Han tardado 20 años, pero al final la UE y los comisarios negociadores Cecilia Malmström (interiores), Phil Hogan (agricultura) y Jyrki Katainen (competitividad, mercado laboral) lograron cerrar con los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) un acuerdo comercial que crea un mercado de 760 millones de consumidores, una tercera parte de ellos sudamericanos. […]
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| 29 jun 2019
Han tardado 20 años, pero al final la UE y los comisarios negociadores Cecilia Malmström (interiores), Phil Hogan (agricultura) y Jyrki Katainen (competitividad, mercado laboral) lograron cerrar con los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) un acuerdo comercial que crea un mercado de 760 millones de consumidores, una tercera parte de ellos sudamericanos. Aunque debe obtener todavía el visto bueno de los Estados miembros y del Parlamento Europeo, es un logro histórico, que viene para todos en un momento óptimo, con destacada actuación de España, Alemania, Argentina y Brasil.
El anuncio engalanó a los presidentes de Argentina y Brasil, socios mayoritarios de Mercosur, en el inicio de la cumbre del G20 en Osaka, mientras llegaba como un sismo a Sudamérica, donde significa la validación de la política liberal de Bolsonaro y Macri, ambos -por motivos diferentes- en momentos cruciales de sus mandatos. El entendimiento, sin embargo, ha sido celebrado también por el presidente de Bolivia Evo Morales que busca la membresía del Mercosur desde los tiempos en que ese bloque era cámara de resonancia de Venezuela. La noticia podría favorecer también al actual Gobierno de Uruguay que disputará su reelección en octubre, al igual que Macri.
En lo económico, para el Mercosur significa la anhelada ampliación de mercado para colocar sus materias primas e industriales sin aranceles. Para Argentina, la UE es destino del 15 % de sus exportaciones (harinas, soja, biodiesel, carne y plata), mientras que Uruguay envía 20 % de sus embarques (carne, celulosa y granos). La confederación de industrias de Brasil, en tanto, estima elevar sus ventas a la UE en 23,6 %, lo que equivale a unos 8700 millones de euros. En bloque, los cuatro socios podrán comenzar vendiendo 99.000 toneladas anuales de carne bovina.
Las exportaciones del Mercosur a la UE, sobre todo del sector de alimentación, alcanzaron los 42.600 millones de euros en 2018, mientras que en sentido contrario llegaron a 45.000 millones de euros, sobre todo de los sectores automotriz, químico y máquinas. Prácticamente la mitad del comercio desde el Mercosur corresponde a agricultura y ganadería, mientras que en el caso de la UE esos productos apenas suponen el 5 % de las ventas. A pesar de la presión de su lobby agrícola, Alemania ha sido la voz cantante en el cierre del acuerdo que se debate desde hace 20 años y que viene como un regalo para Europa, que vive una crisis histórica. Con el cambio climático, el Brexit y una guerra comercial de China y EEUU en curso, la UE -y sobre todo su primera potencia económica, Alemania- necesitaban esta salida a otros mercados.
España gana peso internacional
Pedro Sánchez -que, según la prensa alemana, ha demostrado agilidad negociadora en todo el proceso para la creación del mercado de libre comercio más grande del mundo por volumen- debía, al igual que Merkel, calmar a los agricultores que temen más competencia. Pero en la cuenta global para España sin duda este acuerdo es también un enorme estímulo para su exportación, para sus puertos, para el turismo y también para ser por fin la puerta económica y política de Europa a América Latina.
Mientras Francia estaba, por el lobby agrícola, en contra de este acuerdo, Merkel necesitaba urgentemente -ante el clima cada vez más gris en su país- logros económicos y políticos. “Es una oportunidad histórica y estratégica para concluir uno de los acuerdos más importantes de la historia comercial europea“, le dijo la canciller a Emmanuel Macron en una carta firmada con otros jefes de gobierno, entre ellos Sánchez. El francés quería evitar sobre todo que la Comisión aumente aún más las cuotas de importación libres de aranceles para carne de res, aves, azúcar y etanol. Pero Hogan admite que habrá que soltar subvenciones para calmar a los agricultores europeos: “el acuerdo presenta retos para los agricultores europeos y la Comisión está lista para ayudarles a superarlos”.
Alemania y Francia en la agricultura global
El Gobierno alemán había prometido hace una semana más subvenciones para un sector que ya es poco eficiente y en el centro de las críticas de las activistas contra el cambio climático. Según la ministra de agricultura Julia Klöckner es necesario reformar y redimensionarse el sector: “Para ello recibirán ayudas”. El acuerdo con los países del Mercosur -que va también a aumentar la importancia del euro en esta región- ayudará a acelerar un proceso necesario: la retirada paulatina de Francia y Alemania, dos grandes potencias industriales, del mercado de exportación de productos agrícolas.
Los alemanes y franceses saben diseñar máquinas, desarrollar fármacos y fabricar robots, tienen muy buenos informáticos e ingenieros. No dependen tanto de su sector agrícola, como otros países menos desarrollados. El acuerdo “es fundamental para crear un crecimiento y empleos sostenibles, así como para combatir la pobreza en nuestro país”, argumentó del otro lado Nicolás Dujovne, ministro de Finanzas de Argentina, en Twitter el viernes por la noche.