Hace 35 años yo tenía la edad de 15. Nacida en Münster en un entorno rural montando a caballo de niña, pasé mi juventud cerca de Colonia en un pequeño pueblo. Era un mundo surrealista comparado con en el que vivo ahora en Madrid, una capital cosmopolita y cultural. Mis amigos venían de familias estables […]
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| 19 abr 2021
Hace 35 años yo tenía la edad de 15. Nacida en Münster en un entorno rural montando a caballo de niña, pasé mi juventud cerca de Colonia en un pequeño pueblo. Era un mundo surrealista comparado con en el que vivo ahora en Madrid, una capital cosmopolita y cultural. Mis amigos venían de familias estables y económicamente solventes. En el colegio había inmigrantes de origen alemán como rusos o polacos, algunos griegos, pocos más extranjeros. Ahora no me siento ni muy alemana ni española pero sí profundamente europea. Junto con España he vivido muchas crisis desde mi llegada en 2000. Cómo ha cambiado el mundo desde entonces. Mientras los 80 y 90 eran años de enorme crecimiento en Alemania, de grandes logros, gestos políticos y acontecimientos como la reunificación en 1990, nos hacen creer desde 20 años que estamos en una constante crisis. Si no es por el euro, es por una pérdida de identidad nacional. Me acuerdo de que pasé la nochevieja de 1989 después de la caída del muro en Berlín con mi amiga francesa.
Éramos felices sin saber qué reto financiero y político suponía para toda la sociedad alemana y europea lo recientemente conseguido. Mi trabajo de fin de carrera, 4 años después en la universidad de Bonn, lo escribí sobre las tensas relaciones franco-alemanas durante este proceso de reunificación. Francia no quería que Alemania liderase económica o políticamente la UE, quería un tándem con claro acento francés. Yo estaba de acuerdo, la cultura francesa me parecía más interesante que la mía, su pasado y carácter menos peligroso. Sin embargo, de facto es Alemania quien lidera la UE, con una presidenta alemana en la Comisión y con un país vecino debilitado y un EE.UU. y Rusia en frente que tienen recelos de esta unión cada vez más amplia. Mientras tanto, mi afinidad francesa ha disminuido un poco a favor de la cultura española que es más pragmática. El economista Aldo Olcese recuerda la importancia de los dos países fundadores de la UE: “Hay que agradecer el esfuerzo de Francia y Alemania durante todos estas décadas”.
Francia está en crisis política y económica desde hace mucho tiempo, una crisis que va más allá de sus deudas públicas y su rigidez burocrática. Es una crisis sobre lo que es la “grande nation” dentro de una UE ya dominada por los alemanes con su fuerza económica. Francia lidera el mercado de defensa, de marcas de lujo, de ingeniería aeronáutica, energético y también bancario en la UE. La Alemania de Angela Merkel da los impulsos políticos ahora en Europa. Emmanuel Macron es un gran líder, pero está ocupado con las grandes reformas en su país, que solamente han empezado y para las cuales él necesita otros 5 años para que otra Francia sea posible. Las elecciones presidenciales tendrán lugar en 2022. Según las encuestas se espera que el pueblo francés se decida otra vez por Macron como presidente, a pesar de todo el enfado sobre su política rompedora contra viejos privilegios de los funcionarios. Si gana será, según diferentes analistas, porque no hay alternativa por el momento. La crisis política está muy presente en Francia. Solamente la extrema derecha es un peligro para la victoria de Macron. Alemania vota este otoño y la extrema derecha Alternative für Deutschland es solamente una amenaza a nivel regional y local pero todavía no nacional.
Merkel no se presenta esta vez como canciller, con lo que empieza una nueva era política también en Alemania. Lo más probable es que un hombre tome otra vez las riendas. Podría ser alguien de la propia CDU/CSU que gobierna actualmente o de los Verdes, el resto de los partidos no tiene por el momento suficiente fuerza para presentar un canciller. Se critica a Merkel por tardar en ver cuándo hay que cambiar el rumbo y darse prisa con nuevas ideas. Alemania con la estricta ejecución de su muy criticada estrategia de austeridad a partir de 2009 ha conseguido unos presupuestos nacionales equilibrados diferente a los franceses, lo que es la gran ventaja de Alemania en esta crisis y el gran logro de Merkel.