La relación entre la reputación de una empresa y la de su líder es inseparable. Como se ha visto en casos recientes, el buen hacer o la mala praxis de un dirigente tiene consecuencias sobre el resto de la corporación, en especial en este segundo supuesto, que en ocasiones lleva al líder a abandonar la […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 19 dic 2019
La relación entre la reputación de una empresa y la de su líder es inseparable. Como se ha visto en casos recientes, el buen hacer o la mala praxis de un dirigente tiene consecuencias sobre el resto de la corporación, en especial en este segundo supuesto, que en ocasiones lleva al líder a abandonar la empresa para no desprestigiarla.
Existe “una fuerte relación entre la reputación del líder y la reputación de su empresa”, razona Fernando Prado, vicepresidente de Reputation Institute para España y Latinoamérica. El experto en reputación enumera atributos que “un líder fuerte y respetado” contribuye a que la compañía construya su reputación de una manera más creíble.
No obstante, Prado extrae dos conclusiones. La primera es que el dirigente debe implicarse en la imagen de la empresa. “Se tiene que escuchar su voz, el bajo perfil no es eficiente”, analiza Prado. En ese sentido, se puede observar cómo la exposición pública de un buen número de dirigentes es cada vez mayor, tanto en los medios que corresponden a su actividad, como en televisión o en programas de entretenimiento, más alejados de su zona de confort.
Para el experto, el efecto de tener un líder reputado y conocido es claro: “Las empresas con líderes conocidos y valorados tienen en media mejor reputación que las que no”.
Por otro lado, la segunda conclusión es que el valor más importante para la proyección pública de un dirigente es su responsabilidad. “Importa más ser un líder responsable que se preocupa por la sociedad, sus clientes y empleados, que ser un gran gestor”, reflexiona Prado.
Destaca este punto, el de demostrar implicación social, que es lo que genera buena reputación, y contrasta con el punto de vista de los accionistas o inversores. Prado cree que es más importante trabajar el valor social antes que “maximizar las utilidades de las accionistas” o ser “un gran experto en el negocio específico de su empresa”.
Hay que tener en cuenta otra arista del asunto. Realizar acciones de responsabilidad social sin tener una buena reputación no sirve de nada: “Es la reputación lo que hace sostenible la inversión en iniciativas de responsabilidad social”. De ese modo, para Prado resulta claro que, además de realizar dichas medidas, es necesario comunicarlas.
“Muchos directivos sienten rubor a la hora de comunicar las iniciativas sociales”, comienza Prado. Sin embargo, el especialista aconseja “comunicar dichas iniciativas sin complejos, pero manteniendo unas normas sencillas de sinceridad”. Además de eso, es importante mantener la proporcionalidad “para no caer en casos de greenwashing o social-washing”.