En un mundo que hace tiempo que dejó la filosofía de lado, Rais Busom propone recuperar esta disciplina y darle una posición preferente con el fin de aprovechar todo su potencial. Así, en su libro Filosofía para directivos expone la importancia de tener en cuenta su visión estratégica a largo plazo y utilizarla para ser […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 28 ago 2023
En un mundo que hace tiempo que dejó la filosofía de lado, Rais Busom propone recuperar esta disciplina y darle una posición preferente con el fin de aprovechar todo su potencial. Así, en su libro Filosofía para directivos expone la importancia de tener en cuenta su visión estratégica a largo plazo y utilizarla para ser capaces de tomar decisiones informadas, coherentes, éticas y conscientes.
La filosofía desde el siglo XVII vive al margen de la sociedad. Por eso, a las personas les resulta difícil e inútil. Debería ser una asignatura transversal en todas las facultades universitarias porque lo importante es que los directivos aprendan a pensar, a filosofar, no a leer historia de la filosofía. Esa concepción restrictiva y limitada de la filosofía que hemos sufrido todos desde el bachillerato es además falsa. No siempre fue así y no tiene por qué continuar así. Sócrates iba a la plaza pública y debatía con todo el mundo. Aristóteles tenía su propia explotación agrícola, Spinoza pulía lentes, Voltaire fue un especulador, Pascal un empresario al igual que Engels. Otros como Marx nunca trabajaron, pero no dejaron de hablar del trabajo. Wittgenstein, uno de los más brillantes filósofos, fue soldado, maestro de escuela, enfermero, además de un brillante profesor de Cambridge. No siempre los filósofos fueron profesores profesionales exclusivos de la universidad o del bachillerato. La filosofía sirve tanto para destruir lo que no sirve del pasado, como para construir el futuro y, por eso, es tan necesaria en las organizaciones actuales.
La filosofía o más concretamente su práctica, el filosofar, entendido no como especulación intuitiva sino como el ejercicio de las competencias filosóficas directivas, construye inevitablemente un liderazgo sabio. Las organizaciones suelen estar muy enfocadas en el poder, en la gestión de recursos, en los procedimientos, en el corto plazo. Esto indica una clara deuda con el saber, con el saber hacer. Es precisamente el filosofar que puede suplir este déficit y conseguir un balance entre el saber y el poder en la empresa. La filosofía es el único saber que puede conseguir una organización inclusiva, ecuánime, rentable y sostenible. Sin embargo, es una disciplina explosiva como la nitroglicerina, por tanto, es muy importante manejarla con cuidado para que tanto los directivos como las personas que trabajan con ellos no se vean perjudicados. Esto evidencia la estrecha relación de la inteligencia cognitiva y la emocional para que el desarrollo de las competencias filosóficas sea exitoso.
La filosofía práctica o ejecutiva permite tomar decisiones óptimas. El dominio del razonamiento y del pensamiento crítico permite evitar las falacias y los sesgos, anima a verificar siempre los argumentos y a calibrar los datos. Pero lo más importante es que nos permite anticipar problemas en entornos de incertidumbre, a través de la duda metódica y la crítica fundamentada, lo cual es sumamente útil porque también quiere decir que se pueden trabajar soluciones alternativas o planes de respaldo antes de que ocurran. La filosofía, en última instancia, ofrece decisiones apoyadas en probabilidades y soluciones a problemas que aún no han ocurrido. Todo ello hay que hacerlo dentro de los marcos éticos de funcionamiento que se han definido. Las buenas decisiones son aquellas que nos acercan al éxito.
Los 10 principios de la filosofía que explicamos en mi libro Filosofía para Directivos constituyen los niveles de filosofía en los que se debe entrenar y desafiar a sí mismo el directivo para alcanzar el liderazgo sabio. Parten del socratismo y evolucionan hasta el estructuralismo. Son el gimnasio del aprendiz a filósofo. El liderazgo sabio se alcanza con el desarrollo de la habilidad del filosofar que se materializa en el dominio de las competencias filosóficas como son: visión y multi-perspectiva, mapas estratégicos, razonamiento lógico y pensamiento crítico, diálogo racional y emocional, comprensión profunda y construcción de marcos éticos. El liderazgo sabio es un liderazgo asentado en principios filosóficos como bien podría ser el 9º habito de Stephen Covey.
Cuanto más nos centramos en las disciplinas STEAM, más necesitamos a la filosofía. No se trata solo de conocimientos, sino de desarrollar un criterio propio y profundo. Eso solo se consigue con la perspectiva y la comprensión que nos permite la filosofía. Un directivo no puede hoy en día esperar a un experto para saber qué hacer con la inteligencia artificial (IA). La IA está en el centro de los procesos y de los desafíos de las empresas y está estrechamente vinculada a los valores fundacionales.
Podemos ceder a la IA el generar nuevos activos o ayudarnos a la toma de decisiones, pero no olvidemos que la responsabilidad sigue siendo nuestra. Para construir marcos éticos de funcionamiento necesitamos que los directivos entiendan mucho más que la simple tecnología, deben entender los dilemas que la tecnología crea en la responsabilidad social corporativa y resolverlos.