Aradigm ha solidicado acogerse a la protección por bancarrota del Capítulo 11 del Tribunal de Quiebras de Estados Unidos. Y todo tras no poder, por falta de fondos, seguir testando su fármaco Pulmaquin para tratar las infecciones respiratorias graves o bronquiectasia, una enfermedad pulmonar obstructiva crónica en la cual las grandes vías respiratorias del pulmón […]
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| 25 feb 2019
Aradigm ha solidicado acogerse a la protección por bancarrota del Capítulo 11 del Tribunal de Quiebras de Estados Unidos. Y todo tras no poder, por falta de fondos, seguir testando su fármaco Pulmaquin para tratar las infecciones respiratorias graves o bronquiectasia, una enfermedad pulmonar obstructiva crónica en la cual las grandes vías respiratorias del pulmón están dañadas y ensanchadas.
Uno de los principales patrocinadores de Aradigm es el fabricante de medicamentos español Grifols S.A. que cotiza en el Nasdaq de Nueva York como GRFS. Y el otro es el grupo de inversión de Nueva York First Eagle Investment Management. Ambos poseen aproximadamente tres cuartas partes de Aradigm, o alrededor del 75% de sus acciones. Tras conocerse la noticia de la solicitud de bancarrota, las acciones de la compañía con sede en California cayeron un 74%, hasta los 12 centavos por acción.
La biotecnología estadounidense esperaba recaudar fondos adicionales para su medicamento Pulmaquin, cuya licencia mundial en exclusiva fue comprada por Grifols en 2013 por unos 23 millones de dólares. A esto se le suman otros 70 millones de dólares más que el laboratorio español ha invertido para su desarrollo. Grifols calculaba conseguir unos ingresos de unos 300 millones de dólares al año cuando se pusiera a la venta a nivel mundial.
Ante la negativa de sus patrocinadores de financiar más a la empresa, Aradigm determinó que sin la confirmación de efectivo adicional “no tendría fondos suficientes para cumplir con todas sus futuras obligaciones financieras”.
Esto significa que el programa, desarrollado bajo la marca Apulmiq en los Estados Unidos y como Linhaliq en Europa, tendrá que ponerse a la venta junto con otros activos de la compañía y las ganancias de la venta se distribuirían entre los acreedores y, si queda algo, será para los accionistas, según ha comunicado la compañía.
Aradigm insiste en que sigue confiando en la “eficacia, la seguridad y la calidad” de su medicamento y que continuará trabajando para lograr el fármaco para tratar “una enfermedad grave con alta mortalidad” y para la que “no hay opciones de tratamiento disponibles” actualmente.
Las biotecnológicas no quiebran a menudo, algo que sorprende dada la naturaleza de alto riesgo del negocio, y no es desconocido que las empresas salgan de la bancarrota con un acuerdo de recapitalización vigente. Un ejemplo es KaloBios, que se declaró en quiebra en 2015 pero aceptó una serie de requisitos de los reguladores que más tarde que le permitió sobrevivir, reabastecer su cartera y, finalmente, renacer como Humanigen en 2017.
Sin embargo, parece que hay pocas posibilidades de que Aradigm corra la misma suerte ya que, además, su presidente John Siebert ya ha renunciado a su puesto, junto a otros cuatro ejecutivos de la compañía.
Enfrentaba una demanda colectiva y un gran déficit financiero
La compañía californiana, se enfrentaba, además, desde el año pasado, a una demanda colectiva por un posible fraude a sus inversores por haber violado la ‘Ley Securities Exchange Act’ de 1934 que regula el comercio secundario de valores en Estados Unidos. En concreto la acusación decía que los directivos de Aradigm habrían ocultado las deficiencias de los ensayos realizados en su medicamento Pulmaquin para tratar la bronquiectasia.
La acusación tenía lugar justo después de que que en enero de 2018, las acciones de la filial de Grifols cayeran un 65%. Y todo tras conocerse que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) rechazara su fármaco y le pidiese que realizase un ensayo clínico adicional de última etapa sobre dicho medicamento, que ya había completado los estudios de Fase III, antes de poder volver a presentarlo. Realizar dicho ensayo clínico les llevaría dos años y costaría millones de dólares.
Pero la biotecnológica, también tenía problemas financieros. En su última declaración de resultados trimestrales de noviembre de 2018 ante la Comisión de Bolsa y Valores estadounidense, Aradigm reveló que tenía un déficit total con sus accionistas de 23,5 millones de dólares y un capital circulante de solo 700.000 dólares. Además había acumulado un déficit de más de 467 millones a lo largo de sus 28 años de historia.