía” y éste tiene un impacto significativo en la gestión de riesgos, porque una cultura organizacional consolidada permite una comunicación más abierta y transparente, identifica y evalúa los riesgos anticipadamente y facilita una respuesta ágil y efectiva ante situaciones adversas. Además, establece las bases para una gestión de riesgos estratégica y una toma de decisiones bien enfocada, reduciendo así el riesgo organizacional y promoviendo un entorno saludable y productivo.
Y es que, si ese ADN empresarial se inculca en la gestión de riesgos, todos los miembros de la organización compartirán los mismos valores para decidir cómo prevenir o mitigar los riesgos a los que están expuestos. Y también compartirán una mayor responsabilidad y sentido de pertenencia, reportando de manera oportuna cualquier fallo o amenaza que pueda generar impactos en la continuidad de la empresa.
Con todo lo anterior, la cultura de riesgos se ha convertido en un tema central en las agendas corporativas. No obstante, y pese a las bondades de incluir su gestión en la hoja de ruta corporativa, son muchas las organizaciones que aún no la tienen integrada en la cultura empresarial, bien porque se resisten a los cambios que implicaría adoptar nuevas prácticas y procedimientos, bien porque la gestión de riesgos se percibe como un gasto en lugar de una inversión.
¿Cómo evitar, entonces, que la gestión de riesgos pase desapercibida y qué pasos se deben seguir para lograr una integración efectiva?
Lo fundamental para conseguir que todos los colaboradores de una organización se involucren y tengan el conocimiento necesario para identificar y reportar a tiempo eventos que puedan afectar la operatividad, las finanzas, la reputación y la continuidad de la empresa es contar con el apoyo de la alta dirección. Sin su apoyo y promoción activa, los esfuerzos pueden quedar relegados a un segundo plano.
Además, para construir una cultura de gestión de riesgos eficaz, resulta básico adoptar mejores prácticas, como trabajar de forma coordinada con todas las áreas de la organización y comunicar de manera clara, directa y asertiva para crear conciencia sobre la importancia que tiene la gestión de riesgos.
En esta línea, es imprescindible capacitar de manera frecuente y didáctica, con programas de formación continua, a todos los colaboradores, para concientizarlos y educarlos efectivamente en la identificación y las medidas de prevención de cada uno de esos riesgos. Si no se invierte suficiente tiempo y recursos en educar a los empleados sobre la importancia de la gestión de riesgos, éstos lo verán como una tarea adicional y no como una parte integral de sus responsabilidades diarias.
También sería conveniente fomentar un diálogo abierto donde los empleados puedan expresar sus preocupaciones y compartir información vital para la gestión de riesgos, así como brindar acompañamiento a todos los colaboradores por parte de las áreas de control interno. La buena gestión de riesgos permite eliminar el miedo a tomar decisiones y a agilizar la gestión, ya que se pueden medir las consecuencias y promover el empoderamiento individual de los colaboradores.
No estaría de más, tampoco, implementar sistemas de reconocimiento que valoren las contribuciones individuales y colectivas a la gestión efectiva de riesgos, ofreciendo incentivos y bonificaciones que generen valor para el empleado. Y, por supuesto, se debe ejercer un liderazgo ejemplar; es decir, los líderes deben dar buen ejemplo, demostrando un compromiso genuino con la gestión de riesgos y la cultura organizacional.
Resumiendo, podríamos estructurar la cultura organizacional con enfoque en la gestión de riesgos en cuatro pilares fundamentales:
Es evidente que la implementación de una cultura organizacional basada en la gestión de riesgos es el mejor modo de detectar amenazas, enfrentar retos y alcanzar los objetivos con mayor diligencia. Las empresas que sean capaces de adaptarse, aprender y crecer a partir de una cultura organizacional bien establecida estarán mejor posicionadas para superarse en un mundo cada vez más complejo y volátil.