Las tasas interanuales de IPC de las principales economías avanzadas han estado en terreno negativo durante buena parte de este 2015 que ya toca a su fin y economistas y expertos apuntan a que se mantendrán en niveles cercanos a cero durante, al menos, la primera mitad de 2016.
Dos son las razones que explican esta situación. Por un lado, la sangría que sufren las materias primas, a vueltas con el exceso de oferta y la debilidad de la demanda; y, por otro, un crecimiento modesto, que adolece de unas elevadas tasas de desempleo y unos niveles de inversión ínfimos por el proceso de desapalancamiento que están sufriendo tanto el sector público como el privado, tras los excesos del pasado…
El Departamento de Análisis de Bankinter nos recuerda que unos precios bajos durante un "periodo transitorio" tienen claros efectos positivos, ya que permiten mantener el poder adquisitivo de los consumidores, contribuyen a incrementar la competitividad y son un ejemplo del avance tecnológico de determinados sectores.
Sin embargo, hemos llegado a un punto en el que los niveles actuales son muy bajos y perduran ya demasiado en el tiempo. Y esto, destaca la firma, es una amenaza por cuatro razones principales: restringe el consumo y la inversión, no alivia la carga de deuda, añade rigidez al mercado laboral y resta efectividad a la política monetaria tradicional.
En concreto, detallan: "Con una inflación anual en el 2%, si el banco central sitúa el tipo director en 0%, el tipo de interés real (equivalente al tipo nominal menos la inflación) se situaría en -2%, lo que contribuiría a estimular el consumo y la inversión frente al ahorro. Por el contrario, un escenario de ausencia de inflación implica un doble factor de riesgo: si los tipos reales no pueden caer lo suficiente como para reactivar la demanda y subir los precios, la demanda agregada se contraerá aún más, por lo que la trampa de la deflación se retroalimentará; conseguir tipos reales muy bajos ha exigido situar los tipos nominales en unos niveles tan reducidos que ya no se corresponden con una coyuntura de recuperación, por lo que los bancos centrales podrían no disponer de la rebaja de tipos como medida de emergencia ante una próxima recesión".
Así las cosas, aunque creen que "aunque el efecto comparativo en los precios de las commodities no será tan acusado como en 2015, la caída de las materias primas y un crecimiento modesto en Europa por los elevados niveles de desempleo y la ausencia de reformas estructurales de gran calado provocarán que las expectativas de inflación continúen siendo muy reducidas".
Por tanto, en 2016 los bancos centrales mantendrán las medidas no convencionales: Fed y Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) no venderán la deuda acumulada durante sus programas de compras de activos (QE) y el Banco Central Europeo (BCE) ampliará el suyo.
En este contexto, aunque "los tipos de depósito negativos no se generalizarán en un futuro próximo para los clientes minoristas. Sin embargo, los tipos de depósito negativos que ya se aplican en la UE y Suiza implican que los tipos en los depósitos se mantendrán en niveles próximos a cero durante un período prolongado y la renta fija a corto plazo presentará TIR negativas durante 2016, por lo que la rentabilidad en activos de bajo riesgo será prácticamente nula. En consecuencia, la renta variable se configura como el activo con mejores perspectivas para el año 2016 aunque la abundante liquidez y la exclusión del resto de alternativas sean argumentos más convincentes que unas expectativas de crecimiento de los beneficios empresariales que continúan siendo modestas".
Rompiendo una lanza a favor de la inflación
Para Capital Economics desvanecimiento de las presiones deflacionarias por parte de las materias primas y de la fortaleza del dólar, la inflación estadounidense subirá por encima del objetivo del 2% de la Fed para mediados del próximo ejercicio. "En estas circunstancias, creemos que la autoridad monetaria abandonará su filosofía de repuntes de tipos graduales, empujándolos hasta cerca del 2% para finales de año y por encima del 3% para el cierre de 2017".
Mientras, Barclays cree las expectativas inflacionarias son evidentes en los bonos de Europa y señalan que "los riesgos de deflación se alejan poco a poco", las compañías mejoran su poder de fijación de precios y "la economía se esta recuperando" en la región. Un contexto en el que mantienen su consejo de infraponderar utilities, salud y consumo básico.
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