La Fundación Bancaria “La Caixa” se distingue desde su origen por su labor social. Este año dedicará 545 millones de euros para dar respuesta a las necesidades sociales del momento. Su presidente, Isidro Fainé, tomó como suyo ese propósito que guió al fundador de “La Caixa”, Francesc Moragas, lo que le ha servido para ser […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 24 jun 2019
La Fundación Bancaria “La Caixa” se distingue desde su origen por su labor social. Este año dedicará 545 millones de euros para dar respuesta a las necesidades sociales del momento. Su presidente, Isidro Fainé, tomó como suyo ese propósito que guió al fundador de “La Caixa”, Francesc Moragas, lo que le ha servido para ser premiado por este medio como DIRIGENTE del año. Así lo expresa en entrevista con DIRIGENTES.
Cuando Francesc Moragas fundó “la Caixa” se guiaba por un gran sentido social, por la voluntad de innovar, y por la ambición y la confianza de crear un proyecto importante. ¿Cómo ha logrado hacer suyas estas cualidades de Moragas?
Ha sido una tarea fácil, porque se trata de valores compartidos por mí, y que he interiorizado aún más desde mi llegada a “la Caixa” en 1981. Además, he tenido ocasión de poder repasar ahora estas cualidades de Moragas a través de la biografía que hemos editado con motivo de los 150 años de su nacimiento. Moragas nos ha enseñado a poner el foco en las personas, es el hombre que está detrás del alma de “la Caixa”. Fue un pionero, un humanista y un hombre de acción, y sus objetivos, que he hecho míos, fueron estimular el ahorro, dignificar la vejez, erradicar la enfermedad y ofrecer un futuro mejor a las clases trabajadoras y los más necesitados. ¿Cómo no sentirse inspirado por su ejemplo?
¿Cómo se consigue que una entidad supere el siglo de vida y conserve la esencia con la que nació?
Manteniendo la esencia, pero sabiéndola adaptar a las necesidades sociales de cada época. Esa esencia la forman el compromiso social y la confianza, y sigue siendo la que nos guía. El propio Moragas apostó asimismo por la investigación, la cultura y la educación, tres apuestas que continúan siendo las nuestras. Sus valores, que antes citaba, y obras, han perdurado, y son las que vertebran la labor de “la Caixa”, que se ha convertido en una de las principales fundaciones del mundo. Pero debemos estar atentos al pulso de las nuevas realidades, siguiendo dos de nuestros principios básicos, como son la flexibilidad y la anticipación.
Además de Moragas, ¿quiénes han sido sus referentes para llegar hasta dónde está?
Sin duda, los principales son mi madre y mi padre. Mi padre me proporcionó la reflexión, el coraje y la idea de servicio. De mi madre heredé empuje, carácter, resistencia, actitud comercial y capacidad de negociación. Mi padre me dio la cabeza y mi madre, el corazón. Eran labradores humildes de Manresa, que dedicaron todo su esfuerzo a mi educación, y que me transmitieron el valor de la cultura del esfuerzo, que he tenido como prioridad en todas mis etapas. También he tenido como referentes a algunos compañeros de las distintas empresas donde he trabajado. Como, en “la Caixa”, a José Vilarasau o a Ricardo Fornesa, mis predecesores en la presidencia. Vilarasau lo es por su inteligencia, sagacidad, tenacidad y valentía. Y Fornesa por su empuje, memoria y capacidad de acción.
¿Cómo han influido sus orígenes personales en su trayectoria?
Mucho, y de forma muy positiva. Digo a menudo que uno se cura de todo menos de su infancia, y es de allí donde se obtienen las enseñanzas más valiosas. Abundando en lo que decía antes, mis padres me inculcaron cinco valores: el esfuerzo, la responsabilidad, la honestidad, el respeto y la importancia de la palabra dada, una virtud muy arraigada entre los campesinos. No he olvidado las enseñanzas de mis padres, que siguen influyéndome cada día. Una de ellas, que podría resumir las anteriores, es que la felicidad está más en dar que en tener.
Francesc Moragas solía decir que hay que llevar “el trabajo en la cabeza y la gente en el corazón”. ¿Es uno de sus lemas de vida?
¡Lo es! Y también he hecho mías otras frases de Moragas, como “lo imposible es sólo un poco más difícil que lo difícil” o “las empresas deben ser solventes, rentables y humanas, y, a veces, nos olvidamos de esa tercera parte”. O aun otra: “Soy optimista y mi optimismo es indispensable en mi trabajo”. Yo me tengo por una persona optimista. Y con vocación de servicio, que ese es el significado que atribuyo a la primera de las frases, que usted me citaba. Llevar la gente en el corazón significa soñar con la igualdad de oportunidades para todos. Soñar con acabar con la exclusión financiera y con la pobreza. Se trata de sueños dentro del corazón, que hay que trabajar con la cabeza de forma activa para hacer realidad.
En su momento “la Caixa” se adelantó al futuro al poner el enfoque en realizar obras sociales, y ahora también se identifica por sus aportaciones en cultura o en investigación médica, un campo al que dedica 90 millones de euros. ¿Es el sello que debe seguir caracterizando a la entidad en el futuro?
