La población es cada vez más consciente de la importancia de una vida saludable. Parte de ello se debe a una mayor información, que permiten conocer qué es bueno y qué no lo es para su día a día. Pero, ¿qué pasa cuando una marca intenta vender un producto como beneficio sin serlo? Existen trabas […]
NacionalDirigentes Digital
| 04 mar 2019
La población es cada vez más consciente de la importancia de una vida saludable. Parte de ello se debe a una mayor información, que permiten conocer qué es bueno y qué no lo es para su día a día. Pero, ¿qué pasa cuando una marca intenta vender un producto como beneficio sin serlo? Existen trabas legales, pero aun así pueden favorecer una percepción diferente en el consumidor.
Este escenario se puede encontrar en casos como las chips vegetales. Desde OCU aseguran que estas bolsas de aperitivos, realizados a partir de verduras como la remolacha o zanahoria, no son una alternativa saludable: “Quienes crean que los aperitivos vegetales son una alternativa de picoteo más saludable que las patatas fritas, se equivocan”, cuentan desde la organización.
Y esto ocurre con multitud de productos. Uno de los más mediáticos ha sido el de las bebidas vegetales. Con el fin de venderlas como alternativa a la leche convencional, estos productos empezaron a venderse como ‘leche vegetal’. De soja, avellana, coco… Sin embargo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) dictó que sólo se podía catalogar como ‘leche’ a productos de origen animal y, por lo tanto, no puede ser una alternativa.
Esto demuestra que existe un control que defiende al consumidor de denominaciones que puedan llevarles a error. Pero existen más barreras. Dentro del marco legislativo en esta materia, el Reglamento (UE) nº 1169/2011, sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, que “introduce un etiquetado obligatorio sobre información nutricional para la mayoría de los alimentos transformados”.
Los elementos a declarar de forma obligatoria son: el valor energético, las grasas, las grasas saturadas, los hidratos de carbono, los azúcares, las proteínas y la sal; todos estos elementos deberán presentarse en el mismo campo visual. Además, podrá repetirse en el campo visual principal la información relativa al valor energético sólo o junto con las cantidades de grasas, grasas saturadas, azúcares y sal.
Por ello, es importante que los consumidores sean conscientes de que por mucho que un producto parezca saludable, es importante ser capaces de leer esta etiqueta informativa, tal y como denuncian desde OCU: ” La decisión, a veces, viene porque el empaquetado te parece más llamativo con bonitos colores o palabras embaucadoras que puede que no digan toda la verdad”, sentencian.