Según estadísticas de la OCDE, gran parte del crédito bancario chino tiene como destino final las empresas estatales, pese a ser menos rentables en comparación con el sector privado. El sector financiero chino, controlado desde los bancos estatales en una proporción superior al 60%, ha sido siempre un obstáculo para la financiación privada. Las empresas […]
InternacionalDirigentes Digital
| 30 ene 2019
Según estadísticas de la OCDE, gran parte del crédito bancario chino tiene como destino final las empresas estatales, pese a ser menos rentables en comparación con el sector privado. El sector financiero chino, controlado desde los bancos estatales en una proporción superior al 60%, ha sido siempre un obstáculo para la financiación privada. Las empresas no estatales, por tanto, han tenido que acudir tradicionalmente a otros canales informales de financiación, como la banca opaca o shadow banking (un sistema bancario paralelo con tipos notablemente superiores). Pero en 2018, para reducir la acumulación de activos tóxicos, el crédito del shadow banking se ha desplomado un 11%.
Para evitar el estrangulamiento financiero del sector privado, las autoridades chinas se han visto obligadas a aprobar una serie de estímulos, a efectos de incrementar el crédito. El crédito bancario total se espera que crezca un 11% durante 2019. Y, además de conceder una cuota mínima del crédito bancario a la empresa privada, también se prevé un tipo especial reducido para la PYME. Con todo esto, las previsiones apuntan a un incremento de la inversión en activos fijos del sector privado cercano al 10%. Y la inversión pública, por el contrario, se espera que experimente un crecimiento del 1-2% en 2019.
Las ventas inmobiliarias chinas está previsto que retrocedan un 6%. Y el consumo interno también va a enfriarse unas décimas. En este escenario, todo hace indicar la inminencia de nuevos estímulos económicos, tanto fiscales como monetarios. Esta medida, de facto, es una expansión cuantitativa. Pero ahora se trata, veremos si con éxito o no, de canalizar el crédito a sectores productivos para traducir dicha expansión monetaria en un crecimiento efectivo del PIB.