El crecimiento económico no es eterno, por mucho que el comportamiento de la economía china pueda sugerirlo. Lleva creciendo por encima del 4% desde el año 1990, y con un punto culminante que alcanzó el 14,2% en 2007, según el Banco Mundial. A pesar de que continúa mostrando un poderío admirable, China ha ido moderando […]
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| 12 dic 2018
El crecimiento económico no es eterno, por mucho que el comportamiento de la economía china pueda sugerirlo. Lleva creciendo por encima del 4% desde el año 1990, y con un punto culminante que alcanzó el 14,2% en 2007, según el Banco Mundial. A pesar de que continúa mostrando un poderío admirable, China ha ido moderando su crecimiento desde entonces. En 2016 alcanzó el 6,7% y el 6,9 en 2017, cifras envidiables a pesar de que hablan de una desaceleración del ritmo.
Causas de todo tipo se han cruzado en el desempeño de la economía china. La principal de ellas, la crisis que ha atravesado el mundo desde 2007, cuando la segunda economía alcanzó su punto álgido de crecimiento. Ahora, aunque China continúa disfrutando de tasas altas, se encuentra construyendo las bases de una economía distinta.
La metamorfosis china tiene por objetivo darle la vuelta a un crecimiento basado en la inversión y las exportaciones, dadas las elevadas tasas de endeudamiento empresarial, según explica el Banco de España. Así, China espera que los pilares de su economía sean los servicios y el consumo privado, en lugar del famoso modelo de producción que ha llenado el mundo de objetos con el apellido “made in China”.
Por el camino, China ha encontrado en Estados Unidos una piedra en su zapato, por la tensión comercial que ha generado la “guerra comercial”. Ese obstáculo se cruza en la tarea del gobierno chino por mantener un ritmo de crecimiento aceptable, a la vez que apoya la transformación de su economía.
Encadenado con el crecimiento chino se encuentra el ascenso de la deuda de las empresas. Mientras los productos chinos han ido saliendo de las cadenas de montaje, las empresas se han endeudado hasta superar el 150% del PIB en 2017 lo que, como explica el Banco de España, representa “unas tasas muy elevadas de endeudamiento empresarial”.
Junto a esa vulnerabilidad, el organismo español señala que los bancos chinos se financian “cada vez más en los mercados”. Además, los bancos y las inmobiliarias aumentaron sus emisiones en los mercados internacionales. En ese sentido, expone a las empresas chinas a los vaivenes que puedan producirse a nivel internacional, además de conllevar “ciertos riesgos a la hora de afrontar los vencimientos de la deuda externa de estos sectores”.
No obstante, China cuenta con reservas internacionales valoradas en 3,1 billones de dólares. En cuanto a la deuda externa y a la deuda pública, son reducidos, lo que proporciona al gigante asiático “un importante margen de actuación”. Así, esos parámetros “ofrecen una cierta protección” para afrontar los contratiempos que puedan derivarse de una situación más inestable del comercio internacional.