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Estados Unidos ante la movilidad futura tras la COVID-19

A largo plazo, la COVID-19 podría tener un impacto duradero en la movilidad, ya que genera cambios en el entorno macroeconómico, las tendencias regulatorias, la tecnología y los comportamientos de los consumidores que tendrán que mantener el distanciamiento físico para evitar la propagación y el contagio. Movilidad terrestre La pandemia podría producir algunos cambios permanentes […]

Internacional

Dirigentes Digital

19 ago 2020

A largo plazo, la COVID-19 podría tener un impacto duradero en la movilidad, ya que genera cambios en el entorno macroeconómico, las tendencias regulatorias, la tecnología y los comportamientos de los consumidores que tendrán que mantener el distanciamiento físico para evitar la propagación y el contagio.

Movilidad terrestre

La pandemia podría producir algunos cambios permanentes a corto y largo plazo en la movilidad por tierra porque si más personas trabajan permanentemente desde su casa, la reducción en los viajes diarios producirá una disminución en el uso de los coches, autobuses, trenes o metro. Podríamos estar ante la transición hacia la movilidad sostenible.

La cantidad de pasajeros que viajan en los transportes públicos ha disminuido considerablemente durante la pandemia entre un 70% y un 90% en las principales ciudades del mundo, como en Nueva York, según el estudio de la consultora McKinsey. La vuelta a la normalidad será muy diferente con la necesidad de implementar protocolos estrictos de higiene para evitar nuevos contagios, como máscaras faciales obligatorias, controles de temperatura para los pasajeros o restringir la cantidad de viajeros en trenes, autobuses, metros y estaciones para cumplir con los requisitos del distanciamiento social y para que se pueda viajar de manera segura. El metro de Nueva York ya está usando luces ultravioletas para desinfectar las superficies de los vagones, y en Los Ángeles se baraja el uso de cobre para los postes metálicos de los autobuses porque, al parecer, este metal hace que los virus estén inactivos.

Si el distanciamiento físico continúa, aquellos que anteriormente dependían del transporte público podrían cambiar su movilidad para ir en vehículo privado, en bicicleta o caminando (si la distancia lo permite). Los alcaldes podrían relajar las regulaciones para la movilidad privada, al menos a corto plazo, porque las personas se sienten menos vulnerables al contagio en vehículos de propiedad individual. También muchos revisan sus regulaciones para dar más espacio a peatones y ciclistas. Por ejemplo en Nueva York se han cerrado varias calles al tráfico en distintos barrios de la ciudad; en Seattle, en el estado de Washington, se han habilitado más de 32 kilómetros de calles para caminar e ir en bicicleta; y en Oakland, California, esa cifra alcanza los 120 kilómetros, el 10% del total, para que los peatones y los ciclistas puedan permanecer a seis pies de distancia (alrededor de dos metros). Algunas de esas medidas podrían permanecer vigentes después de la crisis. Si promueven mejoras, como menos accidentes y menos contaminación, las ciudades pueden decidir hacerlas permanentes.

En Atlanta, Georgia, ya se ha programado triplicar la cantidad de infraestructura de bicicletas de la ciudad para los próximos dos años, y las vías de tránsito sin automóviles, como ‘Market Street’ en San Francisco, están cambiando la prioridad de los automóviles a los peatones y usuarios de transporte público.

Algunas empresas de “micromobility” que ofrecen patinetes, bicicletas o scooters eléctricos apuntan a ser la respuesta a la nueva manera de moverse por tierra. Eso sí, se requerirá una limpieza exhaustiva para evitar contagios de coronavrius ya que son usados por distintos usuarios. Estos vehículos con motor que funcionan a velocidades típicamente inferiores a 25 km, y que son ideales para viajes de hasta 10 km, pueden ayudar además a minimizar la congestión urbana. La compañía californiana “Bird” ofrece de manera gratuita viajes en sus scooters eléctricos a los trabajadores esenciales, como sanitarios, en Portland, Oregón.

En cuanto a los vehículos privados, el sector automotriz está siendo uno de los más damnificados por la pandemia. En el punto álgido de la crisis, más del 90% de las fábricas Estados Unidos cerraron y miles de trabajadores del sector fueron despedidos. McKinsey estima que producirán 7,5 millones de vehículos menos en 2020. Algunas compañías han obtenido el estímulo financiero del gobierno, otras han buscado dinero de inversores o han extendido sus líneas de crédito y suspendido el pago de dividendos para hacer frente a la crisis. A medida que los efectos de la pandemia comienzan a disminuir, desde finales de mayo se ha puesto de nuevo en funcionamiento la producción. Ford, General Motors, Tesla y Fiat Chrysler han reiniciado operaciones con horarios reducidos, nuevos protocolos de salud y seguridad para los trabajadores que incluyen medidas como controles diarios de temperatura y mascarillas obligatorias.

