En una coyuntura marcada por la pandemia, la guerra de Ucrania y la inflación, las empresas se ven obligadas a navegar en un mar de incertidumbre. Una de las principales consecuencias de los casi tres años de vaivenes en el marco económico mundial es el aumento del retraso en los pagos. La última edición del […]
NacionalDirigentes Digital
| 27 oct 2022
En una coyuntura marcada por la pandemia, la guerra de Ucrania y la inflación, las empresas se ven obligadas a navegar en un mar de incertidumbre. Una de las principales consecuencias de los casi tres años de vaivenes en el marco económico mundial es el aumento del retraso en los pagos.
La última edición del European Payment Report, elaborado por Intrum, analiza la coyuntura empresarial incluyendo un enfoque específico en los riesgos de pago de las empresas ubicadas en nuestro país. La encuesta, que ha sido realizada simultáneamente en 29 países europeos, ha contado con la participación de 11.007 empresas –800 de ellas españolas– de 15 sectores diferentes.
La mayoría de los encuestados considera que su empresa no es capaz de hacer frente a las demandas de subidas salariales causadas por la inflación. Además, el 51% teme que esta no sea capaz de gestionar con éxito el impacto de la inflación.
El aumento de precios también limita la capacidad de crecer de las compañías, según declara el 55% de los encuestados y casi la mitad (49%) considera que el aumento de la brecha entre las condiciones de pago y su realización supone un riesgo para el devenir de la empresa.
En cuanto al aumento de las tasas de interés, el 58% asegura que ha supuesto encarar los planes de gasto y el endeudamiento con más cautela.
Un dato que resalta en el informe es la problemática a la que se enfrentan las compañías por el atraso en los plazos de pago: Más de tres cuartas partes (76%) de los participantes ha recibido peticiones para postergarlos y el 69% ha aceptado este retraso.
El informe achaca este fenómeno al aumento de la brecha de pago (diferencia entre la fecha de pago pactada y la real). Entre negocios (B2B), este desfase de tiempos aumentó cuatro días entre 2021 y 2022, mientras que el retraso en los pagos por parte del sector público es mayor. Este se ha duplicado, pasando de 11 días en 2021 a 22 en 2022. Por el contrario, en las relaciones B2C la brecha se ha reducido de los diez a los nueve días en este periodo. Así, los consumidores, negocios y Administraciones Públicas tardan en pagar 28, 54 y 73 días más de lo acordado, respectivamente.
Por sectores, el plazo de pago es inferior a 50 días en solo tres: el sector bancario y financiero (38), trasporte y logística (45) y servicios empresariales (46). En cambio, los retrasos más abultados, excluyendo al sector público, se dan en el sector inmobiliario (61), la hostelería y ocio (59), y la tecnología y medios de comunicación (59).
Como consecuencia de este aumento en los plazos de pago, ha crecido el número de dirigentes que consideran demasiado generosas las condiciones de pago que ofrecen a sus clientes, llegando al 48%. Además, también aumentan tanto las empresas que aseguran haber aceptado retrasos como las que lo han solicitado a sus proveedores.
Para reducir las posibilidades de que un cliente se niegue a pagar las facturas pendientes, la opción más recurrida es solicitar el pago por adelantado, algo que exigen el 47% de las empresas. Otras opciones populares son las verificaciones de crédito (32%) o contratar un seguro crediticio (16%).
Si el cliente solicita el aplazamiento, la opción más recurrida por los negocios es la modificación de las condiciones, seguida de aquellos que ofrecen un descuento y, por último, las que acuerdan alargar los plazos pero aplicando un recargo. Solo un 30% se niega a renegociar las condiciones formadas. En el caso de producirse dicho retraso, la acción a la que más se recurre, y con diferencia, es emprender acciones legales (62%).
Si bien la cantidad de empresas que declaran sufrir retrasos en el cobro de facturas se ha mantenido con respecto a 2021, la situación ha mejorado sustancialmente con respecto al año de la pandemia. En 2020, los impagos habían aumentado para seis de cada diez encuestados y, en las dos últimas dos ediciones, este porcentaje se ha reducido al 25%.
Además, un 70% declara que, de recibir los pagos a tiempo, podrían hacer frente a los compromisos adquiridos con los proveedores. Es decir, si el cliente paga a tiempo, la empresa puede pagar a su vez a los proveedores. Y no solo afecta al pago de facturas, sino a los objetivos estratégicos de las empresas, según el 39% de los dirigentes consultados.