El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, se reúne este miércoles en Washington con el presidente de EEUU, Donald Trump. La visita del líder comunitario tiene el objetivo declarado de intentar frenar la escalada proteccionista de Trump, que ha tildado recientemente a la Unión Europea (UE) de “enemigo” de su país debido a […]
InternacionalDirigentes Digital
| 24 jul 2018
El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, se reúne este miércoles en Washington con el presidente de EEUU, Donald Trump. La visita del líder comunitario tiene el objetivo declarado de intentar frenar la escalada proteccionista de Trump, que ha tildado recientemente a la Unión Europea (UE) de “enemigo” de su país debido a sus desacuerdos sobre comercio.
Las relaciones entre la UE y EEUU viven sus horas más bajas desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, desde donde ha impuesto una línea diplomática de confrontación constante con sus principales socios comerciales, desde la UE, Japón, Canadá y México hasta su principal rival como mayor economía mundial, China.
La estrategia estadounidense ha conducido a una guerra comercial abierta y declarada contra Pekín y de forma más soterrada con Bruselas, que se ha visto forzada a buscar nuevos aliados y a acelerar sus acuerdos comerciales con Japón, Canadá, México, Singapur y próximamente también Mercosur y la Alianza del Pacífico.
A pesar del rechazo de las patronales estadounidenses y de parte del Partido Republicano a la estrategia de Trump, que es bronca en lo diplomático y proteccionista en lo comercial, el presidente de EEUU ha insistido recientemente en la imposición de medidas comerciales de castigo a los socios que, en su opinión, se “aprovechan de EEUU para forzar la balanza comercial a su favor”.
De hecho, Trump ha reiterado en las últimas horas sus amenazas de imponer nuevos aranceles a los automóviles importados desde la UE y ha vinculado esta decisión al resultado de su encuentro con Juncker, en un intento de forzar la posición del líder comunitario para que ceda ante las presiones del atrabiliario inquilino de la Casa Blanca.
Sin embargo, parece improbable que Juncker se someta a las provocaciones de Trump, especialmente después de que la UE haya respondido con contramedidas a la imposición de aranceles por parte de EEUU a las importaciones de acero y aluminio procedentes de los países comunitarios.
Además, el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas, anunció este pasado lunes que Juncker no se presentará ante Trump con una propuesta específica para pacificar sus relaciones comerciales, sino con una “llamada al diálogo y el entendimiento” entre Washington y Bruselas, aliados tradicionales en materia comercial y geopolítica, aunque más distanciados que nunca desde la llegada de Trump al poder.
Antes del encuentro entre Juncker y Trump, la Comisión de Comercio Internacional de EEUU debe decidir una resolución final sobre la imposición de aranceles a las importaciones de aceituna negra de mesa española, que aprobó provisionalmente la pasada semana. En caso de que se aprueben estas tasas a la exportación de este producto a EEUU, éstas se elevarían del 21,60 % establecido provisionalmente, a un 34,75 %.
Esta decisión, vinculada directamente a las medidas proteccionistas de Donald Trump, pone en riesgo un volumen de negocio de 70 millones de euros, según los aceituneros sevillanos. Además, supone un ataque a la línea de flotación de las ayudas de la Política Agraria Común de la UE, que Washington considera subsidios contrarios a la competencia, mientras que Bruselas apunta a que EEUU aplica políticas de bonificación similares con su sector agrícola y ganadero.
El ministro de Agricultura español, Luis Planas, ha asegurado que su Gobierno solicitará a la CE trasladar el caso ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en caso de que EEUU ratifique sus aranceles, que ha calificado de “abusivos y carentes de cualquier justificación técnica o económica”. Sea como fuere, las primeras víctimas de la guerra comercial con EEUU son los aceituneros sevillanos, aunque otros sectores, como el automovilístico, el alimentario o el siderúrgico, ya comienzan a percibir consecuencias a medio plazo.