Esta crisis podría ser un punto de inflexión para acelerar las ventas de vehículos eléctricos. Pero la crisis de la COVID-19 también podría retrasar el desarrollo de tecnologías avanzadas, como la conducción autónoma, ya que los fabricantes y los inversores podrían reducir la financiación de la innovación para concentrarse en los problemas cotidianos. Otros creen que la conducción autónoma podría proporcionar una valiosa solución de movilidad en la “nueva normalidad” donde continúa la conciencia de distanciamiento social. Según una investigación realizada por IDTechEx, el mercado autónomo de automóviles y ‘robotaxi’ tendrá un valor de 2.500 millones por año para el año 2040.

Respecto a los viajes en coches compartidos con conductor, el número de usuarios ha bajado considerablemente durante la crisis sanitaria. Tan solo hasta abril Lyft reportó que su negocio de transporte había disminuido un 70% y eso a pesar de que se ha puesto en marcha un protocolo de desinfección frecuente en los vehículos, se han producido actualizaciones de seguridad, restricción en el número de pasajeros por coche e incluso se dan desinfectantes gratuitos a los pasajeros.

Movilidad aérea

El sector aéreo está siendo uno de los grandes damnificados por la pandemia. Las aerolíneas afrontan el peor año en la historia y según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) las pérdidas provocadas por la COVID-19 a nivel mundial se estiman en 84.000 millones de dólares. En abril la industria vio reducidos sus viajes en un 95% y el 64% de la flota mundial se quedó en tierra. Pero por otra parte hubo una reducción de 47 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, según datos del Grupo de Acción de Transporte Aéreo.

Para hacer frente a esta crisis el gobierno estadounidense dio 50.000 millones de dólares al sector en préstamos y subvenciones a través de la Ley CARES. Se han perdido 5,9 millones de trabajos relacionados con viajes debido al coronavirus según la Asociación de Viajes de EE.UU. y 100.000 empleados de American Airlines, Delta, Southwest y United acordaron recortes en sus sueldos o vacaciones no pagadas para mantener sus puestos. La combinación de estas 4 aerolíneas sumaron 4.500 millones en pérdidas el primer trimestre de 2020 ya que los transportistas estadounidenses han estacionado más de 3.000 aviones, la mitad de la flota, durante la pandemia. Los aviones que están volando aprovechan para llenar las bodegas vacías con mercancías en contenedores, usando incluso los compartimentos superiores de cabina y asientos para almacenar las mercancías.

A medida que muchos estados de Estados Unidos vuelven a reabrir después de sus bloqueos por el coronavirus, las aerolíneas del país están reanudando gradualmente el servicio, con muchas precauciones y tomando medidas para proteger a los pasajeros porque los casos por COVID-19 siguen aumentando y los consumidores se muestran cautelosos a la hora de volar.

Las aerolíneas estadounidenses han actualizado las políticas de viaje para ofrecer una mayor flexibilidad a los clientes y, cumpliendo con la ley federal, los transportistas están emitiendo reembolsos cuando se cancela un vuelo.

Empezando por los aeropuertos, los pasajeros verán cambios, como protectores de plexiglás en los mostradores de facturación para brindar protección adicional, personal desinfectando distintas áreas y se han marcado los suelos para garantizar que se mantenga la distancia de seguridad adecuada.

De los aviones que vuelan actualmente, el 73% va con menos del 50% de su capacidad y las aerolíneas están intentando, cuando sea posible, dejar algunos asientos libres para distanciarse de los otros pasajeros.

Dentro de los aviones se han implementado protocolos de limpieza intensiva, en algunos casos para incluir procedimientos de desinfección electrostática y nebulización. Además los aviones cuentan con filtros HEPA, que ayudan a generar una calidad de aire de ‘grado hospitalario’. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han dicho que “debido a cómo circula y se filtra el aire en los aviones, la mayoría de los virus y otros gérmenes no se propagan fácilmente en los vuelos”. Además, se van a comenzar a realizar controles de temperatura a los pasajeros y al personal.

AMERICAN AIRLINES

Desde el 16 de junio todos sus clientes deben usar mascarilla facial mientras estén a bordo de uno de sus aviones como parte de su compromiso con la seguridad y el bienestar de los viajeros y los miembros del equipo. American negará el abordaje a los clientes que no lo cumplan. Aunque algunos pasajeros están exentos del requisito de cubrirse la cara, como los niños pequeños y las personas con discapacidad o que por razones médicas no puedan cubrirse la cara. La política tampoco se aplica mientras se come. American Airlines también requiere que los miembros de su equipo usen revestimientos faciales mientras trabajan. La aerolínea también está ajustando sus procedimientos de servicio de alimentos y bebidas a bordo. Los aviones se están limpiando durante todo el día con un desinfectante aprobado por la Agencia de Protección del Medio Ambiente y todos los vuelos internacionales son limpiados cuidadosamente cada día. Además los miembros de la tripulación usan gel y toallitas desinfectantes en todo momento.

