Los hotspots o centros de recepción para inmigrantes estaban hasta ahora dentro de Europa, en países como Italia o Grecia. La minicumbre celebrada este domingo en Bruselas, el estreno comunitario de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, puede suponer el inicio de su creación fuera del continente. Aunque sea en versión reducida, sin el acuerdo […]
InternacionalDirigentes Digital
| 25 jun 2018
Los hotspots o centros de recepción para inmigrantes estaban hasta ahora dentro de Europa, en países como Italia o Grecia. La minicumbre celebrada este domingo en Bruselas, el estreno comunitario de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, puede suponer el inicio de su creación fuera del continente. Aunque sea en versión reducida, sin el acuerdo de los 28 Estados Miembros de la UE.
El gobierno italiano acudió a la reunión convocada por la Comisión Europea entre 16 socios comunitarios con la idea de crear estos hotspots fuera de Europa, no sólo en su territorio, o en el griego o español. Su gobierno populista ha cerrado los puertos del país y se niega a acoger durante meses, o años, a cientos de inmigrantes rescatados del mar o que arriban a su costa irregularmente. Como en toda negociación, Italia cedió en parte de sus exigencias a cambio de concesiones del resto de socios.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y Pedro Sánchez, habrían propuesto crear “centros cerrados de acogida” en los países fronterizos europeos, estos es Italia, España o Grecia. Italia contrarrestó con un plan de diez puntos para cambiar la política migratoria europea apostando por “centros de protección internacional en países de tránsito”. La minicumbre europea no llegó a ningún acuerdo vinculante sobre la política migratoria comunitaria, porque debe ser unánime entre los 28 Estados Miembros en la reunión del Consejo del jueves y viernes, pero sí sentó las bases para su creación.
Estaban todos los importantes, desde Alemania y Francia hasta el Benelux, Dinamarca o Finlandia y también España, Francia, Italia, Grecia y Malta, la frontera mediterránea europea. La ausencia del bloque de Visegrado, los socios del este liderados por Hungría y Polonia, facilitó la discusión. “Me alegra que hayamos tenido un enfoque amplio, no nos hemos centrado sólo en alguno de los aspectos migratorios”, explicó Macron, “para tratar soluciones externas, como la protección de fronteras, y de soluciones internas, los movimientos secundarios”.
En su dimensión externa, la UE aumentará su contribución a terceros países “para reducir los incentivos de la migración irregular”. 500 millones de euros más al Fondo para África y Roma desbloqueará el segundo tramo del Fondo para Turquía, de otros 3.000 millones. Y con una medida clave: completar los hotspost europeos con otros fuera del continente. Libia supone un problema legal internacional, un Estado fallido sin gobierno, así que emergen opciones como Túnez, Marruecos o Níger. Lo resumió Macron al reconocer que este principio de acuerdo permitiría “descartar soluciones que están en contra de nuestros valores, que no son conformes al derecho humanitario internacional o al europeo”. El documento italiano ofrecía crear “centros de protección internacional en países de tránsito” donde “evaluar las solicitudes de asilo y ofrecer asistencia legal a los migrantes”. El muro se traslada de las fronteras europeas a la ribera sur del Mediterráneo, como ya se hizo en 2016 con la sureste en Turquía.
En paralelo, se intentará que la nueva Agencia Europea de Guardias Costeros y Fronterizos, prevista con 10.000 efectivos para 2027, entre antes en funcionamiento y contará competencias reforzadas para devolver migrantes rescatados en alta mar a esos centros no europeos. Hace cuatro años, a punto de estallar la crisis de los refugiados, Frontex, la agencia actual, sólo tenía desplegados a 300. Es necesaria “una respuesta europea a un desafío global como es el de la migración”, según el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Dublín ha fracasado
Hay que “revisar el criterio del primer país de llegada” pide Italia porque los países del Mediterráneo europeo asumen la carga migratoria europea con las labores de rescate en alta mar. Las normas de asilo europeo, conocidas como Sistema de Dublín, funcionan según el principio de que el migrante debe solicitar protección internacional en el primer país europeo que pisa. Eso crear una carga extra en aquellos estados en primera línea fronteriza.
Los hotspots aparecidos en Grecia e Italia en 2016 aparecieron en lo peor de la crisis de refugiados para paliar este problema. Centros donde tramitar a los miles de migrantes que llegaban mientras dinero y personal europeo determinaban si eran verdaderos demandantes de asilo o migrantes económicos. No dan abasto, en parte porque el sistema común de cuotas para redistribuir entre el resto de países europeos a 160.000 personas albergadas en estas instalaciones ha fracaso. El bloque de Visegrado rechazó este sistema desde el principio.
“No podemos traer a todos a Italia o España”, dicen los italianos, que también piden “centros de protección en varios países europeos, para salvaguardar los derechos de los que llegan y evitar problemas de orden público y hacinamiento”. El gobierno formado por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga ve en Dublín un sistema ineficaz ante la presión migratoria actual.
En paralelo, miles de migrantes han abandonado Italia o Grecia para dirigirse al norte del continente en busca de asilo, en lo que se conoce como “movimientos secundarios”. La canciller alemana, Angela Merkel, buscó en Bruselas algún acuerdo para frenar estos movimientos secundarios ya que sus aliados bávaros amenazan con romper el gobierno germano si el flujo no cesa. Alemania recibió casi 1,2 millones de solicitudes de asilo en 2015 y 2016, la mayoría de los cuáles entraron por el sur y este del continente. Así que la reforma de Dublín también pasa por más personal de una Autoridad Europea de Asilo gestionando in situ los trámites de los migrantes en los hotspots dentro de la UE y fuera.
Todos estos acuerdos políticos pueden saltar por los aires en la Cumbre Europea del jueves y el viernes con el Bloque de Visegrado sí estará presente. En Bruselas reconocen que “durante un tiempo está claro que tendrá que haber acuerdos entre países, de manera bilateral y a varias bandas, para la redistribución de personas”. Una política migratoria comunitaria no común.