Alrededor del 30% de los emprendedores construyen un negocio por necesidad, según el Global Entrepreneurship Monitor, el estudio más importante del mundo sobre espíritu emprendedor. Ya sea por esta fuerza o por pura vocación, la base fundamental en cualquier construcción es contar con un proyecto o idea de negocio sólido que se sostenga en el […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 04 dic 2019
Alrededor del 30% de los emprendedores construyen un negocio por necesidad, según el Global Entrepreneurship Monitor, el estudio más importante del mundo sobre espíritu emprendedor. Ya sea por esta fuerza o por pura vocación, la base fundamental en cualquier construcción es contar con un proyecto o idea de negocio sólido que se sostenga en el tiempo y sea rentable. Al preguntarse por la viabilidad de un proyecto, diferentes interrogantes flotan en el aire. ¿Qué recursos son necesarios? ¿Resuelve o crea mi producto una necesidad en la sociedad? ¿Mis conocimientos en la materia son suficientes? ¿Cómo es mi competencia? Todos estos aspectos son el punto de partida.
Una herramienta como el análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) ayuda a definir el mercado en el que se va a mover el producto al tiempo que se detectan sus bondades y con ello dar los próximos pasos para potenciarlas. Para ser viable no necesariamente tiene que ser un producto único en el mercado. Muchos negocios se basan en darle un nuevo uso u otra personalización a algo que ya es real, sin perder de vista qué necesidad se va a solucionar y qué hará que sea diferente. La duda no es buen síntoma.
De hecho, Arvin Abarca, CEO de Grandvoyage.com, señala a DIRIGENTES que “si dudamos de si la idea tiene tracción o no, la respuesta suele ser que no”. La gente suele ser muy amable en sus juicios y “no hay que preguntar si gusta, hay que ver si lo pagaría y que lo demuestre con su dinero”. Sin el cliente un producto no existe. Hay que pensar en el consumidor final al esbozar una idea, no en el producto en sí.
Por otro lado, la viabilidad va de la mano de la rentabilidad.
En este sentido, el estudio económico tiene un gran peso (calcular costes, gastos, el precio de mercado que tendrá, estudiar qué subvenciones hay disponibles para pymes, así como ver si se necesita financiación externa). En consonancia con lo último, “un punto superclave es un buen marketing, siempre digo que no hay malos productos, hay un mal marketing, la mayoría de empresas tiene un buen producto, pero si no sabe comercializarlo, no van a llegar a nada”, asegura a DIRIGENTES Judit Català, CEO de XLYourself.
Otro factor fundamental de este análisis es el tiempo. “Suele haber un dicho en el que a los pioneros se los comen los indios. Tan malo es llegar los primeros a un mercado porque tienes que abrir el mercado, crear necesidad y demanda para lo que se necesitan recursos para que tus potenciales clientes te conozcan y perciban la necesidad de conseguir tu producto como también puede ser letal llegar demasiado tarde y que entremos en un mercado maduro en el que existan competidores grandes y en el que implique tener que competir en precio, que tu margen sea escaso y puedas entrar en un mercado en el que el negocio no sea rentable o sea muy difícil tener cuota de mercado”, señala a DIRIGENTES Luis Alberto Ruano, CEO/ CFO de Ricari y experto en emprendimiento.
Hay que adelantarse al futuro pero sabiendo que el mundo estará preparado para nuestro producto o servicio. La idea no lo es todo “Una buena idea sin un buen equipo sirve para poco o nada o a veces también un buen equipo sin una idea adecuada tampoco puede llegar a nada”, señala Ruano.
De hecho, tan importante es la idea como la ejecución de la misma. Añade que es necesario utilizar las herramientas que existen actualmente (metodología Canvas, Lean Startup o haciendo un plan de negocio).
Teniendo claro los puntos anteriores a tener en cuenta, Judit Català señala que la palabra clave que sigue todo este proceso es “testear”, ya que “nunca sabes cómo recibirá el mercado tus productos, sobre todo si son innovadores por lo que nunca lanzaría nada que requiera mucho tiempo ni mucha inversión inicial”.
Recomienda utilizar la metodología Lean Startup; “antes de lanzar el proyecto entero, creo un producto mínimo viable, que es lanzar una prueba para testear si eso tiene cabida en el mercado”.
En todo momento se habla de la idea, pero la ecuación no puede ser despejada sin el emprendedor. Se menciona en última posición, no porque sea el menos importante, sino que se suele dedicar más tiempo a ver la viabilidad de la idea, pero hay que plantearse si él mismo es adecuado para el proyecto.
¿Qué tiene más peso, la idea o el perfil del emprendedor (tanto profesional como personal)? “La idea puede ser buenísima, pero al final una misma idea ejecutada por dos personas puede resultar en dos empresas totalmente diferentes”, señala Judit Català que se decanta por la segunda opción. Puede ocurrir que una idea muy buena ejecutada de forma nefasta no triunfará y una mediocre liderada por un buen emprendedor puede ser una gran compañía.
Para reflejar esto, apela al ejemplo de Instagram, que sin ser una gran idea, gracias a haber tenido una ejecución “magistral” ha hecho que se convierta en una de las redes sociales más utilizadas. En definitiva, una gran idea tiene que ir aupada por un gran emprendedor.