La aerolínea también ha comunicado que aumentará el número de vuelos en julio debido al repunte de la demanda. En la última semana de mayo, transportó un promedio diario de aproximadamente 110.000 clientes por día, un incremento sobre los aproximadamente 32.000 clientes promedio diarios que la aerolínea atendió en abril. En julio en concreto planea volar el 55% de su flota dentro del país y casi el 20% en vuelos internacionales.

Además ofrecerá dobles millas para los vuelos reservados en junio y abrirá sus salas VIP en 10 aeropuertos de Estados Unidos en los que se llevarán a cabo todos los procedimientos necesarios de limpieza y bienestar.

DELTA

Va a operar un servicio reducido durante el verano, con solo el 20% de su servicio doméstico y el 10% de su servicio internacional. En cuanto a las precauciones de seguridad durante el vuelo, Delta no solo desinfecta sus aviones entre vuelos, sino también las máquinas donde se puede facturar individualmente y las puertas de facturación en el aeropuerto. Tanto los empleados de la aerolínea como los pasajeros deben usar máscaras faciales mientras están a bordo y en los puntos de facturación. La aerolínea también ha lanzado un nuevo departamento llamado “División de limpieza global”, para garantizar los estándares de limpieza. Hasta el 30 de septiembre, Delta va a limitar la capacidad de la cabina al 50% en primera clase, al 60% en la cabina principal y Delta Comfort+ y al 75% en Delta One, para promover el distanciamiento social.

La compañía espera que sus ingresos en el segundo trimestre disminuyan un 90% debido a la reducción en la demanda de vuelos. Las pérdidas por día de la aerolínea ascienden a 60 millones, según el CEO de Delta, Ed Bastian.

UNITED AIRLINES

Al igual que otras aerolíneas, United está agregando lentamente vuelos de regreso este verano, pero aún así, pero sólo será de un 30%. La compañía ha implementado un nuevo protocolo de limpieza llamado ‘United CleanPlus’. La iniciativa proporciona a los pasajeros sus propias toallitas desinfectantes antes de abordar. Los procedimientos de desinfección a bordo de la aeronave se han actualizado para evitar la contaminación de persona a persona. Los viajeros ya no podrán reutilizar los vasos una vez usados y deberán traer sus propios cubiertos. Los servicios a bordo incluirán principalmente comidas preenvasadas y bebidas selladas. Como parte de ‘CleanPlus’, los pasajeros también deberán demostrar que no presentan síntomas de coronavirus en los check-in. Si los CDC informan a la aerolínea que un pasajero o empleado mostró síntomas de COVID-19, el avión en el que viajaban quedará fuera de servicio y se llevará a cabo un proceso de descontaminación completo que incluirá lavar los techos y los contenedores superiores, además de fregar muy bien el interior del avión. La aerolínea también notificará a los pasajeros con anticipación si es probable que su vuelo esté lleno.

El presidente de la aerolínea, Scott Kirby, dijo que han perdido 100 millones de dólares cada día desde que comenzó la pandemia. Para hacer frente a esto United ha operado más de 2.700 vuelos solo de carga utilizando sus aviones de pasajeros desde mediados de marzo y en junio la compañía agregó rutas en Europa y América del Sur para transportar mercancías.

SOUTHWEST

La aerolínea de bajo costo estadounidense no ha cancelado rutas o vuelos debido al virus, ya que ninguno de sus destinos está considerado actualmente como “de riesgo” por los CDC. El 4 de marzo, la aerolínea intensificó sus procedimientos de limpieza de cabina en respuesta a la propagación del coronavirus. Cada avión de la flota se limpia de seis a siete horas cada noche y se utiliza un desinfectante “de grado hospitalario” en todas las “áreas de alto contacto, como las ventanas y persianas interiores, cada hebilla del cinturón de seguridad, las unidades de servicio al pasajero (incluidos los botones táctiles que controlan las luces de lectura y los conductos de ventilación que dirigen el aire personal), así como las superficies de los asientos, mesas de bandejas, reposabrazos, etc.”.

El servicio de alimentos y bebidas se suspendió inicialmente para limitar el contacto entre los pasajeros y la tripulación. Sin embargo, en mayo, la aerolínea volvió a ofrecer bebidas y bocadillos durante vuelos de más de 250 millas (400 kilómetros). La compañía registró por primera vez dese 2011 un trimestre de pérdidas y sus ingresos cayeron hasta un 95% en mayo.

JETBLUE

Fue la primera aerolínea en requerir que los pasajeros usaran mascarillas mientras volaban. La cobertura facial también es obligatoria para los miembros de la tripulación a los que se va a comenzar a tomar la temperatura antes de comenzar a trabajar. JetBlue ha perdido recientemente seis miembros de su equipo por la COVID-19. La desinfección de los “puntos de contacto altos” se lleva a cabo regularmente usándose rociadores electrostáticos para una limpieza profunda, y se pondrán a disposición de los pasajeros a bordo desinfectantes para manos y toallitas.

La compañía ofreció 100.000 vuelos de ida y vuelta gratis a los sanitarios que se desplazaron a otras partes del país para ayudar en el pico de la pandemia.

Las acciones de JetBlue Airways han perdido casi el 36% de su valor desde principios de año y en el primer trimestre de 2020 ha perdido 268 millones de dólares.

Movilidad marítima

El sector de los cruceros es el más afectado en el transporte marítimo ya que ha estado paralizado desde marzo y señalado en todo el mundo porque ningún país quería que atracaran los cruceros llenos de turistas que podrían estar contagiados. Las tres principales compañías de cruceros de Estados Unidos, Royal Caribbean, Norwegian y Carnival se han desplomado entre un 55% y 70% este año. Carnival ha perdido 4.400 millones de dólares en el segundo trimestre por el impacto del coronavirus y sus ingresos se desplomaron un 85% a 700 millones de dólares. Las acciones de Royal Caribbean Cruises perdieron un 70% en 3 meses con una pérdida neta de 1.44 mil millones. Por su parte Norwegian Cruises ha cosechado pérdidas por valor de 1.900 millones de dólares en el primer trimestre de 2020 y sus ingresos disminuyeron un 11,2% hasta los 1.200 millones.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país (CDC) han extendido una “orden de no navegar” a los cruceros hasta el 24 de julio, debido a “los aspectos únicos de movilidad e interacción” de los cruceros que podrían causar nuevos brotes de COVID-19. “Tenemos razones para pensar que los viajes en cruceros pueden continuar introduciendo, transmitiendo o difundiendo el coronavirus”, expone la página web de los CDC.

Se trata de un espacio cerrado con huéspedes mayores cuya edad promedio es de 70 años, y que en muchas ocasiones tienen afecciones médicas subyacentes. Y aunque la tripulación del barco generalmente es joven y saludable, también son susceptibles a contraer el virus porque su capacidad para mantener la distancia social se ve limitada por las actividades que realizan. “Se pueden originar brotes muy grandes en los cruceros”, según el doctor Martin Cetron, director de Migración Global y Cuarentena de los CDC .

La naviera Norwegian Cruise ha extendido las suspensiones de sus cruceros hasta septiembre. Aunque la fecha podría alargarse hasta que el secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. cancele la emergencia de salud pública. Reiniciar el negocio de cruceros requerirá pensar en cómo reducir la densidad, similar a la reapertura de negocios en tierra, y el distanciamiento social será parte de ese objetivo. Unos planes operativos que estarán sujetos a la aprobación de los CDC y la Guardia Costera de Estados Unidos, para abordar el control de infecciones y la respuesta al brote.

Los CDC dicen que su responsabilidad principal es “proteger la salud pública”, y es por ello que van a requerir a los barcos presentar programas integrales para prevenir, detectar, responder y contener infecciones por coronavirus.

El jefe de Comunicaciones de Carnival, Roger Frizzell, anunció que están mejorando los protocolos incluyendo el monitoreo de fiebre a los pasajeros, más saneamiento y limpieza adicionales para que sea más seguro reanudar las operaciones y la navegación.

“La industria volverá y será más fuerte que nunca”, comenta Drew Daly, vicepresidente senior de “Dream Vacations”, una subsidiaria de “World Travel Holdings”, la agencia de cruceros más grande de Estados Unidos. “Estamos viendo que muchas personas reservan ya un crucero para 2021”, explica Daly. Los analistas de UBS, firma global de asesoría financiera, ven que las reservas para cruceros el próximo año aumentaron un 9% en un período reciente de 30 días en comparación con el mismo período del año pasado. Pero, en un momento en el que la industria busca hacer frente al parón, muchos se preguntan que pasará si se cancelan también las reservas futuras si la pandemia continúa. “Por lo general, la cancelación de un viaje solo por preocupación o miedo a viajar no está cubierta por una póliza de seguro de viaje”, explica Scott Adamski, jefe de ventas de Estados Unidos para AIG Travel. Para el abogado neoyorquino Christopher Kende solo “si la línea de cruceros con la que contrató sus servicios se declara en bancarrota y el barco parte de un puerto de Estados Unidos, estará cubierto”.

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