Sí. En el caso de la investigación médica, lo es porque la salud es y será clave en ese futuro próximo. Precisamente muchos de los grandes retos que encara la humanidad están relacionados con la salud. Y por eso la investigación será uno de los principales ejes de la actividad de “la Caixa”, que orientaremos a combatir las enfermedades más graves y extendidas. Es esa adaptación a la realidad de los tiempos, esa anticipación a la que me refería, y que nos ha llevado a dedicar hasta ahora más de 400 millones de euros en España y Portugal en la lucha contra enfermedades oncológicas, cardiovasculares, infecciosas y neurológicas.
¿Cuáles son las tareas pendientes de Fundación Bancaria “la Caixa” que más preocupan a su presidente?
Más que preocuparme, me ocupan. La tarea de consolidar el compromiso social que dio origen a la entidad en 1904, y más aun coincidiendo con los 150 años del nacimiento de nuestro fundador. Un hito que invita a la reflexión. Y la tarea de proyectar ese compromiso, desde las raíces, hasta el futuro más próximo. Por esa razón, para hacer patente esa proyección, acabamos de recuperar la denominación original, “la Caixa”, para referirnos a la Fundación Bancaria. De hecho, ya es el nombre con el que la gente nos conoce mejor. Y esta “la Caixa”, original y nueva, destinará a obra social en 2019 un presupuesto de 545 millones de euros, que incluyen una partida extraordinaria de 15 millones destinados a la construcción de CaixaForum Valencia, a la renovación de la sala permanente de CosmoCaixa y al nuevo espacio de reflexión y debate en Cap Roig. Son algunas de mis tareas pendientes inmediatas. Y, en el horizonte, la de continuar haciendo obra social con la prudencia que nos caracteriza, y hacerlo prestando atención a las necesidades sociales que vamos escuchando en el corazón de las personas, adivinando sus sentimientos y descubriendo las quejas que no se profieren.
¿Cómo ve el futuro del banco y de la Fundación? ¿Conseguirá mantener sus valores?
Empezando por la segunda pregunta, ¡no me cabe ninguna duda! Y en cuanto al futuro de CaixaBank y de “la Caixa”, veo que ambas serán iguales y a la vez, distintas. Iguales, en el sentido que conservarán esencia, cultura y compromiso social fundacional. Y distintas, porque habrán sido capaces de adaptarse a los nuevos retos. A esa adaptación respetuosa responde el lema del Plan Estratégico 2016–2019 de la Fundación Bancaria “la Caixa”: “Cambiamos presentes, construimos futuros.” El futuro no me asusta, si somos capaces de construirlo. Un futuro que también estamos construyendo con la preparación de un nuevo plan estratégico para el siguiente período. Hablamos de los próximos diez años, pero me gustaría que el edificio que hemos levantado entre todos los que trabajamos en “la Caixa” dure más que los más de cien que ha durado hasta hoy.
La reputación de la banca ha sufrido mucho en estos años de crisis. ¿Cuáles han sido sus pecados? ¿Qué parte de responsabilidad ha tenido la banca de la crisis? ¿Por qué parece que la banca ha perdido la confianza de la sociedad?
Tal vez sea así, pero hay que decir que la mejora de la coyuntura económica después de la crisis se ha traducido en un aumento general de la confianza de los ciudadanos. Se ha tomado conciencia de que no todos los bancos actuaron igual durante la crisis. Se cometieron errores, pero no extrapolables a todo el sector financiero. Así, durante la crisis económica, no mermó la reputación y confianza en nuestra entidad, sino todo lo contrario, ésta aumentó. ¿Y por qué sucedió así? A mi entender porque, incluso en los peores momentos, el presupuesto en Obra Social de “la Caixa” permaneció inalterable y jugó un papel considerable a la hora de paliar los efectos de la crisis, gracias al esfuerzo de todos. En la última década, “la Caixa” ha dedicado más de 5.000 millones de euros a acción social. Son diez años marcados por una crisis severa, de la que aún nos resentimos como sociedad. En especial los colectivos más vulnerables. Hemos sido muy conscientes de esta coyuntura, y por eso hemos mantenido y aumentado nuestro presupuesto para contribuir a paliar esta situación. Y en este empeño seguimos.
¿Qué puede aprender la nueva ola de dirigentes de los de su generación?
Toda generación puede aprender de la anterior, pero también de la siguiente. Me parece pretencioso, y un despilfarro de capital, energía y talento, no aprender de los jóvenes. Es un error que intento evitar siempre. Los dirigentes jóvenes llegan con una enorme preparación e ilusión, y los de las generaciones anteriores podemos intercambiárselas por experiencia, confianza y libertad de acción. Un activista norteamericano, Ralph Nader, es autor de una frase muy acertada: “la función de un líder no es dirigir seguidores, sino conseguir que aparezcan y se desarrollen nuevos líderes”. Las virtudes de un directivo capaz son que dirige y estimula a sus colaboradores, les anima a ponerse metas ambiciosas y les da libertad y méritos para que las consigan. Personalmente, prefiero un equipo de “leones” que un equipo de “corderos”. Lo he intentado aplicar en “la Caixa” y en los lugares donde he trabajado. ¡Y de leones los hay en toda generación!