En marzo de 2020 el teletrabajo se convirtió en un imperativo para un gran número de empresas. Tras la irrupción de la pandemia, el porcentaje de ocupados que trabajaban más de la mitad de los días desde sus domicilios pasó del 4,8% en 2019 al 10,8% después de la llegada del coronavirus. Con el paso […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 15 sep 2022
En marzo de 2020 el teletrabajo se convirtió en un imperativo para un gran número de empresas. Tras la irrupción de la pandemia, el porcentaje de ocupados que trabajaban más de la mitad de los días desde sus domicilios pasó del 4,8% en 2019 al 10,8% después de la llegada del coronavirus. Con el paso de los meses y la relajación de la situación epidemiológica, las diferentes modalidades de trabajo han ido instaurándose en función de las características y necesidades de cada compañía. En 2021, dicha cantidad descendió hasta situarse en el 9,5%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) facilitados por epdata.
En la actualidad, el trabajo en remoto va poco a poco encontrando su sitio en las organizaciones. Una de las ventajas que sostienen sus defensores es el ahorro energético y económico que supone, tan ligado a la situación de inestabilidad energética que vive Europa. De hecho, los desplazamientos en vehículos de gasolina a oficinas cercanas pueden significar un coste mensual de 92 euros, mientras que a lugares de trabajo más alejados puede ascender hasta los 264 euros, según las cifras aportadas por una encuesta realizada por IO Investigación.
En este contexto, muchas organizaciones se plantean cambiar sus oficinas tradicionales por nuevos espacios de trabajo flexible con el fin de reducir sus costes. Un ejemplo de ello es el alquiler de espacios por hora con el fin de tener a su disposición lugares recurrentes donde de manera puntual puedan organizar reuniones o team buildings, mientras el grueso de las obligaciones diarias se realiza en modalidad home office. Además, no tiene por qué tratarse de una clásica habitación con mesas y sillas de oficina, sino que algunas compañías ya están optando por reservar espacios para desarrollar determinadas actividades en terrazas o azoteas donde todavía se puede aprovechar el buen tiempo.
En esta línea, el beneficio económico para las empresas llega gracias a la optimización de los costes, entre los que sobresalen dos. En primer lugar, la adaptación de la estructura y tamaño del espacio a las necesidades de la plantilla evita gastos de implantación y suministros. Por otra parte, también es llamativo el hecho de que se eliminan los largos periodos de contratación. De este modo, si la empresa no se encuentra en un buen momento financiero puede prescindir de estos espacios temporalmente.
En relación con este último punto, desde el operador Lexington, especializado en la implementación de este modelo de negocio, explican que alquilar una oficina convencional conlleva “un gran cambio en la estrategia global de negocio, compromisos a largo plazo y, por supuesto, un gran desembolso desde el inicio”. Por esto, los espacios flexibles son de gran ayuda a la hora de esquivar riesgos innecesarios para las compañías, así como para encontrar el equilibrio y agilidad necesarios en el mundo empresarial.
Desde la plataforma de alquiler de espacios de trabajo, Spathios, comentan que, en todo este contexto, es importante tener en cuenta la productividad de los empleados y consideran que el lugar de trabajo es un elemento “fundamental”. Además, subrayan igualmente que unido al ahorro en los costes fijo de las empresas al no tener que incurrir en un alquiler permanente, también se trata de una oportunidad para otro tipo de negocios. Es decir, para aquellos propietarios de espacios que deseen rentabilizar sus inmuebles.