Los presidentes de ambos países han acordado una tregua a su conflicto comercial tras una reunión en el marco del G-20. A corto plazo, esto supone levantar las sanciones sobre Huawei, líder en el desarrollo del 5G. Y, por otra parte, no imponer un arancel del 25% sobre productos chinos valorados en 300 mil millones […]
InternacionalDirigentes Digital
| 01 jul 2019
Los presidentes de ambos países han acordado una tregua a su conflicto comercial tras una reunión en el marco del G-20. A corto plazo, esto supone levantar las sanciones sobre Huawei, líder en el desarrollo del 5G. Y, por otra parte, no imponer un arancel del 25% sobre productos chinos valorados en 300 mil millones de dólares. Sin embargo, para que dicha tregua acabe siendo una solución permanente, ambas partes deberán haber alcanzado un acuerdo antes de 2020.
“La guerra comercial de EEUU con China tiene muchas derivadas de difícil arreglo, si bien se ha conseguido avanzar en varios frentes”, señala Xue Jin, del think-tank gubernamental CASS, a DIRIGENTES. Solamente en 2018, EEUU importó bienes chinos valorados en 539 mil millones de dólares, lo cual fue un nuevo récord. En servicios, sin embargo, EEUU mantiene un superávit cercano a los 40 mil millones de dólares con China.
“Todas estas cifras, no cabe duda, son sintomáticas de una relación claramente desequilibrada”, asevera Xue. China, con su mano de obra barata e infravalorada divisa, lleva años endeudando comercialmente a EE.UU. (lo cual ha reducido el empleo manufacturero americano). Y, con el excedente derivado de dicho ahorro, los chinos no han tenido muchas más alternativas que invertir en activos estadounidenses. Hasta ahora, el primer tenedor de deuda americana es China.
Y, volviendo al déficit chino con EEUU dentro del sector servicios, también son la comunidad universitaria extranjera más numerosa en este país. Mediante unos costes de exportación artificialmente bajos, por tanto, China ha acumulado liquidez para atraer empleo, conocimiento tecnológico e invertir en activos estadounidenses.
Todo esto, de alguna manera, ha facilitado una cierta convergencia e, incluso, fondos suficientes para liderar desarrollos tecnológicos clave como el 5G. Para Trump, sin embargo, todo esto ha sido a expensas de EEUU Por ejemplo, mediante una divisa artificialmente devaluada e intervenida por el propio banco central chino. O mediante transferencias tecnológicas, desde empresas deslocalizadas en China hacia el propio mercado chino, sin una protección efectiva de la propiedad intelectual.
Todos estos factores hacen pensar en una tregua más bien corta. A China, líder en tecnologías como el 5G, le tocará compartir ese desarrollo con EE.UU. (que no desea, de ninguna manera, quedarse rezagado). Las empresas chinas, además, deberán cambiar su modelo de invertir fuera para captar tecnología por otro más orientado a transferir tecnología en los países donde invierten. Y crear empleo. Y permitir un acceso libre de las empresas occidentales al gran mercado chino.
Todo esto, en resumen, es lo que está pidiendo Trump. De los chinos va a depender alcanzar un acuerdo antes del año 2020. Si esas negociaciones fracasan, la guerra comercial estallará en toda tu magnitud, gravando todas las exportaciones chinas hacia EE.UU. un 25%.