Peter Altmaier no es muy popular entre las empresas alemanas. El ministro de Economía parece un poco torpe y, según la opinión de muchos, no representa el gestor moderno que pueda llevar la economía industrial más grande de la UE al estado 4.0. Le critican por no tener visión. Su jefa la tiene, pero no […]
InternacionalDirigentes Digital
| 17 may 2019
Peter Altmaier no es muy popular entre las empresas alemanas. El ministro de Economía parece un poco torpe y, según la opinión de muchos, no representa el gestor moderno que pueda llevar la economía industrial más grande de la UE al estado 4.0. Le critican por no tener visión. Su jefa la tiene, pero no la ejecuta, como critican muchos medios de comunicación. Después de 14 años al frente del gobierno, Angela Merkel está en la recta final. Annegret Kramp-Karrenbauer es el nuevo líder de su partido CDU, pero se duda si será la próxima canciller. Alemania necesita una gestión concentrada en economía después de muchos años concentrádose en aspectos humanitarios y sociales. Quizás también por ello es la propia canciller Angela Merkel la que retoma ahora las riendas de la economía, después de que otra vez haya buenas noticias con un crecimiento del 0,4 % del PIB en los tres primeros meses, en comparación con el trimestre anterior.
Desde hace semanas, Merkel se encuentra, convoca y se mete también directamente en debates económicos. La canciller, que según todos los rankings es la mujer más influyente en Europa, quiere “salvar” su economía y las cajas de ahorro deben ayudarla. Cuando esta semana habló en el encuentro de las 400 entidades, su mensaje fue claro: “No hay que cerrar tantas sucursales”. Las cajas de ahorros son el pilar de la financiación local y también del “Mittelstand” alemán, de las empresas medianas que tiran de la economía y que buscan miles de personas cualificadas para poder seguir produciendo. “La caja tiene que seguir siendo el alma de una región”, dice Merkel. Con 35 millones de cuentas de personas privadas, son los institutos de créditos más importantes en Alemania. Mirando la debilidad de Deutsche Bank y Commerzbank, Merkel quiere crear estabilidad porque la asociación de la industria alemana BDI advirtió recientemente de que la eliminación acelerada de los objetivos de protección del carbón y del clima en el sector del transporte estaba llevando a la economía a los límites de lo que es factible.
La industria alemana está rompiéndose
Alemania sufre además una serie de bancarrotas en el sector de venta al por menor. Tom Tailor, Gerry Weber, Esprit, Douglas – todos están con problemas financieros, en procesos de insolvencia o ya con posibles inversores esperando en la puerta. La economía digital y el e-commerce han cambiado los centros urbanos de muchas ciudades pequeñas y medianas en Alemania, como en muchos otros países modernos. Junto con la enorme inmigración, que también ha producido más personas sin trabajo en el centro, se han creado núcleos poco atractivos para la economía local. Donde había tiendas, ahora hay clanes de todo tipo, personas sin hogar o simplemente jóvenes que trafican con drogas.
Si Merkel y Altmaier son las personas adecuadas para liderar esta disrupción es cuestionable. Los empresarios quieren y respetan Merkel como personalidad por su capacidad de unir, su lealtad a Europa y una ética política excepcional. Además, es empática. Por ello en estos días Merkel ha hecho hueco en su agenda y visitó el VDU (Asociación de mujeres emprendedoras) para hablar sobre lo que hay que hacer para las alemanas. Gracias a su nuevo impulso, ya hay varias comisiones creadas a nivel de gobierno que se focalizan ahora en la economía digital, la inteligencia artificial y la movilidad, y donde se debate el futuro de las infraestructuras o la entrada masiva de inversores chinos en Alemania.
Merkel retoma el diálogo con la industria
El norte de Europa tiene la gran tradición de mantener el diálogo con los actores de la economía, un modelo de cohesión social copiado de los holandeses (Poldermodell). Merkel reactiva ahora lo que practicaron sobre todo bajo el mando del socialdemócrata Gerhard Schröder, lanzando la agenda 2010 como un pacto de reformas sociales y económicas. Merkel había perdido este diálogo luchando por su supervivencia política y Europa. Pero ahora con la recesión a la vista, ella pisa más fuerte para conseguir cambios en la economía, aunque algunos creen que ya es demasiado tarde, porque los últimos datos económicos no son realmente de fiar. Hasta Altmaier es cauteloso: “No quiere decir que no haya que estar alarmado”.
Grandes empresas como ThyssenKrupp, Siemens y Volkswagen lo son desde hace mucho tiempo, pero solo en las últimas semanas han anunciado sus reorganizaciones porque en algunos casos incluyen también ventas parciales de negocios. Los inversores interesados se ponen ya en línea para ver lo que puede “caer” de estas grandes empresas de la “Deutschland AG”. Los finlandeses Kone han dicho que están interesados en la parte de ascensores de Thyssen y la francesa Naval Group está pensando en retomar sus negociaciones con los alemanes sobre la parte marina, según fuentes de la empresa.
El alemán planificado ya no ve el bosque
Para el sociólogo Oliver Nachtwey Alemania se cae a trozos, como escribe en un artículo de New York Time. Dice que Alemania necesita un nuevo orden político y económico. Sus palabras han provocado muchas dudas sobre la capacidad de Merkel de liderar este cambio. Todo parece hacerse en el último minuto, aunque este no sea el estilo de los alemanes. Con las elecciones europeas a la vista y después de un año de “Gran coalición” más bien mediocre, las principales asociaciones de la economía alemana han emitido en marzo de este año un testimonio condenatorio al gobierno alemán: demasiada política de redistribución, muy poco ritmo de cambio e inversión en el futuro. La canciller prometió: “El ritmo debe ser más rápido”.
Pero en los últimos meses se han acumulado los problemas con la conciencia de tener que vivir con un cambio climático que ya es realidad y teniendo a la joven Greta Thunberg en todos los canales alertándonos de que no hacemos nada. En Alemania, uno de los países más industrializado del mundo, la chica de 16 años ya ha recibido un premio de la televisión por sus acciones mediáticas. Debido a todas estas presiones Nachtwey cree que Merkel quizás no aguante hasta las elecciones de 2021 y que la mujer de 64 años ya no es la figura reformista que necesita el país. Merkel por el momento no quiere irse y acelera su tiempo. Pero cuando decía hace unos días en una entrevista con Süddeutsche Zeitung que está preocupada por Europa y quiere junto con los demás ayudar a salir de esta crisis, muchos interpretaron que su próximo paso será Bruselas. Quizás antes de 